Recomiendo:
0

La cuestión libano-siria vista de Rusia

Los colores de los golpes de estado

Fuentes: Sovietskaya Rossia

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S.Comín

Cada día la televisión nos agasaja con escenas de la «revolución de terciopelo» de turno. Enormes aglomeraciones de gente en las plazas, discursos apasionados, llamamientos decididos, hogueras, velas, banderas ondeando. Primero fue Belgrado. Le siguieron Tiblisi y Kiev. Ahora sucede lo mismo en Beirut, capital del Líbano. Algo así como una «Revolución non-stop». El gobierno del Líbano, bajo la presión de los mítines callejeros ha dimitido.

Se trata de golpes de estado, efectuados siguiendo un esquema radicalmente nuevo. Sin tanques, ni soldados, ni tiroteos. Todo resulta pacífico, con nobleza, con solemnidad. Pero el resultado es el mismo. Por una sorprendente conjunción de circunstancias, cada una de las veces, al poder acaban llegando fuerzas claramente proamericanas. La única que les ha fallado hasta el momento es Bielorrusia, donde los intentos regulares de golpe de estado acaban en fracaso con la misma regularidad.

Oriente Próximo no es Europa. Aquí las revoluciones de «terciopelo» (no sangrientas) por lo general no son habituales. Recordemos, que el detonante que ha provocado la actual explosión política fue el asesinato del antiguo primer ministro del Líbano, Rafik Hariri. ¿Quién organizó su asesinato? Teniendo en cuenta la profesionalidad con que se ejecutó el atentado, parece evidente la implicación de los servicios secretos de uno o más estados. Parece poco probable que alguna vez lleguemos a saber toda la verdad. Por eso hagámonos la pregunta de otro modo: ¿quién sale ganando con este asesinato?

Pero comencemos a responder desde su opuesto: ¿Qué intereses perjudica este crimen? En las primeras horas tras la tragedia, muchas miradas se dirigieron hacia Siria como «potencial cliente» del atentado. Rafik Hariri era partidario de la salida de las tropas sirias, que llegaron en 1976 en el punto álgido de la guerra civil, y que ayudaron en gran medida a poner fin a esa guerra. Pero Siria, siendo como está, viéndose sometida a tan fuerte presión por parte estadounidense, quienes la han declarado parte del «eje del mal», buscando cualquier excusa para la intervención militar, es la menos interesada en poder ser acusada de participar en actos terroristas.

Esto es hasta tal punto evidente, que incluso los observadores menos amistosos con respecto a Siria, señalan todos a una, que «la pista siria» en este atentado carece por completo de sentido.

Tampoco era algo conveniente para el gobierno del Líbano, ya que el asesinato de Hariri les ha llevado a la dimisión. Unas consecuencias, que resultaban fáciles de presuponer, por eso difícilmente parece creíble que el gobierno libanés estuviese dispuesto a «suicidarse». ¿Qué sentido tendría? Omar Karame, el ahora ya ex primer ministro, era un personaje de indudables convicciones patrióticas. Hermano pequeño de Rashid Karame, quien también fuera primer ministro del Líbano, asesinado en 1979, en un atentado en plena guerra civil. Esta trágica historia puede repetirse, y Omar Karame, la conoce mejor que nadie. Él, es más bien la víctima del atentado contra Hariri. Por cierto que ambos pertenecen al mismo clan sunita libanés.

Así pues ¿A quién beneficia a fin de cuentas este crimen? Busquemos la respuesta en las acciones y posiciones políticas de Hariri.

Señalemos para comenzar, que Hariri creó en su día un fondo en los EE.UU. con el que se financiaba la actividad social, encaminada a explicar en América la esencia del mundo árabe, sus intereses y aspiraciones. Por lo visto esta actividad no era demasiado del agrado del influyente lobby judío en los EE.UU.

Continuemos. Entre los hechos relevantes de la biografía de Hariri debemos señalar su antigua y fuerte amistad con el presidente de Francia, Chirac. Cuando Hariri visitaba Paris, nunca se alojaba en hoteles, era siempre invitado de la casa del presidente francés. Esta amistad personal, tenía sin duda un poderoso trasfondo político. El Líbano desde hacía tiempo, estaba bajo la esfera de influencia de los intereses de Francia. Después de 1945, Francia había sido apartada de Oriente Próximo, pero en los últimos tiempos estaba restableciendo activamente sus posiciones en la zona, para desagrado de los EE.UU., quienes aspiran a jugar el papel decisivo en la región mundial más rica en petróleo. La desaparición de Hariri de la escena política ha debilitado la posición francesa. Pero no solo la francesa. En conjunto ha debilitado a Europa, quien ante los ojos de Washington y Tel-Aviv, sigue empeñada en mantener una línea pro árabe y antiisraelita.

Sigamos avanzando. En uno de nuestros artículos publicados a raíz del asesinato de Hariri, recordábamos, que era un personaje fuertemente ligado a Arabia Saudita, quien le consideraba incluso miembro honorífico de la familia real. Lo que ya no es tan conocido, es que Hariri jugaba un papel muy importante en el desarrollo de las relaciones económicas y comerciales de Arabia Saudita con Rusia. Como es sabido, hoy día, una serie de «socios» de Rusia en la «coalición antiterrorista» intentan a toda costa enfrentar a Rusia con el mundo árabe. Está claro que las crecientes relaciones de Rusia con una de los países más influyentes del mundo árabe, Arabia Saudita, no despertaba ningún entusiasmo entre aquellos que pretenden utilizar a nuestro país como obtuso instrumento de lucha con el mundo islámico.

Y ahora viene lo más interesante. Resulta que Rafik Hariri se había hecho tremendamente popular en el Líbano gracias a su aportación para lograr la recuperación y reconstrucción del país tras una prolongada guerra civil. El Líbano había comenzado de nuevo a convertirse en la «Suiza de Oriente Próximo», como lo había sido hasta mediados de los 70. Pero Hariri no se conformaba con esto. Su objetivo estratégico pasaba por convertir a Beirut en el centro banquero y financiero de referencia para toda la región. Gracias a la activa participación de Hariri había comenzado la recuperación del Líbano como centro cardinal del potencial financiero del mundo árabe. Esto representaba una amenaza para el completo monopolio mundial americano-israelí, en el sistema bancario, y permitía asegurar la

financiación de la economía de los países árabes, sin el férreo control por parte de los EUA y su aliado estratégico. Esto amenazaba una de las bases del poderío político americano: el control sobre los flujos monetarios mundiales. Una intromisión tal, en el sancta sanctorum del mundo occidental, difícilmente podría pasar sin castigo…

Todo lo anteriormente expuesto nos permite con bastante exactitud presuponer, que intereses beneficia la eliminación de R. Hariri.

¿Y qué es lo que tenemos en resumidas cuentas? A Siria nadie le culpa especialmente en el asesinato de Hariri, pero la retirada de sus tropas del Líbano es algo que todos exigen. Curiosamente nadie dice nada de la exigencia de salida de las tropas israelíes de los altos del Golan, región que ocupa desde hace muchos años.

Siria no puede retirar sus 14 mil soldados en un instante. A diferencia de Yeltsin , que expulsó a nuestras tropas de Alemania, metiéndolas en campos nevados, en tiendas de campaña, el gobierno sirio aspira a ofrecer al menos unas mínimas condiciones a las tropas dislocadas. Significa que el proceso llevará un tiempo. Algo que permitirá a los EE.UU. incrementar la presión sobre Siria. A nadie se le escapa el objetivo estratégico final. El anunciado por Bush, plan de «democratización» del «Gran Oriente Próximo», significa la sumisión total de esta región a los intereses estadounidenses. Esta es la «democratización» a la que estamos asistiendo en el Líbano.

Por último. No estaría de más que nos fijásemos en quien compone mayoritariamente esa masa de manifestantes en las plazas de Beirut. Se manifiestan exigiendo la salida de los sirios, los representantes de la comunidad cristiana maronita, a la que desde hace tiempo se le conoce por su relación con Israel.

Saquen ustedes mismos las conclusiones de a quién beneficia todo esto…