Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
«Hace ocho días me quedé extasiado ante un campamento gitanos que se habían establecido en Rouen…. Lo admirable es que a pesar de ser inofensivos como corderos excitaban el odio de los burgueses, Este odio se debe a algo muy profundo y muy complejo. Es el odio que se tiene al beduino, al filósofo, al poeta, y hay miedo en este odio. Este odio me exaspera, a mí que estoy siempre a favor de las minorías»
Gustave Flaubert, (carta a George Sand)
El pasado 25 de julio un consejo de ministros en Francia decidió desmantelar la mitad de los campamentos ilegales de gitanos en un plazo tres meses. La semana anterior unas gentes del viaje habían cometido actos de vandalismo en unos edificios. Protestaba por la muerte de uno de los suyos abatido por un policía. Se produce un clamor de las personas bien pensantes que interpelan al gobierno. A primera vista se puede pensar que esta medida injusta va en el sentido de reanudar con mano dura la seguridad tras los incidentes que habían tenido lugar durante las escaramuzas con las gentes del viaje. Un análisis más profundo demuestra que este pueblo que bajo diferentes denominaciones se encuentra en la mayoría de los países europeos (incluida Turquía) y en América siempre ha sido marginado y que cada país ha dado muestras de imaginación a la hora de echar fuera de «su territorio» a estas personas intratables a las que se acusa de todos los males de la tierra.
¿Quiénes son?
La población mundial de gitanos es de entre 5,8 y 13 millones de habitantes repartidos en doce países principales de Europa, entre ellos Turquía con entre un millón y millón y medio de personas. Su religión es mayoritariamente la religión local (catolicismo, ortodoxia, islam…) con aportes endógenos. El origen de los gitanos ha sido objeto de todo tipo de fantasías. La hipótesis india es la hipótesis sobre la que se ponen de acuerdo la mayoría de los etnólogos en la India brahamánica. La distribución de su grupo sanguíneo ABO es coherente con la de las castas guerreras del norte de India. De hecho, un estudio publicado recientemente en la revista Nature sugiere que los gitanos están emparentados con los cingaleses de Sri-Lanka, originarios ellos también de India, desde donde algunos de estos grupos migraron hacia la llanura iraní y Asia central donde se les llama kaoulis y djâts (1).
Los gitanos llegaron así a Europa, a Anatolia y a las puertas de Egipto. Tsiganoi entre los bizantinos (de donde procede la palabra zíngaro), cingene entre los turcos, los gitanos podrían, pues, haber abandonado el norte de India hacia 1.000 a. C., y haber atravesado lo que es hoy Afganistán, Irán, Armenia, una gran parte del Cáucaso y Turquía. La emigración gitana hacia Estados Unidos comienza con la colonización, con pequeños grupos en Virginia y Louisiana. En el siglo XX las grandes oleadas de migraciones cesaron con la Primera Guerra Mundial (1).
Se les encuentra incluso en el norte de África. En Argelia los gitanos* se entendían bien con el pequeño pueblo indígena; las mujeres que decían la buena ventura frecuentaban a nuestras madres. Mucho después una canción de Mouloudji «Mon pote le gitan» [Mi colega el gitano] marcó a nuestra generación. Se puede escuchar en la página web http://www.frmusique.ru/texts/m/mouloudji_marcel/mouloudji.htm.
El calvario milenario de los gitanos
Resulta curioso constatar que el pueblo gitano, con las diversas denominaciones que ha tenido según el lugar y la época, siempre ha sido objeto de ostracismo e incluso de persecución desde hace más de un milenio a mediad que atravesaban las épocas con abnegación y apegándose a su identidad, la cual han tratado de borrar sobre todo los países europeos, cada uno a su manera. El factor que se esgrime [para ello] hace a los gitanos responsables de todos los males en nombre de la seguridad.
Thomas Hammarberg, Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, nos ofrece una descripción sin concesiones del calvario de los gitanos: «Los diversos grupos de gitanos han sufrido en Europa quinientos años de persecución vergonzosa desde que llegaron de India al final de una larga migración. Los métodos represivos eran variados, e iban desde la esclavitud a la masacre pasando por la asimilación forzada, la expulsión y el internamiento. Se consideraba a los gitanos poco fiables, peligrosos, criminales e indeseables. Eran estos extranjeros a los que se podía convertir fácilmente en chivos expiatorios cuando las cosas se ponían mal y la población local no quería asumir la responsabilidad de ello. Desde 1666 Luis XIV decreta en Francia que todos gitanos deben ser perseguidos y enviados a galeras sin proceso.
En Valaquia y en Moldavia los gitanos vivieron en la servidumbre durante siglos, hasta 1855, fecha en la que finalmente se emancipó a los últimos esclavos gitanos. En España un día de 1749 fueron detenidos más de diez mil gitanos en el marco de una acción militaro-policial cuidadosamente planificada. Según un eminente hombre de Iglesia que aconsejaba al gobierno, el objetivo de esta operación era «erradicar a esta sucia raza que era odiosa a Dios y perniciosa para el hombre». (…) En el siglo XVIII, bajo el imperio Austro-Húngaro, las autoridades aplicaron una política de asimilación forzada. Se separó a los niños gitanos de sus padres y se prohibió a los gitanos casarse entre ellos. (…) En el siglo XX los fascistas también la tomaron con los gitanos. En 1926 se publicó una circular que ordenaba la expulsión de todos los gitanos extranjeros» (2).
La «Shoah de los zíngaros»
«Así, en la Italia fascista los gitanos estuvieron expuestos a discriminaciones y a persecuciones. Muchos de ellos fueron detenidos en campos especiales, otros fueron enviados a Alemana o a Austria y más tarde exterminados. En Rumanía el régimen fascista de la «guardia de hierro» inició las deportaciones en 1942. Como muchos judíos, unos 30.000 gitanos fueron desplazados a Transnistria donde conocieron el hambre, las enfermedades y la muerte. Sólo la mitad aproximadamente de ellos consiguieron sobrevivir a los dos años de privación extrema que padecieron antes de que cambiara la política» (2).
«Solamente algunos miles de gitanos sobrevivieron en Alemania al Holocausto y a los campos de concentración. Tuvieron enormes dificultades para construirse una vida nueva tras haber perdido a tantos miembros de sus familias y hacer visto sus bienes destruidos o confiscados. Además, muchos de ellos eran presa de enfermedades. Ahora bien, durante el periodo post-hitleriano no se les hizo justicia a estos supervivientes. La exterminación masiva de gitanos no atrajo la atención en el proceso de Nuremberg, lo cual es significativo. En el discurso oficial apenas se reconoció el genocidio de los gitanos (Samudaripe ou Porrajmos). Desgraciadamente, esta negación pasiva de la siniestra realidad no podía sorprender demasiado a los propios gitanos porque durante generaciones habían sido tratados como pueblo desprovisto de historia (…) Se olvidó un plan anterior ideado por los racistas nazis cuyo objetivo era mantener a algunos gitanos «de raza pura» en una especie de museo antropológico, mientras que otros gitanos, en particular niños, fueron sometidos a las crueles experiencias médicas de Josef Mengele. Se estableció una política de esterilización forzada, con frecuencia son anestesia» (2).
«La eliminación sistemática de los gitanos empezó durante el verano de 1941 cuando las tropas alemanas atacaron la Unión Soviética. Se les consideraba espías y fueron fusilados en masa por el ejército alemán y por las SS. En diciembre de 1942 el régimen nazi decidió deportar a Auschwitz a todos los gitanos del «Reich alemán». Ahí tuvieron que llevar un triángulo negro y se les tatuó una Z en el brazo. Tenían la tasa más alta de mortalidad de todos los detenidos del campo: 19.300 de ellos perdieron la vida ahí. De esos, 5.600 fueron gaseados y 13.700 murieron de hambre, de enfermedades o a raíz de las experiencias médicas practicadas con ellos. Se sigue sin saber cuántos gitanos en total fueron víctima de las persecuciones nazis. (…) Según las fichas de información del Consejo de Europa, es muy probable que esta cifra se eleve al menos a 250.000 personas. Según otros estudios creíbles, más de 500.000 gitanos perdieron al vida y quizá incluso muchos más (…)» (2).
Paradójicamente, la primera mitad del siglo XX, época de liberalización en toda Europa, fue la más dura para las «gentes del viaje». La represión del nomadismo se conjuga con el éxito de las teorías eugenistas sobres la «protección de la raza» en los medios científicos. De hecho, ningún país de Europa se libraba de las ideas racistas. En Suecia, país neutral, ya en la década de 1920 las autoridades habían establecido un programa de esterilización cuyo objetivo eran fundamentalmente los gitanos (y que prosiguió hasta la década de 1970). También en Noruega se presionó a los gitanos para que se esterilizaran. Suiza y Suecia, por citar dos democracias consideradas ejemplares, establecen una legislación que tiene por objetivo destruir la cultura zíngara, con el asentimiento o la aprobación de la mayoría de la población.
En Suiza el departamento federal de justicia y policía planifica en 1930 el secuestro de niños mayores de diez años. En 1926 la fundación Pro-Juventute ya había llevado a la práctica la operación «Los niños de la carretera general», que secuestra a la fuerza a los niños jenische (zíngaros de Suiza) para reeducarlos en familias de acogida sedentarias, orfanatos e incluso asilos psiquiátricos al considerarlos «degenerados». En efecto, el doctor Alfred Siegfried, director de la operación, considera a los jenische genéticamente mentirosos y ladrones. La operación sólo acabará en Suiza en 1972. El término zíngaro más corriente para designar este genocidio es Porrajmos, que literalmente significa «acto de devorar». «Nacidos para robar» es el titular del número del 10 de julio de 2008 del semanario italiano Panorama. «En cuanto nacen se les adiestra para robar, asaltar, mendigar. Y si no obedecen, hay golpes y violencia», afirma esta revista. Suecia practica una política similar hasta 1975, la misma Suecia que después de las decisiones francesas de expulsión se compadece el 30 de julio y pide que «se ocupen» de los zíngaros…
Hay que indicar, sin embrago, que algunos países tratan de hacer justicia al pueblo gitano integrándolo sin destruir su identidad. Se puede citar un buen ejemplo de comportamiento inverso, escribe Thomas Hammarberg: «En 2003 el gobierno de Bucarest tomó la decisión de crear una Comisión del Holocausto que posteriormente publicó un importante informe sobre la represión y las masacres en Rumanía durante el periodo fascista. La historia nos da lecciones sobre la manera de hacer frente al actual ascenso de la oposición a los gitanos en algunos países» (2).
Se puede citar un segundo ejemplo según el testimonio de una Comisión de la Asamblea Parlamentaria donde se lee: «La Comisión quisiera señalar un proyecto ejemplar llevado a cabo en Turquía en favor de los gitanos. El gobierno turco invitó a representantes de la comunidad gitana a un intercambio de opiniones con el ministro de Estado, Faruk Celik. El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan lanzó el proyecto. El 14 de marzo de 2010 tomó la palabra ante 15.000 gitanos invitados a Estambul procedentes de todas las regiones de Turquía para una reunión festiva en un estadio. Este acontecimiento festivo estuvo marcado por grandes manifestaciones de alegría y de apreciación mutua. Su objetivo es mejorar considerablemente las condiciones de vida de los gitanos en Turquía y cambiar la manera como la opinión pública percibe a los gitanos. El proyecto comportará unas medidas concretas para reforzar las posibles ofertas a los gitanos, como transporte escolar gratuito, ayudas especiales para los estudios y mejora de las condiciones de alojamiento, así como iniciativas que tienen por objetivo suprimir la discriminación respecto a ellos. Es un proyecto único en Europa (…)» (4).
El 26 de julio París apeló a sus socios europeos a preocuparse por la buena integración de sus ciudadanos gitanos. El periódico de Bucarest Adevarul denuncia el carácter discriminatorio de la política propuesta por Francia: «Una vez más, bajo el fondo de la cuestión zíngara la Unión Europea señala con dedo acusador a Rumanía. (…) ¿Empieza Europa a estar perturbada por estas «redes de tráfico de niños, de prostitución y de mendicidad» mencionadas por Pierre Lellouche? Lellouche ha vuelto a clamar que los Estados europeos eran responsables de las acciones de sus ciudadanos y que, por consiguiente, Rumanía era la primera responsable de los actos de los gitanos de Rumanía, encargada como está de velar por su buena integración. Bien. Y ahora, ¿qué querría este señor? ¿Repatriar por la fuerza a quienes se fueron? ¿En virtud de qué ley? ¿Retener por la fuerza a los rumanos que se quieren ir? ¿En virtud de qué reglamentaciones? Los zíngaros rumanos son tan europeos como el señor Lellouche y disfrutan del mismo derecho a circular libremente en el seno de la Unión Europea. ¿O quizá sería posible que en cierto modo Pierre nos exhorte a llevar a cabo una política de discriminación racial? Si estos señores europeos no están contentos hubieran debido reflexionar sobre esta cuestión antes de integrarnos en la Unión Europea sin que estuviéramos verdaderamente preparados para ello. Pero eso es otra historia…» (5).
A pesar de todas las miserias sufridas, la mayoría de los gitanos sigue sin renunciar a su cultura ni a su modo de vida. La pregunta que podríamos hacernos es la siguiente: ¿por qué este pueblo que ha sufrido tanto desde siempre y que sigue siendo objeto de ostracismo no ha tenido derecho a que se reconozca su shoah? ¿Por qué no tiene derecho a indemnizaciones? ¿Por qué no tiene un hogar ni derecho a crear su propio Estado? Se nos dice que «la Asamblea [del Consejo de Europa] anima a los Estados miembro que no lo han hecho todavía a presentar excusas a la comunidad gitana por las injusticias y sufrimientos padecidos en el pasado». ¿Acaso es una manera de saldar cuentas por unas persecuciones cotidianas y atemporales? Dejamos concluir a Thomas Hammerberg: «El discurso de hoy contra los gitanos es exactamente igual al que empleaban los nazis y los fascistas antes de que empezara el extermino en masa de las décadas de 1930 y de 1940. De nuevo se pretende que los gitanos son una amenaza para la seguridad y la salud pública. No se hace distinción alguna entre un puñado de delincuentes y la aplastante mayoría de la población gitana. Es una actitud vergonzosa y peligrosa». ¡Tiene toda la razón!
Notas:
1. Según Wikipedia [en francés].
* En castellano en el original (n. de la t.)
2.Thomas Hammarberg » L’histoire honteuse de l’antitsiganisme en Europe est oubliée – et se répète «, 29 Juillet 2010, publié la première fois le 1er décembre 2008 , http://info-palestine.net/article.php3?id_article=9162
4. La situation des Roms en Europe , le 13 avril 2010
5. Adrian Halpert : Les tsiganes sont des Européens comme les autres , Adevarul 29.07.2010, http://www.courrierinternational.com/article/2010/07/29/les-tsiganes-roumains-sont-des-europeens-comme-les-autres
Pr Chems Eddine Chitour : Ecole Polytechnique Alger enp-edu.dz
Fuente: http://www.mondialisation.ca/index.php?context=va&aid=20540