Recomiendo:
0

El Gran Duque de Luxemburgo se niega a firmar la ley de eutanasia

Luxemburgo se ha quitado la venda

Fuentes: Rebelión

  Este lunes 1 de diciembre de 2008, el Gran Duque de Luxemburgo, se ha negado a firmar una ley aprobada en primera lectura por el Parlamento del país. El monarca de la dinastía de los Nassau se ha negado a firmarla por motivos morales. Este hecho no tendría importancia alguna si no fuera por […]

  Este lunes 1 de diciembre de 2008, el Gran Duque de Luxemburgo, se ha negado a firmar una ley aprobada en primera lectura por el Parlamento del país. El monarca de la dinastía de los Nassau se ha negado a firmarla por motivos morales. Este hecho no tendría importancia alguna si no fuera por que sin su firma la ley no entrará en vigor. Como en España, y en otro puñado de países con reminiscencias feudales, el rey tiene la última palabra. 

Hasta hoy, los luxemburgueses podían creer que la misión de su monarca era puramente «de florero», sin ninguna repercusión sobre la «política real».

Que la Jefatura de Estado del País sea hereditaria no tiene ninguna justificación. Aquellos que intentan defender este tipo de dictaduras, blanden como uno de sus principales argumentos el hecho de que en las monarquías parlamentarias, el papel del rey es puramente protocolario. La historia nos demuestra que esto no es tan verdad.

Durante la ocupación alemana en la Primera Guerra Mundial, la entonces gran duquesa Maria Adelaida, proporcionó una muy buena acogida a los ocupantes. Tras la guerra, fuerzas políticas de dentro y de fuera del país, la obligaron a dimitir (abdicar en lenguaje monárquico). Este hecho es también esgrimido por los luxemburgueses pro-realistas: el gran duque no juega ningún papel, pero si llegara a jugarlo, lo obligaríamos a que abdicara.

La heredera al trono dejado vacante por Maria Adelaida fue su hermana Charlotte, quién durante la ocupación alemana de la Segunda Guerra Mundial, habiendo aprendido la lección, huyó a Londres, desde donde dirigía mensajes a sus súbditos para que resistieran al invasor. Del hecho de que hiciera lo mínimo que le es exigible a una persona, y sin arriesgar lo más mínimo, ha obtenido esta dinastía la mayor parte del prestigio que tiene.

Ayer Martes, el jefe del Gobierno, Jean Claude Juncker, del partido Social Cristiano, tras reunión con los grupos parlamentarios, decidió reaccionar con una pirueta legislativa al desmán del monarca: la respuesta consiste en reformar la constitución, de forma que donde antes decía que el Gran Duque «sanciona y promulga» diga ahora «promulga». Con ello se pretende salir de una situación que, como en el cuento, pone al descubierto las vergüenzas del rey. Se pretende esquivar el verdadero problema, o sea, que el Jefe del Estado no ha sido elegido democráticamente. Esperemos que esta reforma de la constitución no necesite la firma del Gran Duque.

Sea como fuere, los defensores de la monarquía han perdido uno de sus pocos «argumentos», y eso ya no tiene vuelta atrás.