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Petro y el extenso negocio de la droga en Miami

Fuentes: Rebelión

El presidente colombiano Gustavo Petro ofreció ante la Asamblea General de Naciones Unidas uno de los discursos más valientes de los últimos tiempos en el podio de esa organización al denunciar abiertamente las arbitrarias y agresivas acciones que cometen Estados Unidos, y su actual presidente Donald Trump contra numerosos países del mundo.

A pocas horas de haber hablado Donald Trump en esa misma sala cuyas palabras han sido calificadas por muchos analistas, diplomáticos y políticos como agresivas, prepotentes y llenas de mentiras, Petro con un lenguaje directo y coloquial desnudó las numerosas falsedades provenientes del actual mandatario estadounidense.

Pienso que Petro en ese momento también recordó aquel famoso discurso de un grande de América Latina, el presidente Hugo Chávez, cuando el 20 de septiembre de 2006 al dirigirse a la Asamblea General de la ONU tras haberlo hecho el presidente estadounidense George Bush afirmó: «Ayer vino el Diablo aquí, ayer estuvo el Diablo aquí, en este mismo lugar. Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar».

En esta ocasión, el presidente colombiano, entre las  falacias de Trump que refutó, se refirió a las infundadas acusaciones a Venezuela como un país traficante de drogas y las amenazas militares de Estados Unidos en el Caribe y en específico contra la Revolución Bolivariana.

Sobre ese tema significó: «Los narcotraficantes viven en Miami, Nueva York, París, Madrid, Dubai. Muchos tienen ojos azules y pelo rubio y no viven en lanchas donde caen los misiles. Los narcotraficantes viven al lado de la casa de Trump en Miami».

Las palabras de Petro sobre la expansión del negocio de la droga en Miami son fáciles de comprobar porque desde hace años aparecen en cualquier medio de comunicación y muchos de sus ejemplos los recogí en una investigación que realicé en ese país y que después publiqué en un libro titulado Miami Dinero Sucio.

El boom de la droga en Miami comenzó a mediados de la década de 1960 cuando cubanoamericanos que habían sido entrenados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para realizar atentados contra Cuba, quedaron sin empleo al fracasar la llamada Operación Mangosta (se crearon más de 50 empresas fantasmas de todo tipo en Miami) para camuflar las operaciones desestabilizadoras contra la Revolución.

A estos hombres se les enseñó por donde y cómo penetrar con lanchas rápidas por los distintos cayos y ensenadas cubanas, pero también conocieron cómo hacerlo por la geografía estadounidense. Se aliaron con narcotraficantes colombianos y comenzaron a llenar Miami, New Jersey, Nueva York y otras ciudades con los contrabandos de marihuana primero y cocaína después.

Así surgieron los grandes narcotraficantes como Albero Cruz, Salvador Magluta, Augusto Willy Falcón o Leonel Martínez, por citar algunos que dominaban y controlaban a los agentes policiales que los protegían a cambio de abultadas sumas.

Entre los narcos aparecen en la larga lista Armando Pérez Roura Jr, hijo del vocero de la derecha cubanoamericana y ex director de la emisora Radio Mambí, quien fue detenido con 2 754 libras de pasta de cocaína pero como es usual en esa sociedad corrupta, aunque la fiscalía pedía 10 años de cárcel, fue liberado por los contactos políticos de su padre.

Un caso sumamente aleccionador sobre el inmenso contrabando entre hombres poderosos de la mafia cubana en Estados Unidos fue el del fundador y vicepresidente de la ultraderechista Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), Carlos Salman.

Al morir Salman el 12 de septiembre de 2001, varios periódicos ensalzaron su figura. El Nuevo Herald señalaba: «fue un importante activista republicano de Miami-Dade. De la nada, construyó un enorme negocio de bienes raíces».

Sus conexiones políticas lo llevan a tener amistad con el expresidente Ronald Reagan y con derechistas cubanoamericanos como Ileana Ros-Lehtinen, A una de las principales avenidas de Miami la bautizaron con su nombre.

El chasco vino varios años después, en 2007 cuando los periódicos colombianos Primera Plana y El Colombiano denunciaron todo el tráfico de droga y de lavado de dinero en el que había participado Salman con sus compañías C.W. Salman Partners y Salman Coral Way Partners.   

Todo el cartelito de hombre honesto y constructor de éxito se vino abajo y hasta el nombre de la calle fue eliminado.

Pero no hay que ir muy lejos en este tema. Orlando Cicilia, (esposo de Bárbara Rubio) cuñado del secretario de Estado, Marco Rubio, fue detenido en su casa en 1987 y en los registros encontraron más de 15 millones de dólares en cocaína (el dinero nunca apareció). Cicilia era testaferro de uno de los mayores narcotraficantes de esos tiempos, Mario Tabraue.

Cicilia, condenado a 25 años de prisión fue liberado en 2000 por gestiones de su cuñado Marco Rubio (entonces era líder de la Cámara de Representantes de la Florida) quien también presionó a las autoridades para que le entregaran una Licencia de Bienes y Raíces a su «rehabilitado» cuñado.

Por esas acciones algunos en Miami, como el exalcalde de Hialeah, Raúl Martínez lo nombran «Narco Rubio».

Un informe de la Drug Enforce Agency (DEA) indicó que a finales de la década de los 70, alrededor del 70 % de la cocaína y la marihuana que ingresaba al país procedente de América Latina (principalmente de Colombia) lo hacía al mercado estadounidenses por el sur floridano, un negocio que se calculaba en 40 000 millones de dólares.

Por eso Petro con mucha razón y sabiduría ante el plenario de la Asamblea Nacional de la ONU enfatizó que los traficantes no están en pequeñas lanchitas que son atacadas con misiles por la flota militar estadounidense sin ninguna legitimidad, sino que los narcotraficantes viven en residencias en las principales capitales y también cerca de la mansión del presidente Trump, (refiriéndose a Mar-e-lago en Miami).

Moraleja: aunque ahora Washington le retire la visa a Petro, las verdades que expresó contra Trump y las acciones agresivas de Estados Unidos en el mundo, quedarán registradas en la historia de la ONU.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.