“Concebimos el lawfare (o guerra jurídica) como el uso indebido de herramientas jurídicas para la persecución política; la aplicación de la ley como un arma para destruir al adversario político por la vía judicial (Vollenweider y Romano, 2017).
Opera “desde arriba”, por medio de un aparato judicial que, mediante un “reordenamiento”, se eleva por encima del Poder Legislativo y del Ejecutivo, ampliando el margen de maniobra y poder para los jueces, en detrimento de la pérdida equilibrio entre poderes (Domingo, 2009), allanando el terreno para una creciente juristocracia (Hirschl, 2013). Se caracteriza por el doble rasero de la ley, puesto que algunos casos se presentan como más escandalosos o “corruptos” que otros, en virtud de la coyuntura e intereses políticos en pugna (alejándose de la “imparcialidad” y “apoliticismo” con el que intenta asociarse la aplicación de la ley). En esta selectividad, es fundamental el rol de los medios de comunicación y redes sociales, que contribuyen a manufacturar consenso en contra o a favor de determinadas personalidades, grupos o sectores políticos (Chomsky y Herman, 2000), mostrando exagerada y sistemáticamente algunos casos, ocultando otros. En efecto, la eliminación y desmoralización del adversario político se concreta especialmente en el plano de la opinión pública, en momentos políticos clave (Vollenweider y Romano, 2017). Este proceso tiene no solo un impacto político y económico, sino en términos geopolíticos, uno de los aspectos menos visibles, pero mejor articulados al origen del lawfare, como concepto que denota una guerra. (Silvina Romano, Lawfare y neoliberalismo en América Latina: una aproximación, file:///Volumes/ADATA%20HV300/lawfare.pdf )
ENTRE CRIMENES E IMPUNIDADES.
La coyuntura cambia a cada momento y el fujimorismo marca la pauta. Hoy, al parecer Keiko, la jefa de las mafias peruanas, ha decidido que habrá adelanto de elecciones (¿dentro de un año?) y para ello necesita ajustar su control congresal, de la Junta Nacional de Justicia y el Jurado nacional de Elecciones, de la mano del traidor Cerrón, y, después de ello, destituir -en una quinta vacancia presidencial en seis años- a las marionetas Dina-Otárola totalmente deslegitimados por los 70 asesinatos realizados por consenso entre el fujimorismo, sus autoridades judiciales, jefes de las mafias del Congreso y de las FFAA y PP, con la anuencia de los EEUU. Se prevé también cambios en el ejecutivo con una gestión remota de la usurpadora, lista para exilarse, cuando el desastre gubernamental la deje sin piso y la gobernante real -Keiko- decida prescindir de ella. También se avizoran cambios en las fiscalías y otras autoridades judiciales, como en las FFAA. Keiko está convencida que puede hacer lo que le viene en gana y también ha decidido liberar a su padre.
Usando las herramientas montesinistas: todos los sujetos tienen precio, los sujetos en el poder y privilegiados consiguieron mayores beneficios manipulando el presupuesto sin importarles los derechos sociales, como restarle presupuesto a educación y salud, para transferirlos a las FFAA, Congreso y sistema judicial. Se consiguió hacer cambios legales para garantizar impunidades de todos los corruptos. Y lo más importante, se aprobaron las medidas económicas para facilitar aún más el saqueo de los recursos naturales.
1. Perú -y otros países- viven una juristocracia, una dominación ejercida desde el sistema judicial y su ejército de abogados, articulada a la cacocracia (gobierno de los malos y brutos, de los delincuentes), bajo una forma parlamentarista, fascistoide, aristócrata (familias de origen colonial controlan la economía), pero lo dominante en términos políticos es la juristocracia (de abogados funcionarios delincuentes manipulación de leyes a su antojo) a favor de los más poderosos lumpen oligarcas. No nos confundamos, en lo fundamental, esta es una dictadura de la lumpen oligarquía, que combina la juristocracia con la cacocracia, el parlamentarismo, la narcopolítica, el militarismo, el autoritarismo y la sumisión extorsiva. Utiliza las coimas y prebendas, así como la guerra jurídica apoyada por las fuerzas policiales -y armadas- para garantizar el despojo, la apropiación y la defensa de esa propiedad de la lumpen oligarquía y una libertad de mercado que naturalice el sistema internacional unipolar y asimétrico impuesto por el imperio. El lawfare es una herramienta utilizada por la derecha conservadora para apropiarse del Estado y orientarlo hacia el neocolonialismo, recuperando el componente antipolítico y racista, característico de ese régimen. La conformación de un comité de asesores de la presidencia, abogados expertos en venta de impunidades y en defender a delincuentes, y el paradigmático caso de la prisión suspendida-liberación- de los primos lumpen oligarcas José y Hernando Graña que involucran a los fiscales Vela y Pérez y colaboradores eficaces; nos muestran que se consolida la abogadocracia, excluyente de todo funcionario judicial honesto. Una fiscal y su familia tiene tanto poder como la usurpadora o que el Comando Conjunto o el Congreso. Todo entretejido por los jefes oligarcas, narcos y trasnacionales extractivistas y con los poderes regionales y locales.
El parlamentarismo es un instrumento para construir el aparato jurídico ad hoc para consolidar el poder de las grandes mafias empresariales y los gobiernos serán los ejecutores de los dispositivos del sistema judicial y el parlamento bajo amenaza coercitiva de las FFAA y PP. Mantener este sistema parasitario requiere de una elite de privilegiados de fiscales, jueces, parlamentarios, militares, funcionarios y toda una capa de intermediarios lobistas, asesores, consultores, tecnócratas, etc. que configuran a los Estados y que requieren ser erradicados como condición para un cambio político. Participar en el Estado no es una salida, es, más bien, la metástasis sin importar ideologías. Este es un gobierno de la cleptocracia (una administración de rapiña: concesiones, rentas, impuestos al pueblo, coimas)
Perú, vive amenazado por las viejos grandes problemas del despojo genocida y los nuevos relativos a la migración, epidemias, corrupción, mala gestión, creciente violencia delincuencial e incompetencia para resolver las graves dificultades de la población. El problema de la deuda al FMI, el Banco Mundial y a algunos países acreedores y el problema a largo plazo: la brutal explotación por el bloque imperialista a través de sus trasnacionales y entidades financieras de la fuerza de trabajo y recursos peruanos en connivencia con las corporaciones “nacionales” y los gobiernos lumpen oligárquicos locales la miseria de la deuda de los pueblos continuará.
2. Cuantas muertes más quieren?. Frase de Dina, la asesina, que repite la idea de los dictadores de turno y de la tradición militar desde 1980. Williams lo hizo en Accomarca, Otárola en Tía María, Montesinos y su Grupo Colina con decenas de crímenes, Gómez de la Torre en el VRAE, etc. Todos programados, preparados y adiestradores de miles de soldados y licenciados, contra un imaginario terrorismo que hay que aniquilar para salvar al Perú; según este invento, el futuro de los peruanos depende del exterminio del enemigo. Si vemos más al fondo, es el Estado que pone de manifiesto la mutación del capital, de la acumulación por reproducción ampliada a la acumulación por despojo, base de los actuales Estados para la desposesión; militariza los territorios indígenas donde habitan los pueblos victimizados; sin él, el capital no podía concretar la expropiación. La historia de exterminio y toda la cultura política que entraña se afirma en un Estado que ha mutado, volviendo a la acumulación originaria en una dimensión global, nuevos depredadores herederos coloniales -el 1%- lo han secuestrado para blindar su poder, riqueza e impunidad. Y si hablamos de educación y cultura, no olvidemos los 500 años de cristianización y militarización de la vida social, base del autoritarismo, el mercenarismo, la sumisión y la misma corrupción. Se impuso el embrutecimiento y una ética sin moral de la que quienes osan salir serán castigados. Este tema merece una investigación especial que atienda el análisis del ethos colonial del cual todos somos portadores, en mayor o en menor medida y que mentes maquiavélicas y asesinas como las de Montesinos, Otárola, Keiko. Williams Zapata, Benavides, Boluarte y miles más han logrado sacar provecho político.
Sobre esta base, la vieja narcopolítica Re institucionaliza y naturaliza la destrucción material de cuerpos y poblaciones consideradas como inferiores y desechables, superfluas y prescindibles. El objetivo del terror y el necro poder es el sometimiento social; la sumisión depredadora para la desposesión, despojo y Re-territorialización con fines de dominio económico. Destruye el tejido social comunitario mediante decisiones de quién puede vivir y quién debe morir a mano de ejércitos que generan muerte masiva, lo que exhibe la lógica del capitalismo del siglo XXI como administración de la muerte, acrecienta la polarización entre dos tipos de fuerzas sociales: de una parte, las elites identificadas con el neoliberalismo; y, de otra, los sectores populares, trabajadores, movimientos sociales, capas medias e incluso cierto empresariado mediano, que rechazan esta política. Un sector importante queda en medio, se identifica con el neoliberalismo, muchos son los mestizos que ocultan o rechazan su origen, algunos se consideran de izquierda, buscan su sobrevivencia y para ello se integran al sistema como electores, sicarios o entes pasivos pero que piensan como la derecha cavernaria.
3. Propiedad y racismo. A esta relación pocos le han prestado atención. Existe una tendencia a separar relaciones que son inseparables. Sobre la base de controlar la propiedad usando medios jurídicos, desde la Constitución hasta los códigos, los poderosos han continuado con el colonialismo exterminador de la población originaria. Sobre esta base ha sido construido el extractivismo y la diferencia entre pobres y ricos. Entre colonialistas y colonizados. El derecho de propiedad ha construido históricamente los patrones de diferencia racial y su mantenimiento activo para trasladar recursos valiosos a los colonos europeos blancos y a sus descendientes, acompañados de odio, la xenofobia y supremacismo de una ultraderecha que instala el extractivismo, colonialismo, esclavitud en el mundo, perpetuando las disparidades. De aquí también surge el ethos dominante de su vertiente racista popular que desde la colonia utilizó a los afrodescendientes como combatientes en el sometimiento de los pueblos originarios. Su mejor expresión son los “marines”, policías y el grupo de congresistas keikistas que obedecen órdenes del almirantazgo, de los servicios de inteligencia integrados y los ex almirantes congresistas, que a su vez obedecen a Keiko y Montesinos. En el lado opuesto, se buscan chivos expiatorios que hayan tenido algún vínculo con la violencia de los 80 y encuentran víctimas como Rocío Leandro Melgar, alias “Camarada Cusi”, y seis personas más vinculadas a la denominada Nueva Fracción Roja de la organización terrorista Sendero Luminoso, fueron parte de estas protestas de los últimos días, en diversas regiones del país.
4. La republiqueta de la corrupción. Keiko se afianza como lideresa de la cadena de mafias establecidas a partir de su tradición, mayor organización, mejores y más sólidas relaciones de poder asociadas a la cúpula de la lumpen burguesía y por su capacidad de expandir la corrupción en todas direcciones incluyendo a la seudo izquierda electorera de Perú Libre, Juntos por el Perú, sectores magisteriales y personajes impresentables. Sin embargo, a pesar del control casi absoluto del poder político y el sistema jurídico, este se encuentra en descomposición y en total ilegitimidad -como el Congreso y los militares- y en medio de ese contexto, se programa un simulacro de juicio a Keiko que se prevé sea un simulacro para librarla de culpas, lo mismo que ocurriría con las estafadoras Dina y la fiscal. Estos son excesos que tienen un límite, que al sobrepasarlo han hecho reaccionar a progresistas neoizquierdistas, liberales y hasta neoliberales. Son tantas autoridades políticas, militares y miembros de la lumpen oligarquía que otorgar impunidad a todos es insoportable. El más grande enemigo del poder hoy es su deslegitimación, casi imposible de recomponer. Por ejemplo, los congresistas plebeyos, en su mayoría, con todos los deseos y lujos que imaginaron y que se los da el congreso: viajes, comida gourmet, supercomputadoras y celulares, vehículos, ropa, chofer y gasolina, 16 salarios al año, 10 trabajadores a su mando, residencias, casas de playa y campo. Y, sobre eso, mochan sueldos, reciben coimas, son lobistas, se sienten en el paraíso terrenal, pero para el pueblo es intolerable e insultante.
5. La era actual de barbarie y aplastamiento de la disidencia apunta a la necesidad de enfatizar cómo el ámbito cultural y las pedagogías de cierre operan como fuerzas educativas y políticas al servicio de la política fascista. En tales circunstancias, los educadores ya no cuestionan lo que los individuos aprenden en la sociedad y menos, lo que deben desaprender interpelando a las instituciones que brindan las condiciones para hacerlo. Frente a las pedagogías del apartheid de represión y conformidad, arraigadas en la censura, el racismo y el asesinato de la imaginación, existe la necesidad de prácticas pedagógicas críticas que valoren una cultura de cuestionamiento, consideren la agencia crítica como una condición fundamental de la vida pública y rechacen el adoctrinamiento. a favor de la búsqueda de la justicia en los espacios e instituciones educativas que funcionan como esferas públicas democráticas.
La miseria alienante, la atomización social, la muerte del contrato social, la militarización del espacio público, las concentraciones de riqueza y poder en manos de la élite financiera y dirigente, alimentan una política fascista. Los signos del fascismo ya no se esconden en las sombras. Esto es especialmente claro ya que la política fascista de hoy en día extrae gran parte de su energía de una cultura del miedo, el resentimiento, la intolerancia, el fundamentalismo político y un estado mental en el que la distinción entre la verdad y la falsedad se derrumba en realidades alternativas.
6. Las elecciones entre impunidades y deslegitimación. El proceso de crisis estatal es eso, un proceso, que se expresa en el régimen político peruano, como dificultad de las élites dominantes y su entramado institucional para mantener la hegemonía político-cultural y legitimidad ciudadana. Internamente, será difícil evitar que los intereses particulares no entren en contradicción con las necesidades de legitimidad desde su mezquina visión. El plan fujimorista es que dina se quede hasta el 2026 y el fujimorismo hasta que keiko tenga 80 años y nunca vaya a la cárcel. Keiko, ante la ilegitimidad de Boluarte y ya sin miedo a la cárcel por la servidumbre de la Fiscal, aparenta diferenciarse de esta última antes de anunciar su candidatura. Y, a la inversa, Boluarte, aterrorizada ante la inminencia de la cárcel, aunque ha conseguido la autorización del podrido congreso para gestionar el poder de modo remoto, con un pie en el exilio en EEUU, también quiere distanciarse de una mayor ilegitimidad por su obediencia a Keiko. Desde fuera. Lo inevitable, es que existe un cuestionamiento cívico masivo del sistema de representación política, de la clase política gobernante, por la corrupción y su gestión excluyente, represiva y regresiva. El sistema se siente amenazado por la emergencia de viejos y nuevos sujetos sociales y políticos, reafirmados en la lucha contra el despojo y la búsqueda de democracia y justicia social, a pesar de que la izquierda oficial no logra una recomposición de los equilibrios entre las fuerzas políticas progresistas, ni acepta la necesidad de demandas de cambio real y sustantivo. En síntesis, estamos ante un gobierno totalmente deslegitimado desde su origen, con graves indicios de pretender destruir la institucionalidad, eliminar todos los procesos de corrupción y extinguir los derechos humanos y sociales, imponiendo la impunidad extrema de todas las mafias y del tejido mafioso del régimen dictatorial; y ello es inaceptable para los pueblos.
7. El régimen político, establece los límites y posibilidades como marco en el cual gobernantes y subordinados pueden ser y hacer con relación a lo político. Esto es, con respecto a sus relaciones, a sus oportunidades o limitaciones para acceder a la lucha hegemonista o contra hegemónica, a los recursos y fuentes con los cuales cuentan, el tipo de decisiones, las políticas que pueden instituir que, aun con sus diferencias, los sujetos sociopolíticos participantes del sistema político han perdido el margen para diferenciar sus concepciones y prácticas, que finalmente las sitúan en dirección compatible con su mantenimiento. Así, en los regímenes políticos en su engañosa forma representativa, el Estado como institución política máxima se funda en una fugaz participación política, circunscrita esencialmente al elector individual y mercantilmente considerado, el cual tiene la posibilidad formal de acceder, periódicamente y a través del voto, al ejercicio de un cierto poder permitido. Una formalidad que encuentra cada vez más limitaciones económicas, sociales, políticas para su realización soberana; y más bien lo hace a través mercenarios, propuestos por el sistema de organizaciones criminales, donde se despliegan las fuerzas sociales y políticas organizadas por mafias locales y regionales que aprovechan los mecanismos e instituciones formales establecidas jurídicamente para luchar por un lugar de privilegio en el estado. Siendo electos desaparece la figura del representante, viven en la abundancia gracias a las bondades salariales y privilegios y muchos se corrompen. Una excelente forma de dominación y expropiación de la soberanía popular. Por último, no obstante el carácter determinante que pueda constituir el régimen político, es necesario observar que los ámbitos de la realidad, en procesos más concretos y particulares, pueden presentar una autonomía tal que generan reformas al mismo, modificando el régimen político hasta cierto punto. Surgen cada vez nuevas contradicciones y reaparecen otras, asoman elites emergentes que, sin pretender cambiar en esencia el régimen económico, disputan espacios a elites tradicionalmente dominantes. En resumen, desde el Estado solo cambia lo insignificante.
8. El régimen político es dictatorial cuando los grupos de poder controlan al conjunto de instituciones que dejan de regular la lucha por el poder y su ejercicio, e impulsan los intereses, las ideas y los valores que sustentan la dominación; es la estructura organizadora del poder, que establece los criterios de selección de los integrantes de la clase dirigente y asigna los roles en ella de acuerdo al conjunto de normas y procedimientos para el acceso y el manejo de la propiedad y del poder impuestas por el sistema judicial y el Congreso. En Perú el Estado y el régimen están cada vez más privatizados. En el capitalismo político, la política e instituciones están al servicio directo del capital trasnacional y nativo, mientras unos se dedican al extractivismo vía el despojo los otros saquean las arcas estatales. Algunos calculan que actuando juntos, en los últimos 30 años, la extracción llegaría a un mínimo de 270 mil millones de dólares. Las contradicciones aparecen porque la normatividad en estos tiempos tiene como principio que los intereses particulares tienen prevalencia sobre los generales, cuando la asociatividad mafiosa y los códigos en los que se basa tienden a primar sobre la ley en muchos de los campos de la sociedad civil regidos por una acción estatal que se resquebraja. Aparecen denuncias que deberán ser deslindadas. La simulación puede ser descubierta; si bien permite encubrir la transgresión, facilitando el establecimiento de una red jerarquizada y mafiosa, existe una complicidad donde los operadores pueden ser susceptibles de acusación. Esta forma de frágil gobernabilidad surge en el período colonial, especialmente en el mundo blanco-criollo-aristocrático. No obstante, poco a poco fue extendiéndose a todo el Perú, especialmente en el siglo XX, cuando muchos en el llamado “desborde popular” la acogen, de manera que su influencia crece vertiginosamente en el mundo cotidiano.
9. No encontramos diferencias entre las organizaciones económicas y políticas en el poder respecto a las políticas públicas, su aplicación y la línea política neoliberal del mismo; las diferencias radican en torno a los grados de tolerancia de corrupción institucional, en las formas y en quienes pueden acceder al poder, sobre la impunidad ante denuncias públicas, o que se expresan en el modo de cambiar aspectos constitucionales. Las luchas más importantes se refieren a la izquierda y las que se producen por acceder al gobierno, a cómo puede movilizarse del modo más eficaz en el cambio de equilibrio de las fuerzas sociales existentes. Un problema para la izquierda oficial se dio cuando coinciden con la derecha, llegando a identificarse fácilmente con aspectos de las estrategias y políticas neoliberales de las clases dominantes y su inercia ante las contradicciones entre el capital y el Estado. Ambas tendencias ya no pueden continuar naturalizando las preocupaciones públicas por las desigualdades cada vez mayores de renta y riqueza, por el estancamiento secular y las tensiones que todo ello puede generar. Ligadas a un proyecto de izquierda popular, estas cuestiones pueden constituir fisuras en el poder del Estado, que han de ser ampliadas mediante movilizaciones realizadas a distancia de este, así como mediante la política y las luchas ordinarias para cambiar la forma del mismo, hasta avanzar en la construcción del nuevo ethos.
10. La crisis de hegemonía se caracteriza, ante todo, cuando aparecen una multiplicidad de poderes. Semejante situación no puede prolongarse indefinidamente, pero ¿cuáles son las razones que llevan a una crisis?, ¿qué es lo que hace que la capacidad dirigente de una clase sea perturbada de manera profunda?. Gramsci sostenía que en el origen de la crisis de hegemonía hay una profunda modificación en la relación de fuerzas entre las clases. La crisis de hegemonía no es sinónimo de situación o crisis revolucionaria, porque grandes masas, anteriormente pasivas, entran en movimiento, pero caótico y desordenado, sin dirección, o sea sin una precisa voluntad política colectiva, y porque clases medias junto a las fuerzas antagónicas resultaron incapaces de organizar en su provecho este desorden real. Máxime llegan a la disputa electoral.
La crisis hegemónica está, por lo tanto, definida por las luchas que oponen a las clases etnitizadas entre sí, al calor de las cuales los diferentes proyectos alternativos se van diseñando y agrupando. Está marcada por la hegemonía neoliberal sobre conservadores de derecha e izquierda y la ruptura de la pasividad de ciertos grupos sociales con su ingreso activo en el escenario político, desquilibrando acuerdos de poder que tendían a excluir a los pueblos. Los nuevos actores de la resistencia al despojo son los pueblos orginarios que no pueden ser integrados a través de los poderes regionales y locales o lo hacen de manera marginal o utilizados, cuando no son reprimidos con sus dirigencias y todos los cercanos a ellos como algunas ONG o líderes comunales. El parlamento no es más el clásico lugar de mediación de los conflictos, ahora es el lugar de defensa de la impunidad y/o inmunidad de los corruptos, ninguno de derecha o izquierda se muestra capaces de absorber a los nuevos sujetos en rebeldía, que ante el decrecimiento de los partidos parlamentaristas, de los débiles sindicatos y la prensa crítica, más se informa y moviliza autonomamente a través de las redes sociales.
11. Lo propio de la política es la relación mando-obediencia y el permanente conflicto en esa relación, movimiento provocado por el anhelo de igualdad, justicia y fraternidad. Por ello la lucha de clases se considera el motor de la historia y las revoluciones son las que ponen en marcha a las sociedades. En este contexto, las clases subalternas no poseen una dirección capaz de colocarse al frente de su movimiento e imprimir al mismo un contenido efectivamente transformador, no consiguen forjar una voluntad común y diseñar un proyecto hegemónico que desarticule la hegemonía de las clases dominantes. Ello exige la unificación de las organizaciones que mejor representen y resuman las necesidades de todos, una combinación de alianzas, debates y reagrupamientos de diversas organizaciones y la creación de nuevos organismos que expresen y concreten la irrupción y construcción política de las clases subalternas. Se trata de una construcción política generalizada de manera tal que la presión colectiva y la confluencia de experiencias diversas puedan enriquecer y acelerar el proceso de aprendizaje en el que las clases sometidas desde el nuevo ethos afirmen las buenas tradiciones de los pueblos o clases en ascenso.
Sin la autorganización popular no es posible aumentar la autoestima, la audacia y capacidad individual y colectiva, elevar el nivel general de conciencia, lograr experiencia colectiva y solidaria de gestión de los asuntos comunes, eliminar cualquier germen de corrupción. Sin plena democracia y experiencia de poder popular, ninguna transformación social de fondo es posible. Si no se imponen todos los derechos democráticos, es imposible la superación del capitalismo y la misma palabra democracia (gobierno de demos, el pueblo)se convierte en una voz vacía, en una burla.1
12. La crsis orgánica y las salidas. Cuando la crisis económica y la crisis de hegemonía coinciden en el
tiempo, tenemos lo que Gramsci llama crisis orgánica, porque afecta al conjunto de las relaciones sociales y
es la condensación de las contradicciones inherentes a la totalidad social. Para el estallido de esta crisis se requiere de la confluencia e interacción de la crisis de acumulación y la crisis política, cultural e ideológica con la agudización de los choques entre las clases y entre sus mismas fracciones internas. Aparecen en una las diversas temporalidades y ritmos en el que actúan e inciden las fuerzas sociales y políticas en pugna. Reaparece la política, el movimiento, su motor es el conflicto motivado por voluntades confrontadas. Sin conflicto y poder, no podemos hablar de política. Lo político implica la probabilidad de la obediencia y la certeza -de ser necesaria- del uso de la fuerza para lograrla en última instancia. La realidad es que la crisis es producto de los choques existentes entre las clases sociales y entre esas clases y la forma estatal de hegemonía. Es la resultante de una determinada articulación global entre el Estado y el conjunto de la sociedad, y no solo entre el Estado y las clases dominantes. Son esos choques, y los avances y retrocesos de cada grupo social, los que irán conformando las posibilidades de superación de la crisis, en un sentido reaccionario o revolucionario. Las clases subalternas afrontan el desafío de construirse como fuerza contrahegemónica, haciendo una prolongada revolución. En el curso usual de las cosas la sumisión reproduce la sumisión y el mejor ejemplo son las Fuerzas Armadas y las escuelas religiosas. El Estado, por s fuera poco, en el imaginario se presenta como reserva aparente del orden. Desde estos parametros “¿Cómo entonces esta clase reducida a nada puede aspirar y lograr devenir todo? Este es precisamente el misterio irresoluto de la emancipación desde la sumisión y la alienación. Solo la lucha puede quebrar el círculo vicioso. Cuando el sistema se auroreproduce, las apariencias de cambio son engañosas”.2 La toma de conciencia, la organización colectiva y la lucha política son algunos de los medios que se han propuesto para superar la sumisión y la alienación y lograr cambios sociales significativos. Requiere un proceso de empoderamiento desde los pueblos, de autoeducación, organización y acción colectiva. A través de la solidaridad, la resistencia y la búsqueda de alternativas, aquellos que están sometidos pueden encontrar el camino hacia una mayor libertad y autodeterminación.Principio del formulario
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Son necesarios los debates desde abajo, sobre posibilidades alternativas, sobre autoconstrucción, autodeterminación, anticolonialismo, sobre posibles proyectos que favorezcan el bagaje cultural de ideas emancipatorias que en su momento puedan entrar en el nuevo movimient. Politizar en el sentido de interpretar los hechos en la totalidad concreta, legitimar las ideas emancipatorias, y luego, en la medida en que la gente se organice, aprenda a producir y sintetizar sus ideas sus experiencias, sus interpretaciones, sus utopías. Garantizar que las nuevas experiencias puedan ser reflexionadas con el mejor legado intelectual que seamos capaces de incorporarle a lo que nazca. Vista la ley desde abajo, desde los pueblos originarios, en relación con el debate jurídico internacional, David Lobatón, encuentra avances significativos en el paso de la consulta previa a la autodeterminación, que nos llevaría a discutir desde la territorialidad hasta la propiedad de los recursos naturales y donde, sin embargo, existe un profundo silencio en la sociedad política y la civil oscila entre el asombro y la ignorancia, pero ya comienzan los debates y rápidamente se difunden entre la sociedad indígena, siempre excluida de aquella sociedad civil. Por esa grieta, podría comenzar la ruptura de la hegemonía: 3
El programa será, consecuencia de lo que la gente vaya construyendo, experimentando, pensando, sintiendo. Rosenberg señala: «La democracia, como una cosa en sí, como una abstracción formal, no existe en la vida histórica: la democracia es siempre un movimiento político determinado, apoyado por determinadas fuerzas políticas y clases que luchan por determinados fines. Un estado democrático es, por tanto, un estado en el que el movimiento democrático detenta el poder».4
Los debates emancipatorios continúan básicamente entre dos concepciones, una desde la acepción de hegemonía como correlación de fuerzas, apuntando al modo de gobierno de las clases capitalistas, al régimen político bajo la concepción de clase dominante y clases subalternas, referidas a la forma política de dominación donde se articula el consenso con la coerción en la reproducción del capital, con la particularidad de aceptar una integración política marginal de quienes carecen de poder en la dinámica del poder político. Esta es la posición dominante en la izquierda, que se traduce en reducir la democracia al sufragio y buscar a través de este medio espacios gubernamentales. Otra tendencia es la que retoma la tradición leninista –también presente en textos de Gramsci- y emplea el concepto de hegemonía como equivalente a dirección política. Articula no solo una teoría del poder, de partido, línea política, estrategia a varios niveles, donde el partido representa la capacidad de una clase con potencialidad de nuclear, con una política de alianzas a diferentes sectores sociales y buscar la toma del poder. Las revoluciones se redujeron a la transformación estatal y a colocar la economía y la sociedad bajo el mando del nuevo poder.
Una tercera, que no ha conseguido concretarse más que en reducidos espacios y tiempos es la que surge de grandes manifestaciones, de movimientos populares, que según Ranciere “funciona así: hay un punto local, un acontecimiento en apariencia insignificante que crea una cristalización, una condensación de las relaciones sociales, una manera de unir una lucha específica y un cuestionamiento global del sistema. La mayoría de las grandes movilizaciones y revoluciones han comenzado de esta manera.”5
Esta alternativa exige que el cuestionamiento global al que alude Ranciere exista como un ethos, una nueva cultura extendida en el movimiento democrático con diversas expresiones de nuevas formas de vida. Y que el acontecimiento se de en un contexto potencial de crisis que posibilite una larga revolución. Los actuales Estados para el despojo fuerzan a los pueblos a protegerse de varios modos, desde las guardias indígenas y cimarronas hasta las autonomías y los autogobiernos territoriales.6
Notas:
1 Guillermo Almeyra, Sin autorganización masiva no hay transformación, La Jornada, 1/09/2019.
2 Aldo Casas, «Crisis y lucha política en Gramsci»: Aldo Casas, Marxismo Crítico, 27 de mayo 2023.
3 David Lovatón, De la consulta previa a la libre determinación de los pueblos indígenas en América Latina, https://revistaideele.com/ideele/content/de-la-consulta-previa-la-libre-determinaci%c3%b3n-de-los-pueblos-ind%c3%adgenas-en-am%c3%a9rica-latina
4 Joaquín Miras Albarrán, Arthur Rosenberg, un pensador proscrito, TopoExpress. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235553
5 https://www.milenio.com/cultura/laberinto/jacques-ranciere-la-politica-es-imaginacion
6 Raúl Zibechi, la jornada, 2 de junio 2023
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