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«Nuestra América» obra de José Martí en donde se plantea la unidad frente al imperialismo estadounidense

Fuentes: Rebelión [IMagen: Pintura en el Memorial José Martí de La Habana (Foto W. Vicent, 2015)]

El trienio 1889 – 1891 fue de gran impacto en la vida de José Martí. En esos años se realizaron en Washington dos eventos en los que estuvieron representados los gobiernos de los países de América, del 2 de octubre de 1889 al 19 de abril de 1890, la primera Conferencia Internacional Americana, que pretendía incrementar el comercio de Estados Unidos con América Latina, y del 7 de enero al 8 de abril de 1891, la reunión de la Comisión Monetaria Internacional. Estados Unidos aspiraba establecer una hegemonía económica y comercial, igualmente política y pretendió la imposición de la plata como moneda de cambio. Martí participó como Cónsul de Uruguay. Allí desarrolló una intensa actividad para lograr la negativa de los países latinoamericanos ante las pretensiones de los Estados Unidos, además desarrolló un intenso trabajo periodístico para alertar a los pueblos de Latinoamérica de los peligros de estrecha relación con el país del norte que mermaría su independencia.

Martí manifestó su satisfacción por el fracaso de esos eventos, además logró posicionar los deseos independentistas de Cuba y Puerto Rico, la unidad latinoamericana y una alerta para poner freno al expansionismo estadounidense. Dentro de ese marco, el 19 de diciembre de 1889, pronuncia un discurso: “Madre América” en la velada artístico-literaria de la Sociedad Literaria Hispanoamericana, ante los delegados a la Conferencia Internacional Americana. Igualmente en ese año y ante una ofensa hacia Cuba escribe la carta “Vindicación de Cuba” en el periódico The Evening Post en marzo. En 1891 se publica su gran ensayo “Nuestra América” el primero de enero en La Revista Ilustrada de Nueva York y el 30 de enero en El Partido Liberal de México. Es también el año de “Los versos sencillos” en agosto de 1891. Ya en julio de 1889 se había publicado, La edad de Oro.

Nuestra América (Obras Completas de José Martí, Vol. 6 del Centro de Estudios Martianos) consta de 12 párrafos, es una de las obras fundamentales de José Martí. En ese extraordinario ensayo, el autor, asumiendo la idiosincrasia, la identidad cultural y los intereses de los pueblos del sur del río Bravo al Magallanes presenta, en expresiva prosa, las ideas de unidad, de justicia; señalando el gran peligro que representaban los Estados Unidos y sus intereses por el dominio de las tierras latinoamericanas, sus riquezas y el control comercial. Aunado a ello su apetencia por la anexión de Cuba y Puerto Rico. En Nuestra América se proponía Martí a aportar a nuestros pueblos herramientas de comprensión sobre los factores internos que sostenían y prolongaban el mantenimiento de las estructuras sociales, las políticas y las perspectivas de la época colonial. Países independientes donde permanecían las ideas coloniales. Como antecedentes a este escrito podrían citarse, la crónica Un viaje a Venezuela [1881-1882] y el discurso Madre América [1889]. En el texto se destacan las ideas del despertar latinoamericano, el reconocimiento a lo nuestroamericano, la defensa y el reconocimiento al hombre natural: al indio, al pobre y al trabajador; A continuación se transcriben algunos pasajes de este trascendental escritor y que denotan su vigencia.

“Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo en la cabeza, sino con las armas en la almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.”

“No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos […] Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.”

“Los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses. Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol difícil el brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar el árbol. Hay que cargar los barcos de esos insectos dañinos, que le roen el hueso a la patria que los nutre […] ¡Estos hijos de carpintero, que se avergüenzan de que su padre sea carpintero! ¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan, ¡bribones!, de la madre enferma, y la dejan sola en el lecho de las enfermedades! […] ¡Estos hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus indios, y va de menos a más; estos desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios, y va de más a menos!”

“¿Ni en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? […] A lo que es, allí donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la Naturaleza puso para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas.”

“Por eso el libro importado ha sido vencido en América por el hombre natural. Los hombres naturales han vencido a los letrados artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico. No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza. El hombre natural es bueno, y acata y premia la inteligencia superior, mientras esta no se vale de su sumisión para dañarle, o le ofende prescindiendo de él, que es cosa que no perdona el hombre natural, dispuesto a recobrar por la fuerza el respeto de quien le hiere la susceptibilidad o le perjudica el interés […] Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador.”

“¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América? […] En el periódico, en la cátedra, en la academia, debe llevarse adelante el estudio de los factores reales del país. […] La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia […] Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas.”

“Con los pies en el rosario, la cabeza blanca y el cuerpo pinto de indio y criollo, venimos, denodados, al mundo de las naciones. Con el estandarte de la Virgen salimos a la conquista de la libertad. Un cura, unos cuantos tenientes y una mujer alzan en México la república, en hombros de los indios […] Con los hábitos monárquicos, y el Sol por pecho, se echaron a levantar pueblos los venezolanos por el Norte y los argentinos por el Sur […] el problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu. Con los oprimidos había que hacer una causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores […] La colonia continuó viviendo en la república;”

“Estos países se salvarán porque, con el genio de la moderación que parece imperar, porque “Éramos charreteras y togas, en países que venían al mundo con la alpargata en los pies y la vincha en la cabeza.”

“Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España. El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte, a bautizar a sus hijos. El negro, oteado, cantaba en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre las olas y las fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la ciudad desdeñosa, contra su criatura. Éramos charreteras y togas, en países que venían al mundo con la alpargata en los pies y la vincha en la cabeza […] El pueblo natural, con el empuje del instinto, arrollaba, ciego de triunfo, los bastones de oro […] Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino!”

De todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y sublime, los siglos perdidos […] Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad”

“No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámparas enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la Naturaleza, donde resalta en el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre. […] ¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo al Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!”

Wolfgang R. Vicent Vielma. Licenciado en Geografía, Postgrado en Análisis de Datos en Ciencias Sociales, autor del libro “Venezuela y los venezolanos en la obra de José Martí”, 2022. Jubilado de la Casa de Nuestra América José Martí, Profesor Asociado de la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada Bolivariana.

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