Paraguay es considerado uno de los países más corruptos del mundo desde hace más de 20 años, basada en la percepción de sus propios ciudadanos.
Pero, mucho antes, hubo una guerra, la de la Triple Alianza, para establecer la corrupción en Paraguay, promovida por esclavistas y colonialistas, con el objetivo de saquear la República, mediante la instalación de gobiernos títeres a los mandados del sistema financiero anglosajón.
En ese contexto, recientemente Estados Unidos intervino una vez más en la vida política del país, al acusar y sancionar al expresidente de la República, Horacio Cartes, y al vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, por “significativamente corruptos”, dos ejemplares del mismo sistema de corrupción, instalado en el país hace 150 años.
Paraguay es una nación con independencia “tutelada”. Por ello, la soberanía en determinadas áreas del poder solo se ejerce con la aquiescencia de potencias regionales o mundiales. La independencia plena se había perdido en 1870, tras la Guerra contra la Triple Alianza.
Los “cambios” que pretenden afirmar la soberanía nacional están sujetos al veto de las embajadas, casi siempre de los Estados Unidos en los últimos 100 años, y en determinados casos de la embajada del Brasil y de la Unión Europea, o, en el peor de los escenarios, por los gerentes de las empresas transnacionales.
En 1863, en los prolegómenos de la Guerra de la Triple Alianza, el presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, escribió una carta a su buen amigo (sic) Francisco Solano López, presidente de la pujante e independiente República del Paraguay. Lincoln se identificaba con López por su férrea defensa de la independencia nacional y por las coincidencias ideológicas: ambos eran antiesclavistas y contrarios al colonialismo inglés en expansión (Rush, 2021)
Lincoln estaba, en ese momento, librando la despiadada Guerra Civil de Secesión, liderando a los unionistas contra los esclavistas confederados del sur de los Estados Unidos; esa guerra fue orquestada y financiada por los banqueros ingleses. Los británicos nunca perdonaron a los independentistas haber perdido su colonia en la Revolución 1776-1789, que desembocó en la independencia de los Estados Unidos. Los esclavistas eran importantes proveedores de algodón, producido por mano de obra esclava, a la novel y potente industria textil británica, que vendía a todo el mundo.
Los banqueros británicos odiaban a Lincoln, quien logró que el Congreso de los Estados Unidos aprobara el Acta de Ley de Moneda de Curso de Legal en 1862, dando respaldo al Tesoro, (Ministerio de Hacienda) a emitir papel moneda llamado “Greenback” para financiar la guerra contra los secesionistas. De ese modo, Lincoln evitó que el Estado pagara intereses de usura a los banqueros, de entre el 24 al 36 %. Con la nueva ley, el gobierno podía imprimir los dólares necesarios, libres de deudas e intereses (Lendman, 2016)
El 15 de abril de 1865, pocos días después de la capitulación de los confederados, Lincoln era asesinado en Washington por John Wilkes Booth, un fanático defensor del esclavismo, cuya conexión con los banqueros era evidente.
Obviamente, años después, los dueños de los bancos de nuevo se hicieron con el control del dólar, dando luego al nacimiento a la Reserva Federal el 23 de diciembre de 1913, la famosa FED, que funciona como el Banco Central de los Estados Unidos en manos privadas. Estados Unidos volvió a caer bajo el dominio de los británicos, pero desde el sector financiero, que se deslocalizó del Reino Unido y se entronizó en la patria de Lincoln para extender su dominio imperial a todo el mundo.
Sin embargo, en Estados Unidos hubo un pacto entre la industria financiera parasitaria y el capital industrial, con subsidio estatal para el sector manufacturero, fuerte inversión de capital del sector público… y gasto social en educación y atención médica para mejorar la calidad y la productividad del trabajo, entre 1865 a 1914 (Hudson, 2022)
La FED, junto al Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo y el Banco Central del Japón, son las entidades que dominan el sistema financiero internacional de Occidente a través del Banco de Basilea, el banco central de los bancos centrales que funciona en Suiza. La FED está en la cima del “Estado Profundo”, del complejo financiero militar-industrial de los Estados Unidos, el que controla el gobierno de aquel país, y el mundo, mediante el dólar.
La FED es responsable de la impresión de dólares y en consecuencia de la política monetaria de los Estados Unidos. En plena Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos impuso el dólar como moneda universal de intercambio a través del Tratado de Bretton Woods y desde entonces todo el comercio internacional de la banca, la industria del petróleo y las armas, el endeudamiento de las naciones, entre otros, se hacen en dólares, de hecho, obligatoriamente.
La carta que Lincoln dirigió a López escribió dos años antes de la ejecución de los planes imperiales de los británicos contra el Paraguay, a través del esclavista imperio del Brasil, liderado por el emperador Pedro II, y sus coautores del Rio de la Plata, Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento. El presidente Lincoln conocía bien las maquinaciones de la corona británica para seguir expandiendo su imperio colonial, no solo en América, sino en todo el mundo.
En aquella época los ingleses avanzaban en África, de manos de Cecil Rhodes y otros mercenarios, que fueron conquistando vastos territorios para Inglaterra. O en Asia, sometiendo a China con la Guerra del Opio y posteriormente la colonización de la India y otros países del mundo.
El mismo año que fue asesinado Lincoln, en Sudamérica se iniciaba la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay. Esta guerra fue una extensión de la Guerra Civil de Estados Unidos, claramente una guerra de cambio de régimen, de cambio de sistema, para incorporar al Paraguay como productor y proveedor de materias primas y deudor para siempre con el capital financiero internacional y asegurar el sometimiento de todo el Sur del Continente a través de Brasil y Argentina. La narrativa de los vencedores fue que la guerra era contra el “tirano López”, el “my good friend” de Lincoln.
El Paraguay de entonces era una nación que estaba fundada sobre los cimientos del desarrollo industrial y tecnológico, con la utilización de tecnología de punta de la época, consolidando ciudanía basada en los valores de la Revolución Francesa y en la cultura ancestral guaraní, libre y sin esclavos. El Estado paraguayo era un Estado mercantil, que controlaba el comercio nacional e internacional y era propietario del 90 % de las tierras. Prácticamente no había propiedad privada de la tierra. No había embajadas que se entrometían en los asuntos internos del país, no había corrupción, no había analfabetos ni pobres. Por el contrario, lo que era evidente fue una prosperidad nacional en ascenso con proyección continental. Y los poderes del Estado empezaban a funcionar de acuerdo los principios de una República. Un país potente estaba naciendo.
En consecuencia, la Guerra de la Triple Alianza fue una guerra geopolítica imperialista de Gran Bretaña, ejecutada por Brasil y Argentina y apoyada por Uruguay, con el objetivo de destruir el modelo libre, independiente y con soberanía política plena, con la anexión posterior de sus territorios, el genocidio de su población y el saqueo de sus recursos, con imposición de gobernantes títeres o sumisos y, sobre todo, corruptos, hasta el presente.
De acuerdo a investigaciones realizadas en los archivos del Foreing Office, actualmente la Oficina de Relaciones Exteriores del Reino Unido, así como muchas otras investigaciones como la de León Pomer, archivos del gobierno argentino y de investigadores particulares, existen demostraciones fehacientes de las operaciones políticas y diplomáticas para acorralar y destruir la independencia del Paraguay y su posterior sometimiento al sector financiero británico (García, 2009)
Por “instrucciones de la Corona”
La narrativa liberal anglosajona atribuye a la “agresividad” de López contra la Argentina en 1865 como la génesis del Tratado de la Triple Alianza entre Brasil, Argentina y Uruguay contra el Paraguay. Sin embargo, el exterminio del Paraguay independiente se preparó previamente con el “Tratado de las Puntas de Rosario del 18 de junio de 1864”, acordado entre Venancio Flores, un militar uruguayo exilado al servicio de Mitre que luego derrocó al gobierno legítimo de su país; Rufino Jacinto de Elizalde, político y diplomático argentino al servicio de Mitre; y José Antonio Saraiva, diplomático brasileño bajo la férula del emperador Pedro II del Brasil, con la participación del embajador inglés Edward Thornton en representación y por instrucciones de la Corona Británica. (Rela, 2012)
La participación de Thornton fue determinante, ya que estaba patrocinado por los intereses corporativos británicos-europeos como de los Barings Brothers y Rothschild de Londres, buques insignias de la expansión inglesa.
Paraguay no tuvo la suerte de Estados Unidos de derrotar a los mercenarios de la corona inglesa. López y su ejército fueron vencidos luego de cinco años de una cruelísima guerra de exterminio. En un reciente informe de la Comisión de Verdad y Justicia del Parlasur (Parlamento del Mercosur, 2022) se concluyó que Paraguay perdió en dicha guerra el 65 % de su población, incluyendo niños que murieron luchando contra los invasores, muchos de ellos esclavos enviados por el Imperio del Brasil.
La paga para los mercenarios fue la anexión del 30 % del territorio paraguayo. Y los ingleses se entronizaron como acreedores de vencidos y vencedores: Los banqueros ingleses instalaron su cabecera de playa en todo el Sur del Continente, para el endeudamiento creciente de las naciones.
La Argentina de Mitre y Sarmiento financiaron la guerra contra el Paraguay con aportes de particulares, como del inglés Mr. Tomás Amstrong, director de Ferrocarril Central Argentino y ex presidente de la Bolsa de Comercio y vocal del Banco de Buenos Aires, quien otorgó 50.000 pesos anuales durante la contienda. El Banco de la Provincia de Buenos Aires, administrado por los ingleses, proveyó de fondos durante toda la guerra, con garantía de los ingresos de la Aduana. El Banco de Londres, filial Buenos Aires, que se instaló tres años antes del inicio de la guerra, adelantó fondos para la misma, reembolsados luego con préstamos obtenidos en una banca de Londres.
La virtual anexión financiera de Argentina por parte de Inglaterra se produce con un préstamo avalado por el gobierno de 1.800.000 libras esterlinas, lo que produjo un endeudamiento de 2.500.000 libras, incluyendo las tasas usurarias. Este préstamo fue otorgado por la Barings Brothers de los ingleses; todos para financiar la guerra y la posguerra contra el Paraguay.
El imperio del Brasil, a su vez, obtuvo financiación para la guerra por parte de la banca británica de la familia Rothschild, por un monto de 6 millones de libras esterlinas, que sobre al final de la contienda, otorgó otros 3 millones más de la misma moneda, aumentado más la dependencia financiera del Brasil con la banca privada inglesa.
En cuanto a Uruguay, los préstamos llegaron a través del barón de Maua del Brasil, quien era un testaferro de la banca Rothschild en la región. Al final de la guerra, los charrúas ya debían a los ingleses 3.500.000 libras. (García et al. 2009)
El huevo de la corrupción
Paraguay de López era la única nación de Latinoamérica que no tenía deuda externa. Pero, tras la guerra, fue obligado por los vencedores a pagar los gastos emergentes de la contienda y para ello se impuso un préstamo de la Barings Brothers del Reino Unido por 1 millón de libras. De ese monto, se descontaron 200 mil libras por gastos, amortizaciones e intereses, entre otros, y al final ya no llegó nada al Paraguay. Entonces, se le impuso otro préstamo, esta vez de 2 millones de libras, con garantías de las tierras del Estado paraguayo.
No hubo piedad contra el vencido que ya era un país espectral, poblado por viudas violadas y huérfanos escarnecidos en el alma. Aun cuando ya estaba vigente la “Doctrina Monroe”, en el imaginario del hombre bueno subyace la idea que otra hubiera sido la suerte de Paraguay si Lincoln seguía como presidente de Estados Unidos.
En pocos años de la postguerra, Paraguay quedó debiendo a los ingleses 7.500.000 libras, con las tierras hipotecadas que empezaron a ser rematadas y privatizadas. La corrupción prolífica del liberalismo inglés empezaba a incubar sus huevos en Paraguay, tras pagar un altísimo precio por su “libertad” y el acceso a la “civilización” Occidental eurocéntrica. Paraguay volvió al colonialismo, con la pérdida de su independencia. La industria financiera transnacional imperialista se había instalado en Paraguay.
Esta génesis de la corrupción incubada por el imperio británico y sus vasallos en Paraguay quedó al descubierto en una carta de José Segundo Decoud en 1909, uno de los fundadores de la Asociación Nacional Republicana, ANR, conocida como Partido Colorado. La carta estaba dirigida a su esposa, un día antes de quitarse la vida.
“Jamás acepté el despojo de la nación. Por eso no acumulé fortuna. Otros, cubiertos bajo el palio de mi entrega total de la República, forjaron inmenso patrimonio poniendo el pueblo en almoneda…, ¿Quiénes son los favorecidos? Los que tienen opulentos palacios en Asunción y grandes estancias en la campaña y puertos en litoral que compiten con el capitaleño, pero con un tráfico reconocidamente ilegal. ¿Y los beneficiarios de los grandes empréstitos, como los Gill, Bareiro y el Gral. Caballero?” (Doratioto, 2011)
Decoud acusaba claramente que quienes se enriquecieron en la posguerra lo hicieron con el despojo de la nación, mediante lo cual forjaron su patrimonio, rematando los bienes del pueblo. Pero, además, puso el dedo en la llaga superior al señalar a los beneficiarios de los préstamos hipotecarios y leoninos, entre ellos el general Bernardino Caballero, su compañero en la fundación del Partido Colorado.
Tras la muerte de Decoud – considerado legionario por haber integrado las huestes de los aliados para luchar contra los paraguayos, so pretexto de combatir la “tiranía de López” – se rediseñó la doctrina de dicho partido y se fue decantando en términos políticos por el nacionalismo, pero liberal en lo económico. El otro partido fundado tras la epopeya del 70, el Liberal, que inicialmente se denominaba Centro Democrático, también fue integrado por legionarios, aunque ningún legionario relevante firmó el acta de fundación de este partido.(Bareiro, 2011)
Guerra cultural
Entonces, durante todo el Siglo XX los dirigentes de ambos partidos se acusaban de haber prohijado en su seno a los traidores de la patria, a los legionarios, fanatizando a la población por uno y otro partido. El neocolonialismo anglosajón alcanzó plenamente su objetivo: dividir a la población en dos bandos hasta el punto del odio, provocando en más de una ocasión guerras fratricidas. La Guerra de la Triplea Alianza se extendía a la guerra cultural, un intento serio de exterminar la cultura nacional guaraní, advertida en su momento por el ilustre argentino Juan Bautista Alberdi, férreo detractor de Sarmiento y Mitre.
Pero fue bajo la longeva dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989) cuando más se exacerbó el odio contra los “legionarios”, en cuyas alas se fortaleció la guerra fría impulsada por Estados Unidos, para perseguir a paraguayos so pretexto de la lucha contra el comunismo, en supuesta defensa de la libertad y la democracia. Y en ese marco la corrupción creció exponencialmente: La dictadura no tenía pueblo sino adulones y para ese efecto compraba lealtades.
Cuando Stroessner ya no era útil al nuevo diseño de acumulación del capital, fue derrocado para dar paso al neoliberalismo en Paraguay, al Consenso de Washington, formulado por Estados Unidos y Gran Bretaña para reimpulsar el proceso de acumulación del capitalismo, con la desregulación de las economías de los países en desarrollo. Stroessner fue reemplazado, parodiando democracia, por sus herederos políticos, con toda la herencia corrupta y criminal, en gran medida por los integrantes del Partido Colorado, con apoyo tangencial de los liberales en varios tramos y de algunos socialdemócratas, como el “Pacto de Gobernabilidad” en 1995; el cogobierno de 1999-2003 y el golpe de Estado parlamentario de 2012. (Méndez, 2019)
Ese periodo poststronista fue denominado de transición a la democracia. Pero en la práctica lo que hubo fue una transición a una mayor corrupción. Es el caso del gobierno de Juan Carlos Wasmosy (1993-1998) cuando se produjeron los peores saqueos en las arcas públicas, sobre todo en el sector financiero, supuestamente para sanear las entidades bancarias.
Para ese efecto, los herederos de Stroessner diseñaron un nuevo modelo de dominación: El control total de los tres poderes del Estado, remedando democracia, para diferenciar del modelo dictatorial de Stroessner. De modo que los corruptos y salteadores del pueblo, de la hacienda pública, siempre quedan impunes, con el blanqueamiento de sus crímenes por el Poder Judicial, controlado por el Congreso y el Poder Ejecutivo con la imposición de jueces venales.
Intervención de Estados Unidos
Estados Unidos intervino en varias ocasiones la “transición” paraguaya en defensa de sus intereses. Primero en el “blanqueamiento” del general Andrés Rodríguez, quien amasó una fortuna increíble con la protección del tráfico de cocaína, que la misma Policía Federal de los Estados Unidos había denunciado en la década del 70 del siglo pasado; intervino en la postulación de Wasmosy, callando el atronador fraude en la interna del Partido colorado en 1992 contra Luis Argaña, porque éste era contrario al neoliberalismo.
Sus agentes estuvieron involucrados en el asesinato del general Rosa Rodríguez en 1995, quien fue ultimado en medio de una agria disputa de los cárteles de la droga por el control del tráfico de cocaína en Paraguay.
Estados Unidos manejó los hilos del golpe de Estado contra Raúl Cubas Grau (1998-1999), un gobierno de derecha que no era del agrado de los norteamericanos, por tener el apoyo del general Lino Oviedo, que no tenía “credencial democrática” del Departamento de Estado; el trasfondo fue el tráfico de drogas y otros negocios. Y el denominado “marzo paraguayo” entronizó de nuevo a los herederos de Stroessner, con apoyo de liberales y socialdemócratas.
La feroz disputa de las mafias desembocó en una fractura mayor del Partido Colorado, que posibilitó el triunfo del independiente Fernando Lugo en 2008, con lo cual se puso fin a 60 años de gobiernos colorados. Cuando a Estados Unidos le pareció que Lugo no cumplía con la democracia “basada en reglas”, en la misma sede de la Embajada se realizaban reuniones cuasi abiertas para promover la destitución de Lugo (Diario ABC Color, 2010) la cual se logró con una parodia de juicio político, donde se encontraron una vez más aliados a colorados y liberales, posibilitando la llegada a la presidencia de la República de Horacio Cartes en 2013. Todo planeado.
Desde finales del 2022 hasta el presente, Estados Unidos colgó sobre el Partido Colorado la espada de Damocles: Hay algunas cabezas de los monstruos que han criado que serán cortadas, como la de Horacio Cartes y Hugo Velázquez, en un intento por persuadir a todo el Partido – que le fuera útil a sus intereses por tantas décadas – ante la pestilencia de la corrupción que ha llegado a la ribera del rio Potomac, en las narices de Washington.
Pero Cartes ya estaba siendo monitoreado por Estados Unidos por lo menos desde inicio del presente siglo, teniendo en cuenta los cables de la Embajada en Asunción e interceptados y publicados por Wikileaks en 2011, reproducidos por varios periódicos locales, entre ellos ABC Color (Cálcena, 2011). Es decir, para Estados Unidos no era ninguna novedad que Cartes estaba involucrado en el lavado de dinero proveniente del narcotráfico y otras actividades ilícitas, pero entonces no intervino: dejó engordar el becerro.
A pesar de todos esos antecedentes, Cartes logró colocar bajo su gobierno bonos del Tesoro nacional por cerca de 4.000 millones de dólares en el mercado financiero de Estados Unidos, con lo cual duplicó la deuda externa nacional, entre otros muchos favores al sistema financiero internacional.
Si Paraguay fuese un país independiente, con los poderes del Estado funcionando, Cartes hubiera sido juzgado por los tribunales paraguayos, condenado y encarcelado por sus crímenes, igual que otros corruptos que saquearon el Paraguay y cuyas fortunas están resguardadas en los paraísos fiscales, protegidas por el sistema financiero internacional.
La intervención norteamericana no es otra cosa sino la continuidad de la guerra cultural contra el pueblo paraguayo, para mantenerlo en sumisión y sometimiento y de paso cobrar facturas entre bandas mafiosas de la industria financiera transnacional, controlada por Estados Unidos.
Como se podrá notar, la corrupción en Paraguay no es un destino. Es un constructo del sistema mundo diseñado sobre la base del sistema financiero transnacional especulativo y parasitario, que funciona como una especie de agujero negro mundial de las finanzas, donde se licuan y se blanquean los capitales provenientes del crimen organizado. Para liberarse de ese sistema patrocinado por Estados Unidos y sus élites y aliados, las naciones tendrán que construir soberanía alimentaria, energética, tecnológica y otras necesidades básicas (Hudson et al, 2022). Dicho movimiento está en curso, con China y Rusia a la cabeza, apoyados por más de 100 naciones de todo el mundo.
En Paraguay, miente el político que evoca la heroica inmolación del mariscal López y del pueblo paraguayo en la Guerra del 70, prometiendo luchar contra la corrupción, sin promover la independencia nacional. No es posible combatir la corrupción sin independencia; los poderes fácticos, los intereses de las transnacionales y de las embajadas, impondrán siempre sus agendas, por encima de los intereses nacionales.
En consecuencia, es perentoria la ratificación de la independencia nacional, como paso fundamental para combatir la corrupción y retomar la senda perdida del desarrollo con la Guerra del 70.
Idilio Méndez Grimaldi. Escritor e investigador. Autor del libro “Los Herederos de Stroessner”, miembro del grupo de trabajo “China y el Mapa del Poder Mundial” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.
Referencias.
Bareiro, L. (2011). Fundación del Partido Liberal y del Partido Colorado en 1887. Asunción: Secretaría de Cultura del Estado.
Cálcena, J. (28 de 10 de 2011). EE.UU. investigó a Cartes por lavado de dinero proveniente de drogas, según WikiLeaks. ABC Color.
Diario ABC Color. (03 de Marzo de 2010). Ministro de Defensa reclama intromisión en los asuntos internos a embajadora de Estados Unidos. Grosera carta de ministro a embajadora de EE.UU., pág. 1.
Doratioto, F. (2011). Una relación compleja, Paraguay y Brasil 1989-1954. Asuncion: Tiempo de Historia.
García, G. (01 de 03 de 2009). La Guerra de la «Triple Infamia» y el genocidio del pueblo paraguayo. Inventario22.com.ar, https://www.inventario22.com.ar/textocomp.asp?id=31837#textocompleto, pág. 35.
Hudson, M. (2022). The Destiny of Civilization: Finance Capitalism, Industrial Capitalism or Socialism. Edición digital en los Estados Unidos de Norteamerica: CounterPunch.
Lendman, S. (08 de diciembre de 2016). Los sucios secretos de la Reserva Federal de los EE.UU. (FED) y los bancos que manejan el mundo. https://conacento.info/2016/12/08/los-sucios-secretos-de-la-reserva-federal-de-los-ee-uu-fed-y-los-bancos-que-manejan-el-mundo/, pág. 17.
Méndez, I. (2019, segunda edicion). Los Herederos de Stroessner. Asunción: Arandurá.
Rela, W. (2012). La Guerra contra el Paraguay: los países de la Triple Alianza y las condicionantes de la guerra. Uruguay: Estudios Históricos – CDHRPyB-Año IV- Julio 2012 – Nº 8 – ISSN: 1688 – 5317. Uruguay.
Rush, C. R. (06 de Marzo de 2021). Abraham Lincoln y la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay. Diario Ultima Hora, pág. 5.
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