Los principales aliados del todavía primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, reaccionaron ayer con cautela ante su denuncia del líder derechista de que existen «tantos fraudes» en los comicios generales que el resultado «debe cambiar». Incluso el ministro de Interior, Giuseppe Pisanu, eludió hacer comentarios al respecto. Entretanto, el primer ministro británico, Tony Blair, y el […]
Los principales aliados del todavía primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, reaccionaron ayer con cautela ante su denuncia del líder derechista de que existen «tantos fraudes» en los comicios generales que el resultado «debe cambiar». Incluso el ministro de Interior, Giuseppe Pisanu, eludió hacer comentarios al respecto. Entretanto, el primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente estadounidense, George W. Bush, han evitado felicitar a Romano Prodi, y esperan conocer el resultado de la pataleta del fiel socio italiano para pronunciarse oficialmente.
Representantes de la derechista Alianza Nacional y de los democristianos de la UDC no emplearon la palabra «fraude», mientras que el ministro del Interior, Giuseppe Pisanu, de Forza Italia partido de Berlusconi{, eludió hacer comentarios.
Berlusconi se ha negado a reconocer la victoria de Romano Prodi y su coalición de centroizquierda la Unión en los comicios celebrados los pasados domingo y lunes, hasta que se haga una verificación de un millón de votos, y el miércoles utilizó la palabra «fraudes».
«Hace un bonito día», dijo Pisanu a los periodistas que ayer le preguntaron por las palabras de Berlusconi, con quien estuvo reunido después de que el primer ministro asegurara que las irregularidades se dan en «toda» Italia y que hay que controlar las actas de 60.000 secciones.
Nada más conocer el comentario de su rival, Prodi aseguró que «no hay ninguna duda» sobre su victoria y le pidió que se fuera «a casa». «La situación me parece ahora más tranquila», ha hecho falta «paciencia, pero al final… esta es la democracia», dijo ayer a la prensa el ex presidente de la Comisión Europea, que habló el miércoles por la noche con Pisanu.
Uno de los líderes de AN, el diputado Ignazio la Russa, se distanció de las palabras del primer ministro, al señalar que personalmente no tenía «noticias de fraudes», aunque añadió que carecía de acceso a las mismas fuentes de información que Berlusconi.
En unas declaraciones a una emisora de radio, La Russa aseguró que Berlusconi «luego ha mitigado (sus palabras), hablando más de irregularidades que de fraudes».
En la noche del miércoles, el primer ministro pidió, en una declaración escrita, un «control riguroso» de los votos para comprobar cada «error o irregularidad». Berlusconi agregó que «es inútil jugar con las palabras hasta atribuirme expresiones o nada menos que acusaciones contra alguien».
«Dispone de los controles»
La Unión se ha impuesto en la Cámara de Diputados por sólo una décima, lo que «exige una escrupulosa verificación y un control riguroso para comprobar cada error o irregularidad», añadió.
El secretario de la UDC, Lorenzo Cesa, recordó que las verificaciones de votos se deben hacer porque «hay que entender la correspondencia entre actas y transmisión por teléfono (de los datos), pero no creo que cambien el resultado».
El ministro de Comunicaciones, Maurizio Gasparri (AN), consideró que, si el control de las papeletas fuera a favor de la coalición de centroderecha, «sería mejor volver a votar» y aseguró que la Unión tendrá «dificultades» para iniciar la legislatura, pues es imposible «gobernar con dos o tres votos de diferencia».
El recuento de votos se ha visto envuelto en la polémica no sólo por las 43.000 papeletas cuestionadas oficialmente, sino también porque este miércoles se encontraron tirados en Roma, en un montón de la basura, novecientos votos y desde Suiza se denunció la desaparición de 38.000 sufragios.
Desde la Unión, el coordinador de la centrista Margarita, Dario Franceschini, opinó en una emisora de radio que Pisanu está «demasiado silencioso» y esperaba «que hable del papel de la institución a su cargo».
Los fraudes «los hace normalmente quien controla las instituciones, es difícil que se puedan hacer desde la oposición. Con lo que, en cierto modo, la acusación está dirigida a la estructura», agregó.
El líder de la Unión mostró el miércoles su sorpresa por las dudas vertidas por Berlusconi cuando «dispone de todos los controles» y se preguntó si «no se fía de sí mismo o quizás tiene una especie de crisis de identidad».
Mientras los socios de Berlusconi se distancian de él, Blair y Bush esperan.
«Blair y Bush se mantuvieron junto a su aliado Silvio Berlusconi», afirmó ayer el diario londinense «The Times».
La Casa Blanca se limitó a decir que trabajará con el gobierno que emerja de las elecciones, sea cual sea, pero que aún estaba a la espera de los resultados oficiales, y Downing Street sólo afirmó que Blair estaría encantado de trabajar con el próximo primer ministro. No obstante, Berlusconi ha sido un aliado muy cercano de Bush y Blair en asuntos clave como la agresión a Irak, mientras que Prodi ha sido crítico con la guerra, y con la actitud de Blair hacia la Unión Europea.
Quería hacer un decreto para un nuevo recuento
Berlusconi quería hacer un decreto para recontar los votos, pero el presidente Ciampi, se habría opuesto, según medios locales. El diario «La Repubblica» tituló ayer: «La última tentación del Cavaliere. Un decreto para recontar los votos». El objetivo era «verificar las sospechas, poner en discusión por largo tiempo la victoria de la Unión y retrasar el nacimiento del gobierno más allá de la elección» del nuevo presidente de la República, prevista para mayo». –