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No es la señora May la que ha perdido, es Jeremy Corbyn quien ha triunfado

Fuentes: Rebelión

Perdónenme, pero lo que escucho, veo y leo sobre el resultado de las elecciones británicas me deja sin palabras. No entiendo cómo es posible que la Sra. May haya perdido, y que se haya estrellado y que haya llevado «la peor campaña de las últimas décadas», cuando el 42,4% conseguido por su partido es significativamente […]

Perdónenme, pero lo que escucho, veo y leo sobre el resultado de las elecciones británicas me deja sin palabras. No entiendo cómo es posible que la Sra. May haya perdido, y que se haya estrellado y que haya llevado «la peor campaña de las últimas décadas», cuando el 42,4% conseguido por su partido es significativamente más alto que los resultados obtenidos por el mismo Partido Conservador en las elecciones anteriores que «había ganado» -2015 (36,9%) y 2012 (36,1%)-. ¿Cómo es posible tal afirmación cuando, con una sola excepción, ese 42,4% es el resultado más importante obtenido por el Partido Conservador en cualquier proceso electoral desde 1970?(1) Entonces ¿qué pasa cuando todos los medios de comunicación británicos, con la BBC y Sky News a la cabeza, pero también los medios de comunicación escritos y electrónicos internacionales ignoran y se olvidan de este «detalle» no menor y atribuyen toda la responsabilidad de estos resultados a la «pobre» Sra. May?

La explicación es simple; ellos tuercen la realidad y la fuerzan para evitar -a toda costa- reconocer públicamente el vencedor indiscutible de las elecciones británicas de 2017, Jeremy Corbyn. Y esto por dos razones. La primera concierne a los medios mismos y sus «estrellas», que habían estado diciendo de Corbyn, a lo largo de los últimos dos años y durante toda la campaña electoral, que no era más que un político insignificante, extremista y sin talento de líder que llevaba al Partido Laborista a un desastre histórico, ya que este se dirigía únicamente a una pequeña audiencia de extrema izquierda, con un discurso que olía a la naftalina del siglo XIX, que nada tiene que ver con las preocupaciones, los deseos y la realidad de la sociedad y el mundo moderno, etc., etc., etc. Y todo esto salpicado de adjetivos extremadamente insultantes para él, y fotomontajes que le presentaban como un bufón de la corte o como un loco de atar. Sobre todo porque -no se lo pierdan- «Corbyn tiene la costumbre de comer sus habichuelas frías«.

Este triunfal 40% obtenido por Corbyn no sólo desmintió a todas esas celebridades de la prensa británica e internacional, esos «politólogos» y otros farsantes reconocidos al servicio de quien les paga. En realidad, les ha humillado y ridiculizado sembrando la confusión en sus filas, ya que les ha infligido un terrible golpe a su credibilidad, que es la credibilidad de sus patrones. Haciendo recaer toda la responsabilidad en la cabeza de turco de Theresa May, todos estos expertos no han hecho otra cosa que tratar de disminuir su enorme responsabilidad. En suma, se lavan las manos de toda sospecha, en lugar de desaparecer, como deberían, si tuviesen aún algo de dignidad y de amor propio.

Sin embargo, todo esto es sólo un «detalle» de importancia secundaria en la gran confrontación de clase concluida (temporalmente), el viernes 9 de junio, con el triunfo de Corbyn y la derrota no sólo de Teresa May y sus conservadores, sino también de la totalidad del establishment neoliberal británico, europeo e internacional. Es el hecho de que este 40% sea el resultado más alto obtenido por el Partido Laborista desde 1973 (¡!), y el «por qué» de ese gran resultado; es decir, el «secreto» de la victoria de Corbyn, lo que debe ser ocultado y enterrado a cualquier precio por sus enemigos declarados, tanto dentro de Gran Bretaña, como fuera de ella.

Y aquí está el meollo de la cuestión, que es también la principal razón de esa negativa de los «expertos» y de otras fuentes a reconocer al ganador de las últimas elecciones británicas. Y hay que admitir que no era tarea fácil preverlo. ¿Por qué? Pues, en plena época de la dominación total de las políticas neoliberales, Corbyn y su Manifiesto se atrevían a tomar una decidida posición por la nacionalización de los servicios públicos esenciales, por el aumento sustancial en el gasto en educación, vivienda y salud para todos, por la abolición de las tasas universitarias, la protección de las pensiones y de los salarios, y también por una redistribución significativa de la riqueza en favor de la mayoría, a costa de una minoría… Exactamente como decía el lema principal de la campaña: «Para muchos, no de unos pocos». Dicho de otra manera, porque desde su primera a la última palabra todo estaba claramente -y sin las infames acrobacias verbales de la «neolengua» neoliberal- contra la austeridad que, desde hace treinta y cinco años, se presenta y se aplica en casi todas partes del globo, como si fuera una «ley natural» que ningún «ser razonable» podía criticar o desafiar. Y, sobre todo, porque los campeones de esta estafa monumental, no sólo son los partidos de la derecha, sino también, y quizás especialmente, la socialdemocracia neoliberal de todos los colores y procedencias.

Corbyn les es insoportable no porque sea un «bolchevique», sino simplemente porque no acepta las pretendidas «evidencias» del neoliberalismo. Porque él es la negación viviente -y ganadora (¡!)- del tristemente famoso TINA (There Is No Alternative), su «teoría» de que las políticas de austeridad neoliberales eran inevitables y no había otra alternativa para la humanidad. Y, por supuesto, porque rebate esa idea fija de todos los demás, incluyendo a tres cuartas partes de los diputados de su propio Partido, de que los ciudadanos actuales sienten horror de su Manifiesto «obsoleto», y que se burlan de sus reclamaciones y utopías «obsoletas» y «poco realistas» en contra de la guerra y del armamento, y en favor de la solidaridad y del internacionalismo de «los de abajo», por los derechos de los pobres, las minorías y los inmigrantes. El resultado de las elecciones, y la enorme respuesta de los trabajadores y, especialmente, de los jóvenes a la llamada de Corbyn, ha sido como una gran bofetada a esos agoreros y ha demostrado que todo lo que decían no era más que pura propaganda. O, más bien, un intento de lavado de cerebro de las víctimas del capitalismo neoliberal. Es decir, de todos nosotros.

Antes de terminar, nos gustaría llamar la atención del lector a un evento bastante raro en estos tiempos. Decenas de activistas del movimiento norteamericano que apoya a Bernie Sanders hicieron el viaje a Londres y ofrecieron sus servicios a la campaña electoral del Partido Laborista, junto con Momentum, el movimiento del ala izquierda del partido que apoya directamente Jeremy Corbyn. Y uno de ellos fue el propio Bernie Sanders en persona, durante la última semana antes de las elecciones. Un detalle importante, ellos no hicieron otra cosa que devolver a sus compañeros británicos la ayuda ofrecida por estos el año pasado, durante la campaña electoral de Bernie Sanders.

¡He aquí lo mejor de la solidaridad internacionalista en todo su esplendor!… Todo gracias a Bernie y a Jeremy, y a los movimientos que ambos han inspirado con sus ideas y sus políticas, y también con sus ejemplos, con esos rasgos tan poco comunes, como la integridad y la honestidad, y la combatividad, y su modestia implícita y la aversión a las intrigas y al privilegio burocrático. Por eso mismo, esta vuelta al primer plano de la solidaridad, de ese gran valor constitutivo de la civilización de «los de abajo», no puede pasar desapercibido. Este hecho constituye, de por sí, un acontecimiento fundador de nuestro tiempo y cambia profundamente el escenario, pues en adelante será el eje Nueva York/Londres el que asuma la pesada tarea tan difícil de ser la locomotora que nos saque del marasmo de nuestras derrotas. Así que aprovechemos la oportunidad y respondamos con la acción, nosotros también, tan pronto como nos sea posible.


Notas

(1). Ver Tabla: http://www.ukpolitical.info/ConvLab.htm

(2). La única cosa de la que podría ser acusada la Sra. May es de que fue ella quien decidió convocar elecciones anticipadas, sin darse cuenta y considerar la nueva correlación de fuerzas que la presencia de Jeremy Corbyn a la cabeza del Partido Laborista había traído. Porque, como si no fuera suficientemente el aumento en los resultados del Partido Laborista, su éxito ha impuesto una polarización política sin precedentes que prácticamente ha eliminado a los partidos bisagra. Y esto es lo que explica que el excepcional 42,4% obtenido por los conservadores haya terminado con la pérdida de escaños que ha conducido a la crisis actual, y no la gran mayoría parlamentaria que ambicionaba la «infeliz» Theresa May.

Traducción: Matias Escalera

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.