En medio de la victoria electoral de la ultra y centroderecha
Nuestro país ha ingresado a un escenario de crisis aguda del régimen de explotación capitalista. Los golpes, contragolpes y rebeliones populares, son expresiones de la volatilidad en la que nos encontramos. El golpismo no quiere constituyente no porque ésta les pueda arrebatar su gran propiedad privada o sus ganancias (la constituyente es una consigna democrático burguesa), sino por temor a la inestabilidad y fragmentación que podría moverle el gallinero como en las elecciones pasadas.
La presentación de la cuestión de confianza por parte del premier Torres, contradictoriamente, se presenta ad portas de la llegada de la Misión de la imperialista OEA. En política no hay casualidades. Con esta maniobra, el gobierno busca curarse en salud y derrotar institucionalmente al golpismo. Pero esto no solucionará el problema de fondo: Un régimen político y social colapsado por su carácter pro capitalista, donde los trabajadores ganan salarios de hambre de S/. 1,025 cuando la canasta básica familiar es de S/. 2,500. Por esta razón surge a cada instante la consigna de “Constituyente ya” como una “panacea”.
Justamente, esta última fue una de las consignas que planteó Castillo en campaña, pero que una vez en el poder, abandonó, en menos de lo que canta un gallo. En vez de movilizar a las masas, presentó un oficio para un referéndum al respecto, que obviamente fue encarpetado. Por su lado, Cerrón, Bermejo y Perú Libre (PL), cayendo en el juego del “institucionalismo”, convocaron a una recolección de firmas, lo que en la práctica operó como una política distraccioncita (no hay un balance serio al respecto). Así las cosas, la amenaza de la vacancia operó como una extorción para poner de rodillas a Castillo.
La vieja y reformista izquierda, después de su letargo y de agarrar cuerpo por las cuotas de poder en el Ejecutivo, ha vuelto a plantear la Constituyente, pero desde un ángulo completamente institucionalista y distraccionista, aggiornado al régimen de explotación del capital y aislado de la realidad concreta.
Y es que, si tenemos en cuenta que en las últimas elecciones locales es la ultra y centro derecha a nivel de Lima, y el oportunismo regionalista en el interior del país, las que has ganado, pues, si hubiera elecciones para una Constituyente, ¿Quiénes creen Uds. que podrían tener mayoría?
La experiencia debería servir como una lección clara al respecto. Y es que justo cuando el régimen pinochetista de Piñera se sentía acorralado por la potente rebelión popular, éste convocó, pactando con Borich y la “izquierda democratizante”, a una Convención Constituyente, la misma que no era ni soberana ni libre ya que funcionó como un apéndice del Congreso conservador chileno. La Constituyente chilena no ha resuelto ningún problema del pueblo y no pudo liberar si quiera a los presos políticos de la rebelión popular del 2019. Esto es lo que explica que la población la haya rechazado.
En Perú, primero hay que tener claro que una hoja de papel per se no va a cambiar ni el saqueo ni la explotación capitalista si las masas no están organizadas y movilizadas bajo un Encuentro obrero y popular o un Estado Mayor del Pueblo (EMP).
Segundo, que, la Constituyente tiene que ser soberana (que sea el único poder que gobierne a punta de decretos legislativos, sin poderes paralelos), y para eso es fundamental que el pueblo la imponga a través de un Plan de Lucha escalonado levantando las reivindicaciones populares como aumento salarial, pase a planillas de los tercerizados, viviendas públicas para los Sin Techo, aumento de presupuesto para la salud y educación, hasta la nacionalización de Repsol, las minas y Camisea, para ponerlas a funcionar planificadamente bajo el control de los trabajadores.
Tercero, para que sea democrática, la composición de la Constituyente tiene que ser a través de las organizaciones del movimiento obrero y popular.
Finalmente, para alcanzar la victoria, todo lo anterior, debe estar en perspectiva de un gobierno de los oprimidos y explotados. Es la única forma de aplastar al golpismo y de conseguir la justicia social revolucionaria.
César Zelada. Dirigente de la Agrupación Vilcapaza.
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