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Se cumplen 36 años del asesinato del primer ministro de Suecia

Olof Palme protestó contra los bombardeos norteamericanos en Hanói

Fuentes: Rebelión

El 28 de febrero de 1986, a las 23:21 horas, el primer ministro sueco socialdemócrata, Olof Palme, fue alcanzado por una bala en pleno centro de Estocolmo.

Después de haber visto la película “Los hermanos Mozart”, en el Cine Grand, caminaba por la calle junto a su esposa Lisbet Palme. De pronto, en el cruce de las calles Sveavägen – Tunnelgatan (hoy la calle Olof Palme), él y su mujer fueron impactados por dos tiros que salían de un potente revólver Magnum Smith & Wesson de calibre 357. El tiro que recibió Palme no lo mató en el acto, pero fue mortal porque falleció 45 minutos después en el hospital de Sabbatsberg. Mientras que su mujer fue herida, pero no de gravedad. Fuentes fidedignas revelaron que Palme era un hombre que valoraba su vida privada, y que no le gustaba la protección. Por eso, esa tarde rechazó la seguridad de un guardaespaldas.

Al principio de la investigación se sospechaba de un extranjero como autor del crimen: un kurdo de Irak, miembro del grupo guerrillero PKK, entrenado por la KGB, un asesino profesional chileno, una persona vinculada al Gobierno de Sudáfrica y el ex mercenario yugoslavo, Ivan von Birchan, dijo que la CIA le había ofrecido dos millones de dólares para asesinar a Olof Palme. Luego existieron otros sospechosos suecos, siendo los más notorios para la investigación: Christer Pettersson, un alcohólico que estuvo detenido en prisión casi un año como presunto criminal de Palme. Y Stig Engström, un diseñador gráfico que trabajaba en la Empresa de seguros Skandia. De ahí que figura en las investigaciones como “El hombre de Skandia” (Skandiamannen). Engström y Pettersson han muerto hace mucho tiempo.

Stig Engström fue el primer testigo del crimen. Y declaró que fue él, la primera persona que socorrió a Palme herido de muerte. De acuerdo a sus palabras, ese día se quedó en su oficina trabajando hasta altas horas de la noche. Y cuando se iba a su casa, se topó con Lisbet Palme y su marido tirado en la calle sangrando. La Policía consideró que sus declaraciones eran contradictorias y pasó a ser considerado un sospechoso del macabro asesinato. Lo extraño y curioso de esta historia, es que la Policía no investigó a fondo a Engström. Y por todo lo que se descubrió muchos años más tarde, da la impresión que las indagaciones, referentes a Engström, se quedaron empolvadas en algún estante de los Archivos de la Policía.

Según la página digital de la Policía sueca, la investigación sobre Olof Palme contiene 22.430 hojas y figuran 90.000 personas. Se han tomado declaraciones a más de 10.000 personas, 134 personas han confesado ser el asesino de Palme, de las cuales 29 lo han hecho directamente en la Policía. A decir verdad, la Policía cometió graves errores desde los primeros instantes del asesinato. Por ejemplo, no precintaron la zona donde ocurrió el homicidio. Las balas fueron encontradas por una persona que caminaba por la calle. La Policía también fue criticada por la manera de llevar a cabo los interrogatorios a la viuda Lisbet Palme. Y a medida que pasaba el tiempo se sumaban otras críticas. En el año 2020, es decir, después de 34 años del magnicidio de Olof Palme, la Fiscalía sueca decidió poner fin a la investigación; alegando que ha muerto la persona sospechosa del crimen. Y el fiscal, Krister Petersson, señala como sospechoso principal a Stig Engström. Y continúa: “el material que ha surgido no es suficiente para que un tribunal considere que Engström sea culpable”. El mensaje de Petersson es ambiguo y da lugar a muchas interpretaciones. Cabe indicar que Stig Engström se quitó la vida en junio de 2000.

Y entre este meollo de juicios, conjeturas y sospechas; el asesinato de Olof Palme ha pasado a ser una historia en donde se mezclan muchísimas teorías de conspiración. Toda la trama y el supuesto autor del crimen superan la ficción. En las novelas policiacas donde ocurre un crimen, al final el asesino es descubierto. Pero en este caso, el supuesto asesino gozó de libertad y decidió suicidarse. Lo tragicómico de esta narración es que Stig Engström estaba en las manos de la Policía desde el primer minuto de la pesquisa. Entonces podríamos decir que el atentado contra Palme y las investigaciones en torno al criminal, han dado lugar a una novela policiaca que no tiene fin. Todo esto ha hecho volar la fantasía de muchos periodistas, investigadores, intelectuales y escritores de todo el mundo. Se han escrito notas, artículos, libros y documentos. Finalmente la novela negra, inspirada en el asesinato de Palme, se ha llevado a la pantalla con el nombre de El asesino improbable (Netflix).

Olof Palme era un hombre controvertido, inteligente y ha hecho mucho por Suecia. Su lenguaje político hacía temblar al adversario. Amado por muchos y odiado por otros. Gracias a él se han realizado grandes conquistas sociales que son vigentes hoy en día. Entre otras cosas: la posibilidad de un préstamo para estudios universitarios, el derecho a 16 meses de baja de maternidad cobrando el 80% del sueldo, el cuidado de los ancianos y minusválidos alcanzó altos niveles, se introdujeron subsidios para la vivienda y subsidios para niños y niñas menores de 18 años.

Fue un defensor acérrimo de los Derechos Humanos, de la paz mundial y de los países en vías de desarrollo. Luchaba contra las injusticias sociales, los abusos de Estados Unidos, el régimen del apartheid y apoyaba al Congreso Nacional Africano. En 1968 participó en una manifestación anti-norteamericana, y junto al Embajador de Vietnam del Norte en Moscú marcharon, por las calles de Estocolmo, con teas en las manos como una señal de protesta contra los bombardeos norteamericanos en Hanói. Palme comparó esos bombardeos con la de los nazis, y pasó a ser un enemigo de Estados Unidos. Entonces el Gobierno de Lyndon B. Johnson retiró a su embajador de Estocolmo.

Suecia, a pesar de ser un país pequeño, ha buscado maneras de influir en la política internacional, sobre todo, para promover la seguridad y la paz mundial. En este contexto, Olof Palme, como representante especial de la ONU, jugó un papel importante como mediador en el conflicto bélico entre Irán e Iraq. Apoyó firmemente a los movimientos de liberación de América Latina y del mundo. Su brillante pensamiento pacifista fue plasmado en conceptos de seguridad que están definidos por la Comisión Independiente sobre el Desarme y la Seguridad (Comisión Palme). Su preocupación por la seguridad internacional y el desarme, lo llevó por diferentes países del mundo a exponer sus ideas sobre este tema. Decía que no se alcanzaba la paz atemorizando al enemigo con un poderío bélico.

El 6 de abril de 1986, Palme tenía que viajar a la ex Unión Soviética para conversar con Mijaíl Gorbachov sobre el desarme nuclear, pero fue abatido con un tiro certero un mes antes. Desde entonces el mundo está, cada vez, más chiflado. La diplomacia y el desarme han fracasado. La paz mundial y la justicia se alejan como parte de los sistemas estructurales civilizados y orientados hacia la humanidad. Estados Unidos sigue con sus ínfulas de ser los dueños del mundo. Y, por consiguiente, quieren instalar bases militares en todos los rincones del Planeta, incluso en las narices de Rusia. Este paradigma militar de supremacía trasnochada, ha sido el principal fundamento para que el Gobierno de Biden hiciera caso omiso a la petición rusa para conservar la paz. Pues ahora los cielos de Europa se han puesto tenebrosos a causa de la guerra entre Rusia y Ucrania. Ojalá que ningún loco apriete el botón rojo del apocalipsis. Los pueblos y las naciones del mundo quieren vivir en paz sin Ejércitos alienados, ni gobiernos empeñados en armarse hasta los dientes. Ahora más que nunca se debe apelar a las ideas planteadas por la Comisión Palme porque conducen a la vía más adecuada para alcanzar, la tan anhelada paz mundial.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.