En junio de este año, el gobierno de Honduras creó el Distrito Turístico de la Ruta del Sol. Su objetivo es potenciar el turismo y la generación de empleo en la zona del pacífico hondureño, en el sur del país. El nuevo distrito -el tercero después de Joya de los Lagos (centro) y Lenca Maya […]
En junio de este año, el gobierno de Honduras creó el Distrito Turístico de la Ruta del Sol. Su objetivo es potenciar el turismo y la generación de empleo en la zona del pacífico hondureño, en el sur del país. El nuevo distrito -el tercero después de Joya de los Lagos (centro) y Lenca Maya (occidente)- cuenta con un motor dinamizador que es la nueva Carretera del Sur. La obra, por la cual se invirtieron 157 millones de dólares en materia de infraestructura vial, une la capital Tegucigalpa a la localidad de Jícaro Galán, se complementa con el tramo que llega hasta San Lorenzo y continúa hacia las fronteras con Nicaragua y El Salvador.
Para el gobierno, potenciar el turismo en el sur significa también mejorar los hoteles existentes, los restaurantes, los medios de transporte terrestre y marítimo, así como atraer nuevas inversiones a medida que irá creciendo la demanda. De acuerdo con el presidente de la Cámara Nacional de Turismo de Honduras (CANATURH) para la región del Golfo de Fonseca, Romel Oliva, las plazas de trabajo en la región podrían incrementarse en hasta un 70%. «Lo que pretendemos es dinamizar el rubro del turismo porque éste ofrece ventajas como la derrama económica que no se da en otros rubros. Cada día más en Valle y Choluteca el crecimiento de la planta hotelera y restaurantes se está haciendo más visible. Con esta carretera de primer mundo que tenemos ahora el sur va a convertirse en un polo de desarrollo», aseguró el funcionario.
Ese gran proyecto se enmarca tanto en el Plan maestro para el desarrollo del Golfo de Fonseca, acordado entre El Salvador, Honduras y Nicaragua, y la instalación en la zona sur de Honduras de la primera Zona Especial de Desarrollo Económico (ZEDE), mejor conocida como ciudad modelo [1], que tiene entre sus ejes la creación de distritos especiales de inversión turística y que ha despertado el interés tanto de grupos económicos nacionales como de grandes empresas transnacionales.
Fabián Ávila tiene 28 años y vive en una de las comunidades de la isla de Zacate Grande, convertida en península a finales de los años 60 cuando el gobierno de ese entonces decidió construir una carretera que la uniera a tierra firme. Igual que sus amigos y amigas tiene un vínculo muy fuerte con su tierra. La familia, en particular la madre, le transmitió el valor de luchar y defender esos lugares contra la voracidad de terratenientes, políticos sin escrúpulos y empresas.
Fabián es miembro de la Asociación por el Desarrollo de la Península de Zacate Grande (ADEPZA) y locutor de la radio La Voz de Zacate Grande, emisora fundada en el 2010 que ha venido denunciando sistemáticamente la represión sufrida por quienes luchan en defensa de la tierra y los bienes comunes. El 18 de abril de 2011, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó medidas cautelares a él y a los demás comunicadores de la radio. La solicitud de medidas cautelares indica que, desde la apertura de la emisora, sus comunicadores han sido objeto de hostigamientos y agresiones por parte de personas privadas y miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, incluyendo un ataque con arma de fuego contra el entonces coordinador de la radio, Franklin Meléndez [2].
«Con un grupo de compañeros y compañeras fuimos a La Esperanza, Intibucá, donde la organización Comunicadores y comunicadoras Populares por la Autonomía (COMPPA) impartía un taller de capacitación sobre comunicación. Era el 2008. Dos años después, en plena lucha contra el golpe de estado, se fundó La Voz de Zacate Grande. La represión a manos de terratenientes, guardias de seguridad privada, policías y militares fue inmediata. De las 18 personas que estuvimos capacitándonos, hoy quedamos sólo 6 en la radio. La mayoría tuvo que irse de Zacate Grande. Algunos se fueron hacia las ciudades y otros tuvieron que abandonar el país», recuerda Fabián Ávila.
Durante el recorrido en lancha de Puerto Grande a la Isla Exposición, donde el Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos (CIPRODEH) iba a desarrollar un taller sobre transformación de conflictos y derechos humanos dirigido a miembros de las diferentes comunidades de Zacate Grande, Fabián iba señalando puntos de la costa donde ya no hay acceso para la población. Una sucesión interminable de mansiones detrás de una vegetación muy espesa marcando la pauta de nuestro viaje.
«Allá está la mansión de los Facussé y la de (Fredy) Nasser. Todos los ricos tienen sus mansiones aquí. Aquella con el embarcadero era del ex presidente (Rafael Leonardo) Callejas, pero ya la vendió. Esa es la isla Tigrito -explicó el joven-. Los Facussé se apoderaron de ella y de sus playas y hasta construyeron un terraplén para unir la isla a tierra firme. Nadie se puede acercar y los pescadores tienen que dar toda la vuelta porque no hay pasada. Lo mismo ocurrió con otras playas. Los muros que levantaron terminan hasta dentro el agua y la zona está llena de guardias armados», dijo Fabián.
Tanto en la isla Exposición como en otras de las islas que integran el Archipiélago del Golfo de Fonseca aparecieron rótulos que advierten que se trata de ‘zona protegida’ [3]. «La pregunta es ¿para quién las están protegiendo? Seguro que no para la gente de las comunidades, ni para los jóvenes. Cientos de muchachos y muchachas que a diario deben abandonar sus tierras, sea por la falta de oportunidades que por la represión y criminalización de la lucha», aseveró el locutor de La Voz de Zacate Grande.
Luis Méndez, coordinador de proyecto del CIPRODEH, explica que existe un fuerte interés de parte tanto del gobierno como de la empresa privada de hacer del sur de Honduras un enclave económico para las grandes corporaciones. Todo en el marco de la instalación de la primera ZEDE. «Hemos viajado varias veces a estas zonas y hemos visto como han venido militarizando el territorio, como la población está perdiendo sus lugares, como unas pocas familias han venido acaparando tierras y playas. Así que ‘protegen’ las islas para la llegada de quienes van a invertir en proyectos turísticos, igual lo hacen con los territorios que están en la mira de empresas que impulsan proyectos energéticos y la minería. Lo que el Estado debería hacer es proteger de verdad el territorio y los bienes comunes, así como la gente que sufre amenazas, represión, criminalización y judicialización».
El experto capacitador advirtió que la situación en el sur de Honduras es muy grave. «Hay una gran cantidad de puntos críticos. Se están apoderando del territorio y lo hacen en contubernio con todo el aparato estatal, que está para servicio de los grupos económicos y no para defender los intereses y derechos de las comunidades. Lo que viene con la Zede y con estos programas dizque de desarrollo va a profundizar aún más el conflicto. Si bien es cierto que la represión no para, tampoco va a parar la resistencia», aseguró el coordinador de proyectos del CIPRODEH.
«En toda la zona ha venido surgiendo una conciencia colectiva de las comunidades por la defensa de los territorios. Lo vemos en los conflictos que se están dando por la imposición de proyectos extractivos y agroindustriales. Lo vemos también con el sector turismo, donde la mirada está puesta en la generación de más y más ganancia para unos pocos y muy poco o casi nada para las comunidades y su gente», agregó Méndez.
También para Fabián Ávila, el turismo podría ser algo muy importante para mejorar las condiciones de vida de la gente. «Siempre lo hemos dicho: los que luchamos por la defensa del territorio no nos oponemos al desarrollo. Queremos desarrollo, queremos trabajo, queremos que lleguen los turistas, que disfruten de las bellezas de nuestra isla, de estas bellas playas, de las aguas y el sol del sur de Honduras. Pero debe ser algo que beneficie a todos. Tenemos décadas viviendo aquí y las comunidades deben ser consultadas y participar de estos procesos. Queremos un turismo que nazca de las comunidades. El turismo ya no puede dejar solamente despojo y privatización. Estamos cansado de ello», concluyó Ávila.
Fuente: ALBA SUD
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