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Cumbre de Panamá

Los invisibles salen a escena

Fuentes: Rebelión

El imperialismo goza de cabal salud. Aún esquilma a América Latina. Estados Unidos sigue siendo «el patrón de patrones». Pero en la pasada, VII cumbre de las Américas, celebrada en Panamá, Panamá, podemos congratularnos de haber presenciado, emblemáticas postales históricas, de importantes triunfos político-simbólicos, obtenidos por esos sectores sociales, a los que el gran Eduardo […]

El imperialismo goza de cabal salud. Aún esquilma a América Latina. Estados Unidos sigue siendo «el patrón de patrones». Pero en la pasada, VII cumbre de las Américas, celebrada en Panamá, Panamá, podemos congratularnos de haber presenciado, emblemáticas postales históricas, de importantes triunfos político-simbólicos, obtenidos por esos sectores sociales, a los que el gran Eduardo Galeano, llamó los invisibles, cuya reciente hazaña muestra, que al menos a veces, los triunfos de los justos son posibles.

Cuba doblegó a Estados Unidos: David derrotó a Goliat

El 31 de enero de 1962, a petición de Estados Unidos, los gobiernos de Venezuela, Colombia y Puerto Rico solicitaron a la Organización de Estados Americanos la expulsión de Cuba. La propuesta de resolución obtuvo 14 votos a favor y dos en contra. Solo México y Cuba se opusieron a los designios imperiales. De entonces a la fecha, Estados Unidos fraguó todo tipo de artimañas para reventar al Partido Comunista de Cuba y socavar la decisión existencial colectiva de construir un país socialista. No lo logró. La revolución cubana sobrevivió (con todo y sus contradicciones). Pocas veces en la vida, podemos decir que hemos tenido el privilegio de contemplar el triunfo de David sobre Goliat.

Un indio aymara amonesta a Barak Obama

En septiembre de 2003, surgió en Bolivia un movimiento insurreccional, que abrió el camino a una revolución efectuada, en pleno siglo XXI. El historiador Adolfo Gilly describe así a dicho movimiento: «El 17 de octubre de 2003, aymaras, campesinos, trabajadores y trabajadoras con empleo y sin empleo, vendedoras de los mercados y de las calles, estudiantes indígenas, mineros, migrantes de los cuatros rumbos, la indiada pues, la indiada tan temida… tomaron La Paz, y derribaron al Presidente de la República de los Señores y de los Ricos, Gonzalo Sánchez de Lozada» (Gilly, (2009) Historias Clandestinas, La Jornada, México, p. 26). Ese movimiento llevó a la Presidencia a Evo Morales, quien en 2006, durante su toma de posesión recordó que: «hasta 1952 [a los indios] no se nos permitía entrar en la Plaza Murillo». Durante la VII cumbre de las Américas el indio aymara Evo Morales amonestó a Barak Obama y le pidió respetuosamente que dirija un país pacífico y solidario, y que no se deje someter por la tiranía del capital financiero y la industria de las armas.

De la psicología de guerra a la presencia de un tercero democrático

El 19 de diciembre aproximadamente a las 11:30 de la mañana sin mediar declaración de guerra, Estados Unidos invadió Panamá, mediante la «Operación Causa Justa», cuyo objetivo real era mantener el control del canal de Panamá, al aproximarse el plazo en que debería ser devuelto a ese país istmeño. Los aviones estadounidenses bombardearon los barrios El Chorrillo y Mexicanos. El 20 de diciembre Guillermo Endara, rodeado por una escolta de marines, juró como nuevo «presidente» de Panamá, en una base militar estadounidense. El auténtico presidente de Panamá, General Manuel Antonio Noriega, opuso resistencia y se refugió en la nunciatura apostólica. Los psicólogos del ejército estadounidense, estudiaron las fobias del general, y llegaron a la conclusión de que la mejor manera de torturarlo y obligarlo a rendirse sería propinarle sendas dosis de heavy metal. Instalaron potentes altoparlantes afuera de la nunciatura, y espetaron maremotos sonoros de rock, hasta que Noriega se entregó. Así solía Estados Unidos tratar a la región.

La explotación de la zona sigue siendo una realidad contundente, pero en esta ocasión, y gracias a una década de luchas populares-electorales (complejas y contradictorias) un sólido bloque de jefes de estado, impulsores de la CELAC, le exijieron a Barak Obama deponer su actitud intervencionista contra Venezuela. El 13 de marzo, Dilma Rousseff sostuvo una conversación telefónica con Joe Biden, y le planteó la importancia de reducir las tensiones entre dicho país y la república bolivariana. El miércoles 8 de abril, la presidenta habló con Nicolás Maduro, Presidente de Venezuela, y le compartió que los países de la región solicitarían a Obama distender el conflicto con Caracas. El presidente Maduro aceptó trabajar en esa dirección. Durante la cumbre el presidente venezolano reiteró su petición de derogar el absurdo Decreto Ejecutivo estadounidense del 9 de marzo y suspender las conspiraciones antidemocráticas orquestadas desde la legación de Estados Unidos en Venezuela. La presencia de un tercero democrático (la CELAC) infringió un alto costo a Barak Obama y le obligó a rectificar su discurso. Sería ingenuo creer que eso desactiva el conflicto, pero debemos aquilatar el triunfo diplomático de la región.

Obama se reunió en Jamaica con los presidentes de CARICOM y en Panamá con los de Centroamérica, para impulsar una especie de Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que fracture la integración latinoamericana promovida por UNASUR; la Patria Grande sigue amenazada, pero debemos paladear los logros conquistados por las luchas populares: el triunfo cubano, la amonestación aymara a Obama y la distensión relativa lograda por la presión de la CELAC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.