Los países europeos afirman que quieren contribuir a la total reconstrucción de la Franja de Gaza después de que el Ejército israelí arrasara la región costera palestina. La tarea es ardua. No es que haya que obligar a Israel a indemnizar a las familias de los cerca de 1.400 muertos o a los más de […]
Los países europeos afirman que quieren contribuir a la total reconstrucción de la Franja de Gaza después de que el Ejército israelí arrasara la región costera palestina. La tarea es ardua. No es que haya que obligar a Israel a indemnizar a las familias de los cerca de 1.400 muertos o a los más de 5.000 heridos. Tampoco se trata de forzar al Estado israelí a pagar parte de los 1.500 millones de euros en los que se han valorado los destrozos registrados en las infraestructuras gazauíes durante la reciente ofensiva militar. El problema de Bruselas a la hora de asistir a la franja de territorio palestino que Israel ha cerrado al mundo está en el ordenador de a bordo de la máquina financiadora de los 27.
La Franja de Gaza está regida por Hamás, un grupo calificado de «terrorista» por la UE. Esta circunstancia mina una voluntad europea que hasta ahora se ha traducido en los mayores aportes de ayuda financiera que han recibido los palestinos de parte de la comunidad internacional. «Tenemos que ayudar a la gente de Gaza abriendo las fronteras y evitando que Hamás se rearme de nuevo. Estamos a favor de la paz y absolutamente en contra del terrorismo», exponía la ecuación a principios de este mes el presidente del Europarlamento, el cristianodemócrata Hans-Gert Pöettering.
Sobre cómo resolverla, el alemán poco pudo decir. Al estar la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) en manos del Consejo Europeo, que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión, la cámara de representantes de Europa nada puede resolver. La Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, está en las mismas. Es más, la comisaria europea para las Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, cuestionó hace un mes que la UE pueda asistir a los palestinos, habida cuenta de que Hamás no es un interlocutor para Europa.
«Para la reconstrucción, se necesita un interlocutor enfrente. ¿Tendremos uno?», se preguntaba Ferrero-Waldner. Por lo pronto, la mayoría de los Estados de la UE han movido ficha a favor de Israel. O lo que es lo mismo, en contra de Hamás y de los habitantes de la Franja de Gaza. Tanto es así que la diplomacia del presidente francés, Nicolas Sarkozy, se ha dado de bruces con el ‘no’ de sus socios europeos en la promoción de una declaración de la UE en la que se decía que los 27 estaban preparados para dialogar con un Gobierno de unidad nacional que incluya a miembros de Hamás. Israel logró que Italia, Holanda y, sobre todo, Alemania y la actual Presidencia del Consejo Europeo, en manos de la República Checa, dieran al traste con las intenciones galas. Pese a todo, Francia ha puesto de manifiesto la querencia de algunos Estados por cambiar la actual estrategia europea respecto de Hamás.
Ésta siempre ha metido en el saco de los «extremistas» a dicho movimiento. Europa dice ahora estar a favor de un «Gobierno de consenso» formado por miembros de Hamás y Fatah. En abril de 2007, Ferrero- Waldner denegó toda ayuda a un Gobierno de este tipo. Las imágenes de guerra provenientes de la Franja de Gaza con las que terminó 2008 y empezó este año han despertado la empatía de los líderes europeos hacia los gazauis. Pero tampoco tanto: Mr. Pesc, Javier Solana, ya ha dicho que la UE podría cooperar con un Gobierno Hamás-Fatah «sólo durante un año» y si el gabinete gubernamental está «formado por tecnócratas».