La temática central de la VII Cumbre de las Américas fue «Prosperidad con equidad: el desafío de la cooperación en las Américas». El evento fue clausurado sin que se firmara una declaración final por parte de los jefes de Estado, pero eso no le resta relevancia histórica ni empaña la importancia de los acuerdos alcanzados […]
La temática central de la VII Cumbre de las Américas fue «Prosperidad con equidad: el desafío de la cooperación en las Américas». El evento fue clausurado sin que se firmara una declaración final por parte de los jefes de Estado, pero eso no le resta relevancia histórica ni empaña la importancia de los acuerdos alcanzados en materia de educación, medio ambiente, sanidad básica, cobertura de Internet, salud pública y migración. Esta cumbre ha sido la primera de la historia que contó con los representantes de los 35 países del hemisferio, se convocó con carácter universal dentro de las Américas y en ella se anunció el giro de la política estadounidense hacia Cuba y la región. Según Obama, «la Guerra Fría ya terminó», y su propuesta es mantener una relación de socios y de igualdad con las naciones del continente.
Lo más difundido ha sido, en el lado positivo, el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, así como el proceso de paz en Colombia; y en el lado negativo, el conflicto entre los Gobiernos estadounidense y venezolano, tras el decreto presidencial de Obama que definió al país suramericano como una «extraordinaria amenaza a la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos». Sin embargo, eso no reduce la importancia de los acuerdos alcanzados de cara a la consecución de sociedades prósperas e incluyentes. El presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, al clausurar la cumbre, enumeró y resaltó los acuerdos y consensos relacionados con los temas más importantes para los países participantes.
Señaló que hubo completo acuerdo en reconocer que el derecho a la educación sin discriminación y el acceso equitativo a una educación de calidad son vitales en el esfuerzo por alcanzar un desarrollo integral, erradicando la pobreza y la desigualdad. Indicó, además, que se respaldaron los esfuerzos para asegurar el acceso universal a la salud como un derecho humano fundamental. Y en cuanto a la energía, pilar fundamental del desarrollo sostenible, se acordaron acciones que garanticen el acceso a energía de fuentes diversas, amigables con el medioambiente y en condiciones económicamente asequibles y confiables. En este marco y subrayando la preocupación compartida por el cambio climático, explicó que se acordaron mandatos dirigidos a la protección, preservación y restauración del medioambiente y su adecuada gestión.
Asimismo, el mandatario panameño destacó que, habiéndose reconocido el vínculo entre migración y desarrollo, y el aporte de los migrantes a los países de origen, tránsito y destino, se consensuaron acciones de cooperación entre los Estados y de protección de los derechos humanos de los migrantes. Y en lo que respecta a la violencia criminal, se compartió la preocupación y la necesidad de unir esfuerzos contra el terrorismo, el crimen organizado y otras amenazas a la seguridad de los ciudadanos, a través del fortalecimiento de la cooperación entre los países y la adopción de medidas para prevenir la violencia y la delincuencia.
Finalmente, y reconociendo que la democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos, se acordaron un conjunto de mandatos para fortalecer el Estado de derecho, la separación e independencia entre los poderes estatales y el respeto a los derechos humanos, y en ese sentido se pactaron acciones para promover y garantizar la participación ciudadana en la gestación y aplicación de políticas públicas, así como el empoderamiento de los ciudadanos sin discriminación de género o de raza. Varela apuntó también que, en adición a los mandatos acordados, Panamá propuso -y hubo total consenso entre los países- mejorar sustancialmente el acceso de la población al agua potable y saneamiento básico, así como la cobertura de la banda ancha y de la educación media y técnica.
Ahora bien, construir prosperidad con equidad pasa por repensar los modelos de desarrollo, que hasta hoy han sido incapaces de resolver los principales problemas de las mayorías. El papa Francisco lo recordó con vehemencia en su mensaje a los jefes de Estado reunidos en la cumbre. Afirmó que gran parte del bienestar logrado es injusto de raíz y atenta contra la dignidad de las personas. Hay bienes básicos (como la tierra, el trabajo, la casa) y servicios públicos (como la salud, la educación y la seguridad) de los que siguen excluidos muchos seres humanos. De ahí que para el papa, el gran reto de nuestro mundo es la globalización de la solidaridad y la fraternidad, en lugar de la globalización de la discriminación y la indiferencia; y mientras no se logre una distribución equitativa de la riqueza, no se resolverán los problemas de nuestra sociedad.
En las economías emergentes, según el pontífice, una gran parte de la población no se ha beneficiado del progreso económico general; se ha abierto una brecha mayor entre ricos y pobres. La teoría del goteo o derrame es falaz: no es suficiente esperar que los pobres recojan las migajas que caen de la mesa de los ricos. Son necesarias acciones directas en favor de los más desfavorecidos, cuya atención, como la de los más pequeños en el seno de una familia, debería ser prioritaria para los gobernantes, concluyó Francisco.
Por otra parte, pero en el mismo espíritu, son significativas las palabras del presidente de Cuba, Raúl Castro, durante su intervención ante el pleno. Las citamos porque constituyen un gran desafío no solo para los países americanos, sino para el mundo. Desde el ejemplo reconocido por muchos, Castró habla de la «prosperidad con equidad»:
«Cuba, país pequeño y desprovisto de recursos naturales, que se ha desenvuelto en un contexto sumamente hostil, ha podido alcanzar la plena participación de sus ciudadanos en la vida política y social de la nación; una cobertura de educación y salud universales, de forma gratuita; un sistema de seguridad social que garantiza que ningún cubano quede desamparado; significativos progresos hacia la igualdad de oportunidades y en el enfrentamiento a toda forma de discriminación; el pleno ejercicio de los derechos de la niñez y de la mujer; el acceso al deporte y la cultura; el derecho a la vida y a la seguridad ciudadana.
«Pese a carencias y dificultades, seguimos la divisa de compartir lo que tenemos. En la actualidad, 65,000 cooperantes cubanos laboran en 89 países, sobre todo en las esferas de la medicina y la educación. Se han graduado en nuestra isla 68,000 profesionales y técnicos (de ellos, 30,000 de la salud) de 157 países.
«Si con muy escasos recursos Cuba ha podido, ¿qué no podría hacer el hemisferio con la voluntad política de aunar esfuerzos para contribuir con los países más necesitados?»
Carlos Ayala Ramírez es director de radio YSUCA, El Salvador.