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Panamá, hacia el país decente

Fuentes: Rebelión

El doctor Carlos Iván Zúñiga Guardia (q.e.p.d) solía decir que la principal acción que debíamos hacer los panameños era la lucha por el país decente. Que bajáramos todas las banderas ideológicas y políticas y conformáramos un frente común para erradicar la corrupción, pero sobre todo la impunidad. Que la corrupción existe desde épocas sin memoria, […]

El doctor Carlos Iván Zúñiga Guardia (q.e.p.d) solía decir que la principal acción que debíamos hacer los panameños era la lucha por el país decente. Que bajáramos todas las banderas ideológicas y políticas y conformáramos un frente común para erradicar la corrupción, pero sobre todo la impunidad. Que la corrupción existe desde épocas sin memoria, pero que se puede erradicar si ponemos un alto a la impunidad.

Esas sabias palabras resuenan en los momentos actuales. Desde que cayó la dictadura militar, los panameños iniciamos un camino hacia la reconstrucción de la democracia. Camino tortuoso, difícil, lleno de obstáculos y contradicciones; pero íbamos avanzando. Para que la democracia avance se necesitan agrupaciones críticas, que además de denunciar formulen propuestas. En esa dirección se caminaba. Uno de los vicios de la democracia representativa son los acuerdos de recámara entre los gobiernos salientes y los entrantes, para que se encubran los delitos. Una tónica inadmisible. Un ejemplo nocivo para la población, lo que ha llevado al descrédito de los partidos políticos, convertidos hoy en cascarones improductivos que sólo aspiran al poder para hacerse con los fondos del Estado.

Esa débil democracia de 1999-2009 se acabó en el periodo 2009-2014. Se instauró una dictadura civil que arrasó con todo y que ha dejado al país al borde de la bancarrota. El día 11 de junio pasado, el IPEC, organización presidida por Eduardo Vallarino, invitó a un grupo de panameños de diferentes pociones ideológicas a una Tertulia civico-política. Sus exponentes fueron Nicolás Ardito Barleta, Edwin Cabrea, Guido Rodríguez y Eduardo Quiros. Si bien, como lo indiqué, se tiró un fosforo en un barril de pólvora, se formó una discusión amena y fructífera, que concluyó en la impostergable necesidad de luchar contra la corrupción y la impunidad, que son los vicios que han llevado al país a una crisis, que para salir con dignidad, se necesita la participación de todos. Este ha de ser, sin dudas, la primera tarea a la que tiene que avocarse el nuevo gobierno. La deuda pública panameña, como lo señaló el Dr. Barleta, supera los 24,000 millones de dólares. Cifra astronómica para nuestros recursos.

En la tertulia quedó abierta para el debate el tema de la constituyente, la institucionalidad, salud, educación, vivienda, etc. Temas que hay que tratar a profundidad, como un nuevo modelo socio-económico, con lo que hubo un consenso entre los presentes. Me gustó ver a gente joven con verdaderos deseos de vivir en un Panamá mejor, con distribución equitativa de la riqueza, porque resulta inadmisible que tengamos uno de los mejores índice de crecimiento económico del área y una de las peores distribución de riquezas. No puede haber democracia con hambre.

Estas tertulias van a continuar. El IPEC va a organizar un congreso sobre Corrupción e Impunidad que va a contar con la participación de todos nosotros. La idea es que vayamos ejercitando el musculo, casi atrofiado, de la participación ciudadana en la toma de decisiones y en la fiscalización de la gestión pública. Fue muy estimulante escuchar a los directivos de La Estrella de Panamá comprometidos con el reinicio de este largo proceso democrático que todos los panameños reclamamos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.