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Purgas y escisión

Novedades en Moscú

Fuentes: Rebelión

Desde que Vladimir Putin asumió la dirección del gobierno ruso ha estado tratando de ganar varias batallas. Una, la de la economía: restablecer a la gigantesca nación del colosal desfalco de que fue objeto con la distribución de su patrimonio nacional entre ávidos especuladores que se distribuyeron alegremente en sus bolsillos el esfuerzo de varias […]

Desde que Vladimir Putin asumió la dirección del gobierno ruso ha estado tratando de ganar varias batallas. Una, la de la economía: restablecer a la gigantesca nación del colosal desfalco de que fue objeto con la distribución de su patrimonio nacional entre ávidos especuladores que se distribuyeron alegremente en sus bolsillos el esfuerzo de varias generaciones de rusos. Otros problemas que ha ido enfrentando son la recesión económica, la devaluación del rublo, la recuperación de la productividad obrera y el incremento de la producción industrial.

Otra ha sido la lucha contra las mafias todopoderosas que se apropiaron del estado, convirtiéndolo en un coto privado de trapicherías, cambalaches y trapisondas. La nueva clase de multimillonarios ha trocado la otrora altiva nación en un refugio de ávidos aventureros de las finanzas que emplean los recursos nacionales en bienes suntuarios y servicios opulentos en el extranjero.

Putin tuvo que desembarazarse del corrompido clan que rodeaba a Yeltsin, conocido con el mafioso sobrenombre de «la familia». Depuso a Tatiana Dyachenko, la hija de Yeltsin y una de las más venales entre los miembros de la pandilla de saqueadores del erario. También se ha enfrentado a Boris Berezovsky, el capo mayor del peculado y el gansgterismo (presidente de Aeroflot), y a Vladimir Gussinsky, el dueño de las principales emisoras de televisión, ha encarcelado a Khodorkovsky, presidente del poderoso consorcio petrolero Yukos, de quien se dice que estaba realizando cabildeos para sustituir, eventualmente a Putin. Lidiar con la nueva burguesía rusa apegada a los métodos del capitalismo salvaje para entronizarse en el poder económico ha significado un gran esfuerzo.

Una tercera, y más desventajosa batalla –perdida hasta ahora–, constituye la devolución a Rusia del liderazgo mundial, de potencia decisoria en las relaciones entre los estados, de refugio de revolucionarios y amparo contra el neocoloniaje.

Ahora se ha movido a otras esferas en el afianzamiento del poder. A mediados de julio retiró a poderosos generales, entre ellos a Anatoly Kvashnin, jefe del estado mayor general, quien había estado envuelto en pugnas de poder con el Ministro de Defensa, e íntimo de Putin, Serguei Ivanov. También jubiló a varios altos oficiales de seguridad en el Cáucaso, al comandante de las fuerzas del Ministerio del Interior y al segundo jefe de las Fuerzas Federales de Seguridad, organismo que sustituyó a la KGB. En esta reorganización Putin subordinó el estado mayor al Ministerio de Defensa.

Los kremlinólogos coinciden en que Kvashnin cometió serios errores en Chechenia. El ejército ruso es un desastre. Los aviadores de guerra que necesitan al menos cien horas de vuelo anuales para mantenerse en buen estado combativo, apenas están volando seis horas. Los conscriptos están burlando el servicio militar sobornando a los reclutadores.

En la esfera política Putin está maniobrando para debilitar al Partido Comunista que aún constituye una alternativa de poder. Su último congreso, que tuvo lugar en la primera semana de julio, sufrió apagones, alertas de explosivos, dislocación de su trasporte de delegados, contratiempos que todos sospechan fueron inducidos por el equipo de Putin. Para colmo, Guenadi Ziuganov, secretario general del partido tuvo que leer las conclusiones a la luz de una vela.

Mientras todo ello ocurría tuvo lugar otro congreso simultáneo de otro Partido Comunista, dirigido por Guenadi Semiguin, jefe rebelde, expulsado del partido primigenio, millonario. En ese cónclave disidente se eligió como secretario general al gobernador general de la región de Ivanovo, Vladimir Tijonov. Putin ha expresado que la verdadera oposición debe orientarse hacia un partido social demócrata. Es una meta de su operación política, desgastar al actual PC oficial. El Kremlin también ha promovido la aparición del grupo La Patria que recogió 9% de votos en los últimos comicios y redujo los votos comunistas en un 12%.

Estados Unidos está construyendo una nueva cortina de hierro que incluye a los países que pertenecieron al campo socialista en integración con la Alianza Atlántica, es decir, con Estados Unidos. La expansión de la OTAN está constituyendo un cinturón de fuego alrededor del suelo ruso. Nuevas bases militares, asesores castrenses, suministro de armamento están creando un estrangulamiento estratégico. Ello quiere decir que, pese a la disolución de la Unión Soviética, la geopolítica norteamericana aún teme el despertar del oso. Un cambio en la dirección rusa, con un gobierno más sensible al papel que le corresponde en el mundo por su potencial y sus dimensiones, pudiera engendrar nuevas rivalidades y zonas de tensión.

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