La aparente imparcialidad de Europa frente al referéndum acerca de la independencia de Montenegro es una postura que busca ocultar la última fase del desmembramiento de Yugoslavia, para alcanzar múltiples fines: disparar el tiro de gracia a los nacionalistas serbios, perpetuar la ocupación de la OTAN en Kosovo, mantener alejada a Rusia de su tradicional […]
La aparente imparcialidad de Europa frente al referéndum acerca de la independencia de Montenegro es una postura que busca ocultar la última fase del desmembramiento de Yugoslavia, para alcanzar múltiples fines: disparar el tiro de gracia a los nacionalistas serbios, perpetuar la ocupación de la OTAN en Kosovo, mantener alejada a Rusia de su tradicional órbita de influencia y convertir a Montenegro en un fuerte aliado de la Unión Europea en la región.
Los primeros resultados oficiales indican que Montenegro ha logrado su independencia de Serbia, luego del referéndum realizado el domingo 21 de mayo. El «si» triunfó con el 55,5 %, un 5 % más del requerido para que la autodeterminación se pueda concretar.
Juego político de Djukanovic
El principal impulsor de la independencia de Montenegro es el primer ministro Milo Djukanovic, un hábil camaleón de la política, que supo sacar ventajas del antiguo estado yugoslavo y de las interesadas dádivas de la Unión Europea.
Ligado a la juventud comunista y muy cercano a Milosevic, asumió como el primer ministro más joven de Europa en 1992, momento en el que se oponía al desmembramiento de la Federación Yugoslava frente a las primeras sacudidas que sufría con la escisión de Eslovenia y Croacia.
A partir de 1997, cuando sus peleas con el hombre fuerte de Serbia, Slobodan Milosevic, se hicieron públicas comenzó a tejer su propia política, dentro del escenario yugoslavo con Bosnia y Macedonia fuera de la federación, y eligió el camino de la independencia.
Sin embargo, en 2002 negoció con los serbios que Montenegro seguiría formando parte de la unión y que el referéndum se aplazaría tres años.
Mediante esta medida, la OTAN creyó apagar las llamas independentistas en la región, que además incluían la de Kosovo. Mientras que los serbios se tranquilizaron al ver retardada la separación de Montenegro, y los montenegrinos dudaron de la capacidad y las intenciones de Djukanovic de realizar el sueño de un Montenegro totalmente libre.
Esa jugada política, que al principio le resultó adversa dio sus frutos, el referéndum se concretó en la fecha que estaba previsto. Pero, la situación había cambiado, la guerrilla albanesa de Kosovo, que la OTAN ayudó a crecer en gran parte se disolvió, por eso mismo si Montenegro se separa de Serbia, ésta quedaría más debilitada y áquel podría ser un buen aliado de la Unión Europea en una región históricamente ligada a Rusia.
Por otra parte, se han levantado varias voces críticas, ligadas al unionismo, que acusan al primer ministro de buscar la independencia para crear un estado propio, en el que pueda perpetuarse en el poder.
Otros analistas interpretan que Djukanovic buscaba que el resultado de la elección se mantuviera en una zona gris, es decir que la mayoría de los ciudadanos apoyen la independencia, pero que ésta no logre concretarse. Este resultado se podría haber dado si el «si» superaba el 50 %, pero no se incrementaba más del 55 %, de acuerdo con la legislación. Así, Djukanovic tendría legitimación de la población y continuaría en la política con su discurso pro independentista, una fórmula que siempre le ha funcionado.
Independencia y guerra civil en los 90´s
Gran parte de la prensa tiende a observar la independencia de Montenegro como si fuese el último escalón en la destrucción de Yugoslavia propiciada por Occidente. Si bien, hay algo de cierto, este análisis omite mencionar que en primer lugar Yugoslavia se cayó por su propio peso, o mejor dicho Serbia fue la principal culpable de su propio derrumbamiento.
No hay que olvidar los deseos ilimitados de permanecer en el poder de Milosevic y la sangrienta guerra que devastó la federación en la década del 90, las violaciones sistemáticas de las mujeres bosnias y croatas llevadas a cabo por los soldados serbios, los campos de concentración construidos por Belgrado y el deseo de expansión de poder de una gran Serbia bajo el liderazgo de los nacionalistas.
Pero, con mucha más razón hay que recordar que también se produjeron masacres por parte de los musulmanes de Bosnia y los católicos de Croacia en contra de las minorías ortodoxas serbias, la guerra de Bosnia de 1995, en la que aparece como actor fundamental la OTAN, el apoyo occidental a la guerrilla albanesa del ELK de Kosovo, la invasión y el bombardeo de Yugoslavia por los países de la Alianza Atlántica en 1999, que además utilizaron uranio empobrecido y la encarcelación de Milosevic. Y ahora se añade el apoyo europeo a la independencia de Montenegro para crear un aliado en los Balcanes en contra de Serbia y Rusia.
Muchos analistas van más lejos y vinculan la muerte de Milosevic en La Haya con un complot que ha evitado que se concretara un acuerdo entre Milosevic y el presidente del Partido Radical de Serbia, Vojislav Seselji, también preso en el tribunal Penal Internacional, mediante el cuál aspiraban a formaran una coalición en contra de los candidatos pro occidentales. De esta manera se evitaba la vuelta de los nacionalistas al poder y se aplastaba definitivamente el sueño de la Gran Serbia.
Diferencias y similitudes
Más allá de la injerencia extranjera en la disolución de Yugoslavia, tanto Serbia como Montenegro mantienen históricas raíces comunes, como así también grandes diferencias, que las constituyen en dos naciones diferentes.
En primer lugar, las más importantes figuras históricas de Montenegro se han considerado así mismas serbias. La moneda de Serbia es el dinar, mientras que la de Montenegro es casualmente el Euro. Ambos países comparten un parlamento en común, que rara vez sesiona y cinco ministerios en conjunto.
La unión tampoco tiene una capital única: Belgrado es el centro administrativo y la sede del Consejo de Ministros y de la Asamblea, mientras que Podgorica es la sede del Tribunal de Serbia y Montenegro.
Antes de la invasión otomana del siglo XIV referirse a Serbia era también hacer alusión a Montenegro. Sólo en la antigüedad se las diferenciaban levemente porque ambas constituían dos diferentes colonias griegas. Sin embargo las dos naciones son eslavas y hablan la misma lengua, el serbocroata, y crecieron juntas como los eslavos del sur, es decir «yugoslavos».
Desde 1878 hasta la Primera Guerra Mundial alcanzaron su independencia bajo la tutela rusa y europea occidental, pero siempre estuvieron bajo una fuerte influencia de Turquía. Durante la Gran Guerra fueron invadidas por el Imperio Austrohúngaro, que se mantuvo sólo hasta su caída en 1918, cuando Serbia, Montenegro, Croacia, Eslovenia, Eslavonia y Bosnia formaron un estado confederado que después de 1929 se llamaría Yugoslavia.
Desde esa fecha hasta 1997, Serbia y Montenegro se fusionaron de tal manera que las decisiones tomadas de Serbia eran también las de Montenegro. Por eso, este país se vio implicado con Serbia en la sangrienta guerra civil de la década pasada.
Conclusión
Con la independencia, Montenegro se quiere desligar del reciente pasado racista de Serbia, aunque las tropas montenegrinas hayan seguido las órdenes de Milosevic y sean cómplices de sus crímenes de guerra.
Pero, en materia económico-política, para los independentistas, el desligarse de Belgrado aceleraría la entrada de Montenegro a la Unión Europea, ya que según aquéllos la negativa de Serbia de extraditar a La Haya al General Ratko Mladic, acusado de crímenes de guerra por el Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia (TPIY), anclaba esta anhelada posibilidad de manera indefinida.
Con la autodeterminación se libraría de las sanciones internacionales por la guerra y obtendría múltiples inversiones provenientes de Occidente.
Ya no existe el temor de Occidente que había hace tres años a que se reavivase la furia independentista de los albaneses de Kosovo, que llevó a la fallida conquista del poder en Macedonia para unirla a Kosovo en una «Gran Albania». Pero, aun quedan peligrosos vestigios de lo que fue una guerrilla apoyada por la OTAN en 1999 para debilitar a Milosevic.
A fin del 2006, la ONU debe dar a conocer su veredicto sobre la situación de Kosovo, lo más probable es que la mantenga militarizada por la OTAN, dentro de Serbia, para controlar a los ya debilitados nacionalismos albaneses y serbios.
Maximiliano Sbarbi Osuna es director del sitio Panorama Mundial de historia y actualidad – http://pmundial.8m.com