Recomiendo:
0

El ex militar crece en los sondeos y aparece en segundo lugar en la intención de voto

Los pobres de Perú, la base del crecimiento de Ollanta Humala

Fuentes: Clarín

Si un país pobre tiene mayoría de pobres, en algún momento esa masa de desplazados buscará en la acción política hacerse oír. Ocurrió en Ecuador con el coronel Lucio Gutiérrez, quien desde el «antisistema» cosechó el apoyo de las organizaciones indígenas, antes que nada pobres. Sucedió con Evo Morales en Bolivia y más lejos en […]

Si un país pobre tiene mayoría de pobres, en algún momento esa masa de desplazados buscará en la acción política hacerse oír. Ocurrió en Ecuador con el coronel Lucio Gutiérrez, quien desde el «antisistema» cosechó el apoyo de las organizaciones indígenas, antes que nada pobres. Sucedió con Evo Morales en Bolivia y más lejos en el tiempo, con aquel simpático «chinito», Alberto Fujimori, quien en 1990 se cargó sobre sus espaldas el voto antineoliberal, en oposición a la candidatura del escritor Mario Vargas Llosa.

Fujimori terminó escapándose a Japón luego de ser de los mejores alumnos del neoliberalismo en la región y Lucio Gutiérrez apenas duró poco más de dos años, hasta abril pasado, suficientes para abandonar sus promesas de gobernar para los olvidados. Evo Morales está ante la gran oportunidad de gobernar sin renunciar a sus principios ni a sus bases.

El teniente coronel retirado Ollanta Humala ha crecido en las encuestas hasta ubicarse en el segundo lugar en intención de votos, de cara a las elecciones presidenciales peruanas de abril próximo. Este crecimiento nada tiene que ver con los supuestos vínculos y simpatías que le atribuyen con el presidente venezolano, Hugo Chávez, o con Evo en Bolivia.

Ollanta se apoya, con su discurso populista y nacionalista, en esa masa de pobres que creen ver en el ex militar un «mesías» al que pueden seguir en busca de mejores horizontes. En los cinco años de gobierno de Alejandro Toledo, otro presidente que llegó al poder acompañado por una enorme cantidad de pobres que veían en él al «cholo» indigente que con esfuerzo llegó a la cima, fueron pocos los que se beneficiaron del fuerte crecimiento de la economía, casi un 21 por ciento acumulado desde el 2001.

El mapa de la pobreza elaborado por el Ministerio de Economía y Finanzas peruano señala que la pobreza afecta al 56 por ciento de los 25 millones de peruanos, de los cuales 4,7 millones viven en situación extrema. Pero las cifras extraoficiales ubican ese índice por encima del 60 por ciento.

El crecimiento de Humala, quien en octubre del año 2000 encabezó un raro levantamiento militar en el sur del país, justo cuando Vladimiro Montesinos se escapaba del país, se apoya en su discurso encendido, cargado de promesas y vacío de contenido. Más que al Chávez de hoy, Ollanta se asemeja a aquel de 1992 que se sublevó contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez y que tenía inocultables apoyos entre los «carapintadas» argentinos.

La empresa Datum dijo que Flores, de Unidad Nacional, lidera las preferencias con 26%, seguida de Humala, del Partido Nacionalista, con 23%. Y agregó que mientras Flores se estanca, Humala «viene cre ciendo día a día». Con todo, hoy Humala perdería en un ballottage con Flores por 20 puntos.

En sus actos públicos, Humala fustiga al neoliberalismo y a la globalización, crítica a la clase política tradicional, y propone revisar los contratos de las multinacionales en Perú como parte de una revolución nacionalista. Pero subraya que sería «una tontería» ir al choque con EE.UU. De tono autoritario, agita, también un peligroso «guerrerismo» con Chile.

El ex militar, que fue agregado en la embajada peruana en París, nombrado por Toledo, ya tuvo su primer conflicto de campaña cuando su hermano Antauro, también militar y preso por tomar un pueblo a comienzos de año, lo denunció por «populista» y por aliarse con antiguos fujimoristas y empresarios de oscuro pasado.

Su crecimiento, también, se apoya en el desprestigio de los partidos políticos y en la ausencia de organizaciones sólidas, capaces de contener a los más pobres. No hay en ese apoyo popular a Humala, un «giro» de la sociedad peruana hacia la izquierda, como ocurrió en 1985 con Alan García y su discurso cargado de antiimperialismo. Sí parece haber una búsqueda desesperada de los sectores postergados de encontrar un líder que los saque del anonimato.