Los estudiantes franceses abandonaron las clases y tomaron de nuevo las calles. El jueves 29 de enero, estudiantes y personal educativo se unieron a la huelga general en la que se calcula 2,5 millones de trabajadores franceses se manifestaron en las principales ciudades para demostrar al presidente Sarkozy que estaba equivocado cuando en el verano […]
Los estudiantes franceses abandonaron las clases y tomaron de nuevo las calles. El jueves 29 de enero, estudiantes y personal educativo se unieron a la huelga general en la que se calcula 2,5 millones de trabajadores franceses se manifestaron en las principales ciudades para demostrar al presidente Sarkozy que estaba equivocado cuando en el verano de 2007 comentó: «En esta época, cuando hay una huelga en Francia, nadie lo nota». Ese mismo día por la tarde, 53 de las 85 universidades votaron para continuar indefinidamente su propia huelga. Días más tarde no había síntomas de reflujo y ahora más de 74 universidades están en lucha. Los estudiantes franceses están furiosos y están decididos a que este año todo el mundo lo sepa.
No es nada novedoso que las universidades vayan a la huelga. En noviembre y diciembre de 2007, los estudiantes también participaron en la oleada de huelgas nacionales, muchas univesridades estuvieron cuatro semanas bloqueadas para detener los planes de financiación privada de la enseñanza universitaria. En marzo de 2006, muchos estudiantes ocuparon sus facultades como parte de la protesta nacional contra el Contrat Premiére Embauce (CPE), que representaba una amenaza para los derechos de los jóvenes trabajadores. «Solemos hacerlo», dice Louis, un estudiante de tercer año de música de la Universidad François Rabelais, en Tours. «El año pasado las huelgas bloquearon mi universidad e interrumpieron las clases. Pero hoy estoy aquí porque tenemos que trazar una línea en alguna parte».
¿Por qué este año es diferente? Las reformas que ahora están sobre la mesa propuestas por la ministra de educación superior, Valérie Pécresse, afectarán principalmente a los estudiantes del prestigioso curso de formación del profesorado de Francia, el CAPES (Le Certificat d’Aptitude au Professorat de l’Enseignement du Second degr).
El plan de reformas Pécresse reduce significativamente la financiación del CAPES, reduciendo el programa de dos a un año, eliminando las prácticas pagadas y obligando a los estudiantes del CAPES a compartir clases con estudiantes de magisterio para reducir el tiempo de enseñanza.
Estas medidas se calcula que supondrán la pérdida de 900 empleos en el sector educativo superior y amenaza el estatus de los investigadores y profesores. Muchos tendrán que dar informes detallados de la forma en que gastan su tiempo investigación y podrían enfrentarse a un aumento del período de aprendizaje del cien por cien. «No sólo amenazan nuestra posición como investigadores, sino también la capacidad de la universidad de dar a todos los estudiantes una educación actualizada», dice L. R., profesor de sociología de Aix, en la Provenza.
Los efectos a largo plazo de las reformas Pécresse será devaluar a los profesores de la educación secundaria. El CAPES siempre garantizaba que sólo el número de profesores necesarios en las escuelas pasaban cada año el curso. Las reformas aplicarán el libre mercado a este cuidadoso sistema, con algunos profesores peor cualificados que otros y por tanto más vulnerables a los ataques por parte del Estado, que seguramente será el próximo movimiento del gobierno.
Los profesores y los estudiantes se han unido en una lucha sin precedentes para oponerse a las leyes Pécresse. Desde el 6 de noviembre ha habido paros y manifestaciones por todo el país que han demostrado un nivel poco habitual de cooperación entre universidades y facultades. El personal de muchas universidades votó por una huelga administrativa, es decir, se niegan a entregar las notas. El movimiento ha tenido mucha repercusión en la prensa local y nacional, pero el gobierno no lo ha reconocido hasta que ahora las universidades están paralizadas.
Ahora se ha votado en asambleas generales en cada universidad. Aproximadamente el 50 por ciento de las clases en la universidad se suspendieron la semana pasada. Este año el objetivo es extender la lucha. Las asambleas en la Universidad François Rabelais de Tours, donde están en huelga todas las facultades excepto música y medicina, están centrándose en ganar apoyo y garantizar la victoria, no sólo en parar el funcionamiento de la universidad. Aunque los principales sindicatos estudiantiles, como el UNEF y el SUD Etudiant están claramente presentes, y la campaña cuenta con el apoyo de las cinco principales confederaciones sindicales del país, cada decisión se toma con votación general de estudiantes y trabajadores, normalmente después se suele pedir el voto de los profesores.
El año pasado, incluso en esta universidad tradicionalmente radical, la única manera de hacer efectiva la huelga fue bloqueando las entradas a los edificios universitarios. Este año muchos estudiantes y profesores están apoyando la huelga por primera vez, las asambleas generales abarrotan los auditorios que tienen una capacidad para 1.000 personas. Todos quieren participar en las votaciones, distribuir panfletos o quieren saber las últimas noticias sobre cómo va el movimiento en el resto del país.
Este año también está participando en el movimiento el Tours Institut Universitarire de Technologie (IUT). Los IUT, universidades técnicas, no diferentes a los antiguos politécnicos, se enfrentan a que todo su presupuesto se desvíe hacia las universidades «reales». En raras ocasiones van a la huelga, pero en este caso se están uniendo a muchas protestas universitarias y han participado.
A principios de la segunda semana de huelgas, el movimiento comienza a estar cada vez más organizado. Se dan clases alternativas y hay discusiones sobre cómo se pueden mejorar las universidades. «No sólo luchamos contra una reforma sino por la defensa de todo el sistema», explica Clarisse, una estudiante de piscología de 19 años. «Hay una enorme acumulación de frustración que ha contribuido a unir a los estudiantes de todo el país. Luchamos contra un tipo de política que intenta conquistar mediante la división de la gente, pero la semana pasado fue el principio de un movimiento unido».
La fuerza de la huelga comienza a demostrar sus efectos. Muchos rectorados han declarado su oposición al plan Pécresse, aunque no han dado su apoyo formal a los huelguistas. En Tours el rector consintió un día de protesta formal el 10 de febrero, cuando se esperaba una manifestación masiva en París. Seguramente el gobierno finalmente tendrá que admitir que las huelgas en Francia no pasan desapercibidas, en el pasado derribaron gobiernos.
Sarkozy ha recibido un mensaje que no puede ignorar, el periódico Libération informaba el lunes 2 de febrero de una reunión privada con los responsables de las universidades de París, estuvo presidida por Axel Kahn, rector de la Universidad París V y conocido científico: «El señor presidente de la república no conseguirá aprobar este decreto». Sarkozy ya ha demostrado ser un poco lento cuando se trata de escuchar a la opinión pública francesa, mientras tanto, la lucha en las universidades cada vez está más organizada y es más poderosa.