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Mujeres soberanas de nuestro cuerpo

Fuentes: Gara

Recientemente hemos realizado unos encuentros sobre Derechos Sexuales y Reproductivos de las Mujeres de Centroamérica, para los que contamos con una educadora popular feminista nicaragüense. Los derechos sexuales y los derechos reproductivos son parte de los derechos humanos. Los derechos sexuales reivindican el derecho al placer físico, si queremos o no tener relaciones sexuales y […]

Recientemente hemos realizado unos encuentros sobre Derechos Sexuales y Reproductivos de las Mujeres de Centroamérica, para los que contamos con una educadora popular feminista nicaragüense.

Los derechos sexuales y los derechos reproductivos son parte de los derechos humanos. Los derechos sexuales reivindican el derecho al placer físico, si queremos o no tener relaciones sexuales y a estar informadas y ejercer la sexualidad libres de coacción y violencia. Los derechos reproductivos están relacionados con el derecho de cada mujer a controlar su cuerpo y su capacidad reproductiva, decidir si quiere o no tener hijas e hijos, cuántas y cuándo y a tener medios e información para realizarlo.

Ambos derechos constituyen un área fundamental de los derechos de las mujeres. Sin embargo, existen grandes obstáculos a su ejercicio con consecuencias graves para la salud, bienestar y autonomía de las mujeres. En Nicaragua, por ejemplo, según datos de la Organización Panamericana de la Salud, el índice de mortalidad materna por cada 100.000 nacidos vivos es de 91-96 mujeres muertas y el número de embarazos en adolescentes es de los más altos de América Latina. Sin embargo, el Estado influenciado por las iglesias, sigue negándose a ofrecer educación y atención sexual y a asignar presupuesto para evitar la mortalidad materna. Además, la privatización de los servicios de salud y educación y el deterioro económico suponen una carga añadida para las mujeres que asumen los cuidados de la familia.

Otro paso atrás ha sido la ilegalización del aborto terapéutico. Ahora, en Nicaragua el aborto ni siquiera es permitido en los casos de violación, malformación del feto o peligro para la salud de la madre, costando en algunos casos la vida de las mujeres. A todo ello se une el aumento de la violencia sexista y el número de mujeres muertas. Es importante reseñar que la mayoría de los agresores y violadores son de la misma familia. Para muchas jóvenes, sus primeras experiencias sexuales son de violación o abusos a manos de parientes o personas cercanas a la familia.

Las organizaciones de mujeres solicitan al Estado una respuesta urgente a esta problemática evitable con políticas de salud preventivas, educación sexual y acceso a la justicia.

A pesar de las diferencias socioeconómicas y políticas, aquí, como en Nicaragua, las mujeres continuamos luchando para que se garanticen nuestros derechos sexuales y reproductivos. La violencia sexista es una realidad en la vida cotidiana, la educación sexual ha retrocedido y la sexualidad continúa sin reconocerse como una vivencia positiva para la vida de las mujeres, seguimos sin tener acceso al aborto libre y gratuito, se nos exige un modelo de belleza para ser deseables y se concibe el cuerpo de las mujeres como uno de los negocios más lucrativos de esta sociedad.

Ante todo ello, reivindicamos la autonomía de nuestros cuerpos frente a la cultura patriarcal que nos considera seres dependientes de los hombres. Afirmamos nuestro derecho al poder y a los recursos necesarios para que podamos tomar decisiones efectivas y gozar de salud en todos los aspectos de nuestra sexualidad y reproducción. Las mujeres del mundo exigimos poder decidir de manera autónoma sobre nuestro cuerpo y nuestra vida.