El primer ministro griego, Yorgos Papandreu, confía en sacar adelante su plan de recortes sociales y privatizaciones para hacer frente a las exigencias de la UE y el FMI. Para ello, quiso garantizar ayer, con una moción de confianza, la obediencia de su propio grupo parlamentario. A la vez, el ministro de Economía aseguró que la oposición no boicoteará el plan. Pero las protestas en la calle le negaron la confianza.
El primer ministro griego, Yorgos Papandreu, confiaba ayer en sacar adelante al moción de confianza en el Parlamento apoyado en su mayoría de 155 diputados sobre 300, pero en la calle perdió la confianza de los ciudadanos por su entrega a las políticas de recortes sociales impuestas por el FMI y la UE. Mientras los parlamentarios debatían, más de 20.000 personas se manifestaban ante la sede parlamentaria, rodeados de un fuerte despliegue policial, coreando consignas contra los políticos y apuntando cientos de luces verdes hacia el Parlamento.
La movilización estaba convocada por los «indignados» griegos, que acampan desde el 25 de mayo en la plaza Syntagma, así como por el sindicato de Función Pública Adedy, para oponerse a las medidas de recortes y privatizaciones impuestas a cambio de los préstamos internacionales.
Efi Koloveru, estudiante de 22 años, prefiere que el país vaya a la quiebra en lugar de que el Ejecutivo saque adelante sus medidas. «Nos están matando lentamente», criticó. Además, pidió que personas competentes se pongan al mando del país, algo que ni siquiera contempla Julietta, una funcionaria que directamente pedía que «todos se vayan a casa».
Orden en las filas del PASOK
Papandreu ha querido llamar al orden a las filas de su partido antes de llevar a cabo el plan de recortes, de forma que si le dan su confianza, difícilmente puedan votar luego contra el plan.
Se trata de, por segunda vez, recortar el gasto público, subir los impuestos y vender activos del Estado con el fin de obtener un nuevo tramo de ayudas por importe de 12.000 millones de euros que necesita Grecia.
La semana pasada se anunció una remodelación del Ejecutivo cuyo objetivo era acabar con las discrepancias en el partido gobernante respecto a las medidas de austeridad.
Tras dos días de conversaciones en Bruselas, los ministros de Finanzas de la zona euro han dado un ultimátum a Grecia: el Gobierno, el Parlamento y la sociedad en su conjunto tienen hasta el próximo 3 de julio para aprobar nuevas medidas con el fin de recibir la próxima cuota de 110.000 millones de euros de los fondos que la UE y el FMl acordaron entregar al país en mayo de 2010.
Aunque Grecia no ha cumplido varios objetivos relacionados con la deuda incluidos en el primer paquete de ayuda, los ministros de la eurozona han dicho estar dispuestos a ofrecer un segundo paquete de préstamos, a cambio de más recortes
El nuevo plan de ayudas, que se perfilará a mediados de julio, incluirá por primera vez una contribución de inversores privados, que comprarían voluntariamente nuevos bonos griegos.
Las autoridades griegas defienden que los préstamos de emergencia son necesarios para evitar que el próximo mes de julio el país se quede sin fondos, impidiendo así que pague su deuda. Papandreu advirtió de que «las consecuencias de una bancarrota violenta o de la salida del euro tendrían consecuencias catastróficas inmediatas para las familias, los bancos y la credibilidad del país». Por su parte, el nuevo ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, afirmó que intentará que el nuevo programa de austeridad esté aprobado antes del 28 de junio, y añadió que que los dos partidos de la oposición conservadora están dispuestos a no boicotearlo. El plan introduce un ahorro de otros 6.500 millones de euros para este año y 28.000 millones hasta 2015, así como otros 50.000 millones por la venta de activos públicos.