Ante el próximo fallo de la Corte Internacional de La Haya, que definirá la delimitación marítima de la frontera entre el Perú y Chile, los llamados «patrióticos» de los distintos actores políticos y empresariales resuenan en diversos medios intentando configurar un ambiente de «unidad nacional y de paz» entre peruanos. Sin duda, se trata de […]
Ante el próximo fallo de la Corte Internacional de La Haya, que definirá la delimitación marítima de la frontera entre el Perú y Chile, los llamados «patrióticos» de los distintos actores políticos y empresariales resuenan en diversos medios intentando configurar un ambiente de «unidad nacional y de paz» entre peruanos.
Sin duda, se trata de hermanarnos a los que nos encontramos en franco conflicto: al gobierno con el pueblo víctima de sus ataques como la ley del servicio civil y la ley del profesorado; a empresarios con obreros sobreexplotados, despedidos y con pliegos sin solución; a empresas mineras con comunidades cuyas tierras son invadidas; a estudiantes con autoridades universitarias corruptas y privatizadoras de la educación.
Tan conmovedora es la perorata»patriótica» que ya algunos se comen el cuento. Como los dirigentes de la CGTP que convocan a sus bases, abrumados por problemas laborales, a la «unidad y paz»con los empresarios.
Hay que decirlo con todas sus letras: esos llamados son pura hipocresía. Para el gobierno y los empresarios primero están los negocios. Y los negocios no tienen bandera ni patria. Por ello en su actuar cotidiano ambos pisotean nuestra soberanía nacional.
Son ellos los que han entregado el país a las multinacionales de la minería, del petróleo y del gas, los verdaderos dueños del Perú, multiplicando varias veces el saqueo de la colonización española. Son ellos los que nos han sometido al país a varios tratados comerciales que han hecho del Perú el país de las «oportunidades», y nos han sujetado a organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial, y a gobiernos imperiales como el de Obama y Rajoy.
Ante todos estos verdaderos piratas, los que hoy dicen defender la «patria», se comportan como serviles. Tan serviles que incluso actúan como sus mercenarios. Ollanta ha enfrentado a sangre y fuego a los pueblos de Cajamarca y Espinar en defensa de los intereses de las Newmont y Xstrata. Alan García es responsable de la muerte de decenas de peruanos en el «baguazo» defendiendo el TLC con Estados Unidos y los intereses de las petroleras. Alejandro Toledo es responsable por las muertes en Arequipa y Puno en defensa de las privatizaciones.
Pero ante Chile, un país de nuestra misma condición, a estos mismos señores se les inflama el pecho de nacionalismo. No estamos ante un partido de futbol. Estamos ante un hecho político donde estos auténticos vendepatrias buscan réditos con fines electorales.
Sin embargo, el fallo de La Haya, donde se piensa que algo ganará el Perú, es una especie de reivindicación histórica ante la herida no cicatrizada por el conflicto de 1879, la llamada»Guerra del Pacífico». Si de eso se trata, sucederá exactamente al revés de lo que se espera, porque con el fallo, aun cuanto se declare la soberanía del Perú sobre el trecho de mar en disputa, se zanjará en forma definitiva el problema histórico con Chile, y a voltear la página se ha dicho. ¿Dónde está el»nacionalista» Ollanta Humala que alguna vez marchó con banderas peruanas por la frontera?
¿Quién gana con el fallo?
Definitivamente los trabajadores no ganamos nada. La zona en litigio es particularmente rica en biomasa marina, razón por la cual las grandes empresas dedicadas al rubro de la pesca tienen enormes intereses en que un fallo favorable al Estado peruano les permita ingresar a explotar una porción adicional de mar que valorizan en US$ 200 millones mensuales, tal como hoy hacen las empresas pesqueras chilenas.
Pero el tema no queda ahí. No sólo serán esas grandes empresas las que se beneficiarán de una posible delimitación favorable a la demanda del Estado peruano: además la Sociedad Nacional de Pesquería, así como la CONFIEP, vienen demandando al gobierno que se permita la explotación de los recursos de mar desde la milla 1, tal como sucede en Chile, y no desde la milla 10, como sucede en el Perú en la actualidad.
Así ocurre en todo: somos peruanos, pero los trabajadores tenemos nuestra fuerza de trabajo. Los dueños de las tierras, fábricas, bancos y del mar, es propiedad de los capitalistas, y entre ellos quien domina es el imperialismo.
Perú y Chile
Sin embargo, es evidente que no hay ninguna posibilidad que el fallo lleve a nuestros pueblos a una nueva guerra. Ambos países están integrados comercialmente. Los empresarios peruanos tienen más de US$ 10 mil millones invertidos en Chile, y los empresarios chilenos más de US$ 16 mil millones en el Perú. El emblema de la cocina peruana, Gastón Acurio, es uno de los mayores inversionistas en el país sureño.
Además, en Chile hay más de 70 mil peruanos trabajando, quienes remesan dinero a sus parientes del Perú, y en la frontera hay una intensa actividad comercial: Tacna recibe miles de visitantes chilenos que gastan 24 millones de dólares al mes. Y en camino hay más negocios comunes, en el marco de la «Alianza del Pacífico», bloque comercial que cuenta con la presencia de Colombia y México y que se proyecta hacia el Asia-Pacífico.
Por eso mismo, en ambos países los gobiernos y gremios empresariales se están empeñando, a última hora, en bajar el tono de sus discursos chauvinistas, para resaltar que el fallo al zanjar definitivamente el tema fronterizo dará inicio a una nueva etapa en las relaciones de ambos países.
La «unidad nacional»
Entonces, ¿a qué viene tanta alharaca sobre la «unidad nacional»? La respuesta la ha dado el propio Humala: la»unidad nacional» no es sólo para el fallo, sino para después de él. Para apoyar al gobierno y sus medidas.
Un gobierno que cada día cae en las encuestas, que es vilipendiado desde todos los sectores, que enfrenta conflictos como la de los estatales contra la ley del servicio civil y de los pueblos los Cajamarca y Tía María en defensa de sus tierras, necesita un respiro. Y para ello utiliza el tema nacional de La Haya. Necesita ese respiro para seguir atacando, porque Humala con la patronal tienen aún pendiente un paquete de medidas, como la reciente privatización de PETROPERÚ, o como el intento de modificar el Código Penal que hace inimputables a los policías y miembros del ejército que maten a alguien «en ejercicio de sus funciones», es decir, una verdadera carta blanca para matar a lo que protestan a diario.
Una posición de clase
Las organizaciones de los trabajadores y el pueblo que han venido luchando no pueden hacer parte de dicho coro sin entrar en flagrante contradicción con sus propios intereses.
En defensa de la soberanía nacional, los trabajadores, ante todo, estamos contra la entrega del país a las multinacionales y luchamos por nuestra independencia del dominio del imperialismo, pues sólo en el marco de nuestra soberanía e independencia como nación, podemos aspirar a un salario justo y a un trabajo digno. Y ante el diferendo marítimo en manos de la Corte de La Haya, dejamos a cada cual con su criterio porque los trabajadores históricamente luchamos por la unidad de la patria latinoamericana por la que soñó y luchó Bolívar, lo que solo será posible cuando acabemos con el poder de los capitalistas y gobernemos los trabajadores.
Así como se unen nuestros explotadores para hacer negocios y entregar juntos nuestros recursos naturales al imperialismo, los trabajadores también necesitamos unirnos más que nunca con los trabajadores y el pueblo pobre de Chile, para defender la soberanía de nuestras naciones y unir nuestras luchas contra los capitalistas y gobiernos que nos explotan y oprimen, en la perspectiva de construir un mundo mejor para nuestros pueblos.
El rastrero rol de la «izquierda»
Sin embargo, haciendo uso de su ya común poca vergüenza, la «izquierda» agrupada en el recién formado Frente Amplio, junto a los burócratas de la CGTP, se han sumado al coro nacional junto al APRA, el PPC, Perú Posible, la CONFIEP y el gobierno de Humala, incluso con invocaciones por la «paz y unidad».
La «paz y unidad» es la que practican estos señores todos los días con el gobierno y la patronal, mientras los trabajadores tenemos que lidiar solos con nuestros problemas y luchas.
El FA y la CGTP lo que en realidad buscan es hacer buena nota para ser aceptados por los patronos como opción electoral, aun al precio de pretender que los trabajadores y pueblos dejemos de luchar por nuestros propios intereses, e intentando que se diluyan las profundas y verdaderas fronteras de clase que nos separan de los explotadores y sus sirvientes.
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