«La llegada del invierno y su impacto» se ha convertido en la principal preocupación para los equipos que trabajan sobre el terreno
Miles de refugiados intentan cruzar estos días los países balcánicos en su ruta hacia el centro de Europa y lo hacen expuestos al frío y a la lluvia, sin apenas asistencia y en unas condiciones «potencialmente mortales» que Médicos Sin Fronteras (MSF) ha llamado a combatir no sólo con ayuda inmediata, sino también con voluntad política.
Los pasos fronterizos de Hungría, Croacia, Serbia y Eslovenia se han convertido en tapón de miles de inmigrantes y solicitantes de asilo. Conforme pasan los días y bajan las temperaturas, aumenta el riesgo de que contraigan enfermedades o empeoren de las que ya sufren.
Jota Echevarría acaba de llegar de Hungría, Serbia y Croacia -donde MSF ha tratado a más de 2.600 personas- y ha contado en una entrevista a Europa Press cómo «la llegada del invierno y su impacto» se ha convertido en la principal preocupación para los equipos que trabajan sobre el terreno.
Aunque no se haya llegado todavía a temperaturas extremas -en Serbia los termómetros pueden alcanzar los 15 grados bajo cero-, «las noches se han vuelto demasiado frías para dormir al raso». Las familias protegen sobre todo a los niños, una décima parte de esta «población en movimiento» y una cuarta parte de los pacientes atendidos por MSF, ha contado Echevarría.
Entre los menores, son frecuentes los problemas respiratorios o las bronquitis, así como casos de resfriado y diarreas. Los hombres -el colectivo mayoritario- presentan principalmente heridas asociadas a las caminatas, edemas y hematomas, mientras que en el caso de las personas con enfermedades crónicas la falta de medicación les deja a veces en «situaciones muy frágiles».
MSF ha reclamado en un comunicado la puesta en marcha urgente de medidas de protección, ya que hasta zonas como Presevo, una localidad serbia cercana a la frontera con Macedonia, siguen llegando unas 5.000 personas cada día. La mayoría de ellas hacen cola durante días enteros bajo la lluvia y sin la asistencia más básica.
El coordinador médico de MSF en Serbia, Alberto Martínez Polis, ha advertido de que han atendido «a niños muy pequeños con síntomas de hipotermia». «Han estado haciendo cola durante horas, a la intemperie, empapados y tiritando. No tenían ningún lugar para calentarse, secarse o cambiarse de ropa», ha lamentado.
Martínez Polis también ha informado de que, por primera vez, han atendido a pacientes por desmayos. Se trata de desvanecimientos provocados por la «presión de las aglomeraciones» o por «la falta de dosis adecuadas de comida, bebida o sueño durante varios días».
«Nos explican que tienen miedo de dejar la cola, ya que podrían perder a su familia o lugar en la fila y por eso no se mueven de su sitio. En otros casos, la respuesta a lo que les ocurre es tan simple como que muchas de estas personas han llegado al límite de su resistencia«, ha añadido.
El coordinador general de la ONG en Serbia, Stephane Moissaing, ha coincidido en que a menos que los servicios aumenten en los próximos días, «existe la amenaza real de que miles de personas se expongan a condiciones potencialmente mortales durante el invierno». «No podemos esperar a que ocurra una tragedia», ha apostillado, por su parte, la asesora humanitaria Aurelie Ponthieu.
El año pasado, los equipos de la organización ya atendieron a personas que habían sufrido congelaciones que llegaron incluso a la amputación. Varios pacientes sufrieron desgarros en la piel al quitarse la ropa que tenían pegada a sus heridas, algo que MSF quiere evitar a toda costa ahora.
La ONG ha solicitado refugios apropiados, comida caliente y servicios higiénicos en los puntos de registro y transporte de los inmigrantes para paliar las consecuencias humanitarias derivadas, entre otros motivos, de las limitaciones fronterizas impuestas por los distintos países.
Alguien para escuchar
«Además de las curas básicas, en muchos casos todas estas personas lo que necesitan es a alguien que les escuche, que reciba sus historias, que sea capaz de entenderles», ha explicado Echevarría. No en vano, «han cruzado ya tantas fronteras que ni siquiera saben en qué país están» y las mafias se aprovechan de esta confusión.
Muchos de ellos sólo tienen en mente «llegar, llegar y llegar», en la mayoría de los casos a Alemania y a ser posible «en dos o tres días». Echevarría ha citado el caso de una familia de Afganistán que no quiso dejar a su hijo ingresado porque su padre «estaba convencido de que en tres días más de viaje estarían en Alemania, donde lo podrían tratar».