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Premio a los peores lobbistas de la UE

Los peores cabilderos

Fuentes: IPS

Una ceremonia de premiación poco convencional reconoció esta semana a las empresas que recurren a tácticas de engaño en su intento por torcer las leyes de la Unión Europea (UE) en su beneficio.

Luego de una encuesta por Internet en la que intervinieron 8.500 personas, el puesto de honor del «Premio a los peores lobbistas de la UE» fue compartido entre tres firmas que intentan convencer a los políticos de que los biocombustibles son ambientalmente inocuos.

Abengoa Bioenergy, subsidiaria estadoundidense de una compañía española, la asociación de la industria azucarera brasileña Unica y el Consejo Malasio del Aceite de Palma (MPOC) fueron condenadas por el contenido de sus anuncios publicitarios.

Abengoa aludió, en un aviso, a un supuesto informe de la ecologista Federación Europea para el Transporte y el Ambiente (T&E) según el cual el etanol elaborado a base de azúcar, por ejemplo, era la única solución a la «adicción al petróleo» de la sociedad actual.

T&E jamás realizó tal evaluación. También ha sido muy crítica de los esfuerzos de la UE por aumentar el consumo de biocombustibles como pretexto para evitar medidas que alienten la eficiencia energética en los automóviles.

Otro aviso, emitido por MPOC y calificado de engañoso por la Autoridad Británica de Estándares Publicitarios, sugería que las plantaciones de palma aceitera beneficiaban al ambiente.

Una organización de científicos conservacionistas denunció ante la Autoridad que el anuncio insinuaba que las plantaciones tenían un valor de biodiversidad similar al de los bosques y selvas originales a los que reemplazan.

A la europarlamentaria finlandesa Piia-Noora Kauppi se le asignó en la ceremonia del martes el premio al «peor conflicto de intereses»

Kauupi, que suele participar en todo debate sobre regulaciones financieras, fue contratada por la Federación de Servicios Financieros Finlandeses, que reúne a bancos y firmas d eseguros.

El acuerdo se confirmó en junio de 2008, un año antes del fin de su periodo como legisladora. Kauupi aún figura en los padrones de salarios del Parlamento Europeo. Ella confirmó que propuso proyectos de ley sobre lavado de dinero redactados por bancos europeos del continente.

Kauupi está en licencia maternal actualmente. «No quiero discutir cuestiones de trabajo. Me enteré del premio y no estoy muy contenta al respecto», dijo, consultada por teléfono.

«El ‘premio’ para Kauppi refleja preocupación por el estrecho alineamiento de europarlamentarios con intereses corporativos», dijo Olivier Hoedeman, del Observatorio Europeo de Corporaciones, organización que convocó la ceremonia.

«Se requieren normas más estrictas para impedir conflictos de interés, incluido un periodo de ‘enfriamiento’ hasta que ex europarlamentarios puedan trabajar en lobbys industriales», agregó.

La realización de la ceremonia se postergó por una demanda legal iniciada por uno de los candidatos.

Fritz-Harald Wenig, alto funcionario comercial de la Comisión Europea, fue identificado por el diario británico The Sunday Times este año como dispuesto a ofrecer información delicada a cambio de un pago de 100.000 euros (equivalentes a 129.000 dólares).

Según la versión de The Sunday Times, Wenig hico la oferta ante periodistas que se hicieron pasar por representantes de una empresa china ficticia.

El funcionario alegó que su reputación había sido perjudicada y demandó a los organizadores de la ceremonia, en un intento por anular su nominación.

Pero un tribunal de Bruselas sentenció la semana pasada que la libertad de expresión era más importante que cualquier daño que pudiera sufrir Wenig, hoy investigado por la oficina anticorrupción de la Comisión Europea.

Al contrario de lo que sucede en Estados Unidos, los alrededor de 15.000 lobbistas en Bruselas no están sometidos a normas de carácter obligatorio en materia de transparencia.

Un registro de cabilderos abierto por la Comisión Europea en junio es de carácter voluntario. Ninguno está obligado a aportar sus datos.

«No hay compulsión a anotarse», dijo William Dinan, de SpinWatch, organización que analiza la conducta de la industria de las relaciones públicas. «Pensamos que cualquiera que se dedique al cabildeo engañoso evitaría el registro.»

Apenas cinco por ciento de los lobbistas se han registrado hasta ahora.

Burson-Marsteller, una de las pocas firmas de relaciones públicas registradas hasta ahora, sólo informó que sus actividades les depararon un ingreso de casi siete millones de euros el año pasado.

La compañía no dio detalles sobre cuánto recibió de cada uno de sus clientes, entre los que figuran las farmacéuticas Pfizer, Novartis y Roche, la alimentaria Kraft Foods, la minera De Beers y la aerolínea Continental.