Los cuidados son un derecho humano, deben ser priorizados por los Estados y requieren de sistemas integrales para poder quitar esas tareas de los hombros femeninos y avanzar hacia la igualdad, coincidieron mujeres de diversos países y orígenes reunidas del 26 al 28 de octubre en Honduras.
El Coloquio «La sociedad del cuidado en la ruralidad: horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género» reunió a más de 120 participantes de Centroamérica, Cuba, Colombia, Bolivia, Argentina y Perú, con el objetivo de esbozar propuestas de políticas públicas y sistemas de cuidados que aseguren un desarrollo transformador, sostenible y con igualdad para las mujeres rurales de la región.
Convocado por We Effect, una organización nacida del movimiento cooperativo y con más de 60 años trabajando en proyectos contra la pobreza, junto a ONU Mujeres, el encuentro permitió compartir vivencias alrededor de los cuidados, sus particularidades y posibilidades, con el propósito de «imaginar rutas comunes para trascender al cuidado como una aspiración universal».
«Sin los cuidados no es posible sostener la vida; sin los cuidados no hay vida», aseveró Damaris Ruíz, directora regional de programas de We Effect.
A su juicio, resulta imprescindible estructurarlos desde alianzas sociales, para que dejen de ser una responsabilidad exclusiva de las mujeres.
Además, se tiene que entender el derecho a los cuidados en su relación con otros derechos, como el acceso a la educación o a la salud, explicó Ruíz.
El encuentro puso en «evidencia la injusta organización social del cuidado y colocó, desde la economía feminista, lo que es el rol del Estado y de la agenda de cuidados como parte de un derecho humano y un pilar más del bienestar social», dijo a SEMlac Maritza Gallardo, viceministra de la Secretaría de Asuntos de la Mujer de la República de Honduras.
Mujeres de base feminista, indígenas, campesinas, garífunas, afrodescendientes, académicas y funcionarias de gobiernos, organizaciones de Naciones Unidas y de la sociedad civil contribuyeron a posicionar los desafíos de los cuidados aterrizados, en particular, a los contextos rurales, reconocidos como los más vulnerables del área.
Para la uruguaya Patricia Cossani, asesora de ONU Mujeres, urge avanzar hacia la corresponsabilidad social. «Que el Estado tome un rol central; sin un Estado fuerte, que regule todo lo que tiene que ver con los cuidados, es imposible avanzar», precisó durante su intervención en el primer panel de trabajo «Los cuidados como derecho humano».
En tanto, la feminista guatemalteca Sonia Escobedo, de la Alianza Política Sector de Mujeres, aseguró que en la región prevalece «un conflicto estructural entre el capital y la vida, que nos llama a tener una mirada mucho más allá del Estado, hacia un cambio cultural».
Escobedo llamó a considerar que «en nuestros territorios las mujeres dimensionan el cuidado de la vida de forma integral y en todas sus formas» y no únicamente desde el enfoque reproductivo, que se caracteriza por su esencia patriarcal.
Organizaciones como Diakonía, Care, Latfem, Justicia Alimentaria, entre otras, junto a proyectos periodísticos comunitarios y representaciones de las secretarías de la mujer de gobiernos de varios países del área, contribuyeron a la multiplicidad de enfoques en el debate, que se extendió durante tres extensas jornadas.
Para Gallardo, el encuentro de multiactores enriqueció muchísimo la discusión alrededor de un tema que no ha logrado avanzar, al menos en los países de Centroamérica, como es la agenda de cuidados.
«Valoro como aporte la participación de actores el Estado, de organizaciones de mujeres en sus múltiples iniciativas organizativas y la presencia de la academia y de la cooperación, que permitió tener un debate más integral», agregó la funcionaria hondureña.
Cuidados en cifras
«El común denominador de las mujeres es el retroceso que vivimos a diario en el hogar, donde hay violencias, asumimos la maternidad y los cuidados, y sorteamos dificultades para ganarnos un sustento», contó la colombiana Amanda Ríos, ex guerrillera e integrante de la Asociación de Mujeres por la Paz con Justicia Social «Las Manuelitas».
La experiencia de estas mujeres articulando iniciativas comunitarias, apoyadas actualmente por We Effect, «ha significado el fortalecimiento de los espacios de cuidado infantil, co-cuidado de las mujeres y también de nuestras capacidades organizacionales», precisó Ríos a SEMlac.
Ríos cuenta sobre una realidad que no es privativa de Colombia. Según datos del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), ya antes de la pandemia de covid-19 las mujeres de la región dedicaban más del triple de tiempo al trabajo no remunerado que los hombres.
La pandemia, además, reforzó la desigualdad en la tasa de actividad económica en detrimento de los hombres. La tasa de participación laboral de las mujeres se situó en 46 por ciento en 2020, frente a 69 por ciento en el caso de los hombres (en 2019 había alcanzado 52 y 73,6 por ciento, respectivamente).
Se calcula, además, que la tasa de desocupación de las mujeres llegó a 12 por ciento en 2020, proporción que se eleva a 22,2 por ciento, si se asume la misma tasa de participación laboral de las mujeres de 2019.
Según Cepal, en 2020, además, se registró una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, que por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares no retomaron la búsqueda de empleo.
Toda esta situación se torna aún más grave en el ámbito rural. La tasa de participación de las mujeres rurales en las actividades de cuidado es de 55,96 por ciento, en tanto que la de sus pares varones es de 29,67 por ciento, según las «Reflexiones sobre el cuidado en zonas rurales. Miradas desde las políticas públicas», de las investigadoras cubanas Yenisei Bombino y Dayma Echevarría, publicado en 2022 por la Friedrich-Ebert-Stiftung (FES).
La situación no va a mejorar. Según la Organización Mundial del Trabajo (OIT), para 2030 se prevé que el número de personas beneficiarias de cuidados ascenderá a 2.300 millones, aproximadamente 100 millones más de personas mayores y 100 millones más de niñas y niños que en 2015.
«Estimaciones de datos de encuestas sobre uso del tiempo muestran que cada día se dedican 16.400 millones de horas al trabajo de cuidados no remunerados, lo que equivale a 2.000 millones de personas trabajando ocho horas al día sin recibir ninguna remuneración. Si se costea esta contribución sobre el salario mínimo, eso representaría el nueve por ciento del PIB Mundial», analizó Moni Pisani Orsini, oficial a cargo de ONU Mujeres en Guatemala.
Para Pisani, es momento de visibilizar el trabajo, de reconocer, redistribuir y reducir el trabajo de cuidados para las mujeres.
Camino a la cita regional
Los resultados del encuentro de tres días fueron recogidos en una declaración que será presentada a los gobiernos de América Latina y el Caribe en ocasión de la XV Conferencia Regional de la Mujer, que se realizará en Argentina, entre el 7 y el 11 de noviembre.
«Las mujeres rurales presentes en el Coloquio Centroamericano entendemos el cuidado de la vida como función social y como derecho de todas las personas, porque sin cuidados no hay sociedad posible. Es responsabilidad de la sociedad y de los estados llevar a cabo las necesarias transformaciones culturales, legales y de políticas públicas para avanzar hacia la construcción de sistemas de cuidados integrales y sostenibles», reza el texto presentado por Sara Avilez Tome, oficial de Género para América Latina y El Caribe de We Effect.
Para las mujeres reunidas en Honduras, es necesario reconocer que existe «una pluralidad de realidades y una diversidad de desafíos en la agenda de los cuidados», resumió Claudia Marcela Gómez Wilson, coordinadora regional de Género de Diakonia, al presentar parte de las relatorías.
No obstante, hay mensajes comunes que pueden llevar a agendas conjuntas que tengan un mayor impacto en la transformación cultural, social y política requerida en torno a los cuidados, agregó.
En ese sentido, se reconocen como fundamentales los intercambios de experiencias, la creación de redes y alianzas, la realización de campañas masivas sobre corresponsabilidad de los cuidados y sistemas de monitoreo y evaluación, con indicadores complejos, que permitan evidenciar los avances o retrocesos.
«Considero como aporte la comprensión de que el tema de cuidados ha sido relegado al ámbito privado y es ineludible que debe pasar a la esfera pública, lo que permita reconocer su importancia y avanzar en la implementación de políticas públicas para recuperar ese equilibrio en la sostenibilidad de la vida», apuntó Gallardo.
«Fue un espacio desafiante, de mucha reflexión y que nos inspira a seguir avanzado», valoró.
«En vísperas de la XV Conferencia Regional de la Mujer, este espacio de discusión ha sido fundamental para llevar una propuesta sólida que permita orientar la toma de decisión a acciones urgentes para el reconocimiento, la reducción y la redistribución de las tareas de cuidados», resumió Moni Pisani.