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Haití y República Dominicana

Para construir la esperanza hay que romper las cadenas…

Fuentes: Rebelión

El relato no sirve para articular una buena historieta, pero los más influyentes medios de información lo repitieron durante muchas horas y varios de sus principales analistas lo utilizaron para presentar a Nicolás Maduro como el gobernante que financió el atentado.

Cuenta que veintiséis exmilitares colombianos y dos agentes de seguridad de origen haitiano con pasaporte estadounidense se organizaron en dos grupos para viajar a Haití, uno tras hacer turismo en República Dominicana y el otro tras asentarse sin inconveniente en ese país. Esos hombres ejecutaron al presidente Jovenel Moïse y dejaron malherida a su esposa, Martine Moïse, terminando acribillados algunos, prisioneros otros y descubiertos todos por organismos de represión y de inteligencia que hasta el miércoles siete de julio no habían prestado especial atención a sus movimientos.

¿Cómo se explica que personas entrenadas en contrainsurgencia se movilicen en grandes grupos y laboren en forma organizada sin rendir cuentas a las autoridades del país donde se instalan?

Las autoridades de Colombia dicen que cuatro compañías contrataron a esos exmilitares. ¿Salió de alguna de ellas la orden de matar al presidente de facto? ¿Financiaron sus directivos el atentado? ¿Por qué y para qué? ¿Cuáles acciones militares y políticas estaban en proyecto tras la ejecución de Moïse? ¿Quiénes serían los protagonistas de esas acciones?

¿A cuál sector político le resultaba más rentable ejecutar a Moïse siendo presidente que dejarlo actuar en la coyuntura que se presentaba como preelectoral?

Edwin Paraison, quien fue cónsul de Haití en República Dominicana, declaró que desde hace algunos meses la Policía Nacional de su país contrató, mediante acuerdo con la embajada de Colombia y con el apoyo de la embajada de Estados Unidos, a exmilitares colombianos para la seguridad nacional.

Se realizó una transacción en una feria de mercenarios instalada por la oligarquía colombiana y regenteada por el poder estadounidense, que pide como colaboración a sus aliados mirar hacia otro lado o sumarse a las acciones, según la coyuntura. ¿De qué otro modo se explica la contratación oficial de mercenarios?

Si se ha puesto en marcha una fábrica de versiones es porque ningún grupo político quiere reconocer sus vínculos con el paramilitarismo. No lo han hecho las agencias oficiales yanquis que instalaron el paramilitarismo en Colombia y no lo hará tampoco el equipo de ultraderechistas hoy encabezado por Iván Duque (el uribismo de relevo).

GOBIERNO Y MEDIOS DOMINICANOS EN SUS PUESTOS

Por el origen neoduvalierista del equipo que forjó la figura política Moïse, la contrarrevolución lo convirtió en activista contra Venezuela.

¿Por qué emplearía el Gobierno de Venezuela recursos para despojar a Estados Unidos de un lacayo, en un país donde las grandes potencias (particularmente Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Francia) ejercen con descaro la dominación imperial y nada difícil les resulta cambiar un títere por otro?

Claude Joseph, tras recibir el apoyo de Estados Unidos y de la Organización de las Naciones Unidas para ejercer como continuador, solicitó ayuda a Colombia y a Estados Unidos para investigar el atentado y para reforzar la seguridad. (En República Dominicana, el papel de Joseph se puede asimilar al de Bartolomé Benoit y Antonio Imbert Barreras en 1965, y en algunos aspectos al de Héctor García Godoy, quien se encargó de que el episodio terminara como fue planeado en Estados Unidos).

Las disputas por cuotas de poder a nivel interno no constituyen una promesa de opción liberadora. La esperanza radica en las grandes movilizaciones y en la organización de los sectores populares.

En República Dominicana, los distintos sectores han jugado su papel.

El sector progresista y revolucionario levanta la voz por la soberanía y por el respeto a la autodeterminación. Un gobierno entreguista se ha unido al coro de serviles invocando a la Comunidad Internacional (como nombre propio) y recibiendo en las costas al buque de combate litoral USS Billings LCS15, perteneciente a la IV Flota del Comando Sur de Estados Unidos.

Un buque de la IV Flota en esta parte del Caribe. Como en otros tiempos, se tiene a Haití, República Dominicana, Cuba y otros territorios como centros de interés.

Analistas dominicanos como Bernardo Vega (ex gobernador del Banco Central y economista neoliberal acostumbrado a obedecer órdenes impartidas en inglés), pronunciaron el nombre de Venezuela y el de su presidente en sus primeros comentarios tras la ejecución de Moïse (en los días 7 y 8 de julio). No pusieron bajo sospecha al suplidor de mercenarios y no se han atrevido aún a vincular el atentado con la probada alianza de Moïse con el crimen organizado.

Un equipo mediático ha hecho escuela en la postura de mirar hacia otro lado cuando de cuestionar al poder se trata.

Las elecciones fraudulentas que se han realizado en Haití, han contado con la bendición de la mal llamada comunidad internacional. Las masacres contra el pueblo haitiano y la instalación en posiciones de poder de figuras ligadas al crimen, igual que la reproducción del capital (sucio incluso dentro de las reglas del capitalismo) de las familias oligárquicas haitianas, se han producido bajo la influencia del imperialismo y bajo la sombrilla del poder que los serviles invocan hoy como salvador.

El compromiso con el sistema de analistas dominicanos como Bernardo Vega y como otros que han renegado de sus posiciones progresistas para unirse al coro de alabarderos del presidente Luis Abinader, ha impedido que estos elementos sean parte de la labor noticiosa y de los comentarios.

No por ingenuidad estos comentaristas (los mismos que hoy lucen como empleados de la embajada yanqui al retratar los acontecimientos en Cuba) repitieron la atropellada versión de los hechos ocurridos en Haití en la madrugada del 7 de julio sin mencionar la ligazón con el crimen organizado de los políticos en el poder y de casi toda la burguesía haitiana y el apadrinamiento del poder imperialista a grupos formados por delincuentes de esa estirpe.

No pueden atribuir la paternidad de los paramilitares a los sectores que Abinader invoca como paladines de la justicia global y cuyo apoyo pretende mantener.

No es posible ligarse a un presidente multimillonario y servil y desconocer la autoridad de los sectores que de él se sirven y con los cuales él está realmente comprometido.

En República Dominicana, como en Haití, la construcción de la esperanza pasa por la ruptura de las cadenas… Las conquistas populares se materializarán combatiendo la dominación, no invocando a los conquistadores o santificando a los verdugos…