Haití está en el máximo nivel de alerta por hambre, y El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua suman “puntos críticos” de inseguridad alimentaria, alertaron el 29 de mayo agencias de las Naciones Unidas en un nuevo informe sobre la expansión de esa calamidad en varias regiones del globo.
Los conflictos, los eventos climáticos extremos y las crisis económicas empujan a más y más comunidades a situaciones de hambre, indica el reporte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
La inseguridad alimentaria aguda –un paso antes de la hambruna- aumenta en escala y gravedad en 18 puntos del planeta. Haití, Afganistán, Somalia y Yemen se encuentran en el máximo nivel de alerta, en tanto que El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua se consideran “puntos críticos”.
El número de países con poblaciones hambrientas se eleva ahora a 22 y la FAO y el PMA urgen a una acción internacional inmediata para salvar vidas y medios de subsistencia en los lugares donde se prevé un empeoramiento del hambre aguda de junio a noviembre de este año.
Qu Dongyu, director general de la FAO, dijo que “debemos echar a andar intervenciones agrícolas inmediatas y urgentes para ayudar a quienes están al borde del hambre a reconstruir sus vidas, además de encontrar soluciones a largo plazo para abordar las causas profundas de la inseguridad alimentaria”.
Por su parte, la directora ejecutiva del PMA, Cindy McCain, señaló que en la actualidad no sólo hay más personas en más lugares del mundo pasando hambre, sino que su agudeza es peor que nunca.
“Este informe es claro: debemos actuar ahora para salvar vidas, ayudar a las personas a adaptarse al cambio climático y prevenir la hambruna. Si no lo hacemos, los resultados serán catastróficos”, recalcó McCain.
El informe indica que, según los meteorólogos, hay 82 % de probabilidades de que el fenómeno El Niño –aire caliente sobre Pacífico oriental, lo que altera ciclos y dureza de lluvias y sequías en varias regiones del globo- se presente a mediados de 2023, lo que tendría implicaciones preocupantes en varios puntos críticos.
El Corredor Seco de América Central –sobre todo en el norte del istmo- sería una de las zonas que sufrirían con lluvias por debajo del promedio, y los eventos extremos alcanzarían también a partes del Sahel (cinturón semiárido que cruza el centro del continente africano) y el oriental Cuerno de África.
La FAO y el PMA mantienen a Afganistán, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen en el nivel de alerta de hambre más alto, en tanto que Haití, Burkina Faso, Malí y Sudán fueron elevados al nivel más alto de preocupación.
Todos los “puntos críticos” de nivel superior tienen comunidades que enfrentan o corren el riesgo de hambruna o de caer en condiciones catastróficas. Esos lugares requieren la atención más urgente, según el informe.
En Haití, país de 12 millones de habitantes cruzado por múltiples crisis, casi cinco millones de personas sufren “altos niveles de inseguridad alimentaria aguda”, según la FAO, y de ellas 1,8 millones deben situarse en situación de emergencia.
El país sufre los efectos socioeconómicos de la pandemia covid-19, los de la guerra en Ucrania, un brote de cólera, fenómenos extremos como huracanes, inundaciones y terremotos, y la violencia de las bandas y grupos armados que amenaza la seguridad de las comunidades y dificulta su acceso a insumos agrícolas y alimentos.
Otra crisis destacada en el informe es la de Sudán, donde el conflicto armado por el poder desde mediados de abril ha provocado desplazamientos masivos y hambre entre quienes abandonaron sus hogares en busca de refugio y quienes los acogen.
Más de un millón de personas han huido al exterior y otros 2,5 millones dentro de ese país de 46 millones de habitantes enfrentarán hambre aguda en los próximos meses.
Sudán ya acogía a más de un millón de refugiados de naciones vecinas, y si el conflicto persiste es probable que cientos de miles regresen a sus países de origen, muchos de los cuales ya están luchando con crisis de refugiados prolongadas y con fondos insuficientes, agravadas por problemas sociales, políticos y económicos.
Las rutas de suministro hacia y desde Puerto Sudán, en el mar Rojo, son interrumpidas por la inseguridad. Esas interrupciones harán escalar los precios y agotar las reservas de divisas en varios países, particularmente en Sudán del Sur, que también depende de esa terminal portuaria para su comercio.
El reporte recuerda que las catástrofes meteorológicas y climáticas -inundaciones extremas, calor y sequía- afectaron a millones de personas y costaron miles de millones de dólares en 2022, al intensificarse los signos reveladores y los efectos del cambio climático.
Entre los riesgos socioeconómicos, persisten las consecuencias de la covid-19 y el impacto de la guerra en Ucrania.
Finalmente, los precios de los alimentos previsiblemente se mantendrán altos en los próximos meses y se proyecta una recesión económica mundial en medio de un endurecimiento monetario en los países de ingresos altos, lo que aumentará el costo del crédito, debilitará las monedas locales y exacerbará aún más la crisis de la deuda.