La decisión de dar luz verde al plan propuesto por Catherine Ashton tras las modificaciones exigidas por los Estados y el Parlamento Europeo sirve para destapar completamente la encarnizada lucha ya abierta por los nuevos altos cargos resultantes de la creación del Servicio Europeo de Acción Exterior. París es quien más empeño está poniendo para […]
La decisión de dar luz verde al plan propuesto por Catherine Ashton tras las modificaciones exigidas por los Estados y el Parlamento Europeo sirve para destapar completamente la encarnizada lucha ya abierta por los nuevos altos cargos resultantes de la creación del Servicio Europeo de Acción Exterior. París es quien más empeño está poniendo para hacerse con el principal puesto, el de secretario general del nuevo servicio diplomático, que tendrá a su servicio a más de 6.000 funcionarios y un presupuesto aún desconocido pero sin duda muy importante. Parece que todos los Estados aceptan que el cargo será para Pierre Vimont, visto que París se quedará sin altos cargos de relevancia cuando Jean-Claude Trichet deba abandonar en 2011 la presidencia del Banco Central Europeo en beneficio, salvo sorpresa de última hora, del alemán Axel Weeber, hombre de confianza de Angela Merkel. Berlín no parece pujar por los puestos, pero Merkel está enfadada porque Ashton está colocando a demasiados británicos en su oficina.
Pero el visto bueno al SEAE destapa, además, otra realidad muy actual, la crisis. Es evidente que si la Unión Europea fuera realmente un objeto político identificado y unido la creación de un cuerpo diplomático común europeo debería significar la eliminación automática o progresiva de los servicios diplomáticos y consulares estatales, pero no será así salvo en el caso de aquellos estados que busquen ahorrar eliminando embajadas y consulados o aprovechando sinergias coincidiendo con la creación del SEAE. Países Bajos, Suecia y Bulgaria ya han adelantado que cerrarán algunas de sus embajadas.
La mayoría mantendrá sus delegaciones, ya que son pocos los Estados dispuestos a contar con una verdadera política exterior común europea. El SEAE, desde luego, no es eso; no sustituirá a los Estados en ese ámbito y no instituirá una diplomacia dirigida por la Comisión y controlada por el Parlamento. Ashton asegura que el SEAE será «moderno, claramente europeo y eficaz», pero lo cierto es que realmente aún no nos ha dicho qué harán esos miles de funcionarios. Sin servicios consulares de momento, todo apunta a que, de entrada, estarán sobre todo al servicio de las empresas.
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20100728/212460/es/Lucha-cargos
rCR