Recomiendo:
0

¿Quien gestionará en España la vergüenza del SI al tratado constitucional?

Fuentes: Re(d)forma en Serio

El rotundo rechazo al Tratado Constitucional de la Unión Europea que los ciudadanos franceses y holandeses han puesto de manifiesto en los respectivos refrendos es sin duda un triunfo de la democracia y de la voluntad de preservación de los contenidos sociales, irrenunciables, consustanciales a los todavía llamados estados sociales y democráticos de derechos Los […]

El rotundo rechazo al Tratado Constitucional de la Unión Europea que los ciudadanos franceses y holandeses han puesto de manifiesto en los respectivos refrendos es sin duda un triunfo de la democracia y de la voluntad de preservación de los contenidos sociales, irrenunciables, consustanciales a los todavía llamados estados sociales y democráticos de derechos

Los ciudadanos que mayoritariamente votaron NO (55% en Francia, 61% en Holanda) sabían – porque en sus países se había debatido exhaustivamente – que el Tratado amenaza sus derechos sociales y libertades. En la medida en que este, en lo esencial, compila y sustituye los Tratados de Amsterdam, Maastricht y Niza, solo podía representar una mayor y mas grave amenaza para el empleo, los servicios públicos y la calidad de la democracia, al pretender elevar al superior rango normativo principios económicos y sociales de inspiración neoliberal cuyos efectos son sobradamente conocidos y sufridos por la ciudadanía europea toda.

El antiguo aserto adecuado para tramposos y malos perdedores afirma que los votos no se interpretan, solo se cuentan. Sin embargo, son legión los políticos, voceros, periodistas que interpretan los NO – pero en manera alguna los SI – y cuentan los votos de los diputados de los parlamentos de aquellos estados que decidieron ratificar el Tratado por vía parlamentaria. Los confrontan a los votos populares expresados en los refrendos hasta ahora realizados. En el colmo de los despropósitos y la demagogia, buscan la superioridad doctrinal de la democracia representativa frente a la muy adjetivada y minimalista democracia directa. Olvidan todos los filtros financieros, hipermediáticos y sobre todos los derivados de sistemas electorales escasamente fieles al sufragio universal igualitario, que hacen de la democracia pálido reflejo del Ideal democrático, olvidando igualmente que es la inspiración en el propio texto que se refrendaba la que permite elegir a los Estados la modalidad de
ratificación, parlamentaria o popular.

Es pertinente, en cambio, constatar la crisis de legitimidad de las democracias representativas puesta de manifiesto por parlamentos en los que el TCUE se hubiera aprobado con el 90% de votos de diputados mientras es rechazado por los ciudadanos en los refrendos. También, en nuestro caso, contrasta la abrumadora mayoría parlamentaria que ratificó el texto al lado del escueto 31% de votos afirmativos sobre el censo electoral.

Un conocido escritor y comentarista subrayaba en estos días de Canto del Gallo Galo que si Blair hubieran sometido a referéndum la participación de las tropas británicas en la guerra de Irak, estas jamás hubieran desembarcado en Basora.

Herido de muerte, el Tratado podría continuar su deambular refrendario por Luxemburgo, Portugal, Polonia, República Checa, el Reino Unido, Dinamarca, Irlanda, dividiendo a los partidos y coaliciones gobernantes, debilitando o haciendo caer gobiernos a su paso, desenmascarando las insuficiencias de la democracia representativa realmente existente en Europa. No cabe duda que los movimientos sociales que cuestionan el Tratado y los ciudadanos de los estados en que aún no se han celebrado referendos tienen tanto el derecho como la obligación de exigir a sus gobernantes la celebración según lo previsto. Por razones justamente contrarias, no podemos estar mas de acuerdo con los socialdemócratas europeos que presionan para que no se interrumpa el proceso refrendario.

Ya existen signos suficientes de las distintas actitudes que el resultado de Francia y Holanda está inspirando entre los «europeístas de mercado» (Partido Popular Europeo+blairistas), todos ultraliberales, neoconservadores y pro americanos, de una parte, y los «eurofederalistas posmodernos» socialliberales ellos, esto es socialdemócratas y verdes, el entierro definitivo del Tratado para los primeros, renunciando a mayores aventuras en pro de una Europa Política, al socaire de la OTAN, actuando desde la soberanía estatal y con la Agenda de Lisboa por mejor y actualizado portulano, y la huída hacia adelante cumpliendo los plazos para los segundos, celebrando las convocatorias de referendos anunciadas, intentando conseguir el máximo de ratificaciones de estados y votos populares desde los que cercar y aislar a Francia a la espera de un nuevo consenso cerca ya de 2009 y de nuevos gobernantes franceses que permita, – no sabemos cómo sin violentar la voluntad popular y sin aplastar
a las fuerzas sindicales y de izquierdas francesas – la incorporación de los disidentes al Tratado.

En esa ordalía que no puede sino profundizar y ensanchar la brecha abierta en los partidos socialdemócratas, (aunque es probable que nada semejante suceda en el PSOE, donde el que se mueva no sale en la foto, como se sabe, ni le consigue empleo a la parentela) de la que Fabius aparece en Francia como cabeza visible, pero que está lejos de representar a todas las corrientes del PSF, con el telón de fondo de la reacción a las practicas neoliberales en Alemania – y en la UE – de la escisión del SPD que encabeza Oskar Lafontaine, el SI del referendo español ya ha comenzado a ser usado como cabeza de carnero, de ariete, tal como ha podido observarse en alguna sesión del Parlamento Europeo en la que parece estrategia común para la UE de la Internacional Socialista.

Idénticamente aquél 31% de españoles que sobre el total del censo electoral votó afirmativo viene sirviendo de pretexto a cuadros representativos del PSOE, (representativos asimismo de esa peculiar especie de neoconversos, ex-sindicalistas y ex-comunistas que se encuentran sin duda entre los sectores mas derechistas de ese partido) para ningunear y desacreditar a las fuerzas que se han opuesto al Tratado en Francia, olvidando que importantísimas federaciones sindicales se encuentran entre ellas, resaltando la supuesta ausencia de alternativa al Tratado en un alarde de ignorancia y de cinismo que pretende hacernos perder de vista que solo desde el mas ramplón posibilismo y entreguismo al diktat neoliberal, las razones del NO sindical y de izquierdas pueden etiquetarse de «utópicas» o inviables, escamoteando al tiempo que ellos mismos forman parte de las dificultades que habrá que superar, que ellos mismos son parte del Problema y no de la Solución

Por contrario al estilo falaz y semidemocrático, – que recuerda el discurso soberbio y prepotente de CCOO en su briega durante la Transición – de los López Garrido, Sartorius y cía., justo es reconocer que no escasean intelectuales y universitarios españoles, reconocidos europeístas que defendieron el voto afirmativo en España y en Francia, que no han podido por menos que subrayar la legitimidad de los resultados negativos y la validez de las razones ciudadanas y democráticas que lo hicieron posible como de su incontrovertible europeismo, así Ridao, Araceli Mangas o Ramoneda.

Entre las «alternativas» o salidas a la crisis, de variados sentidos, discutibles, pero tratando de ser respetuosas con la voluntad popular, quizá quepa resaltar alguna como la que propone la convocatoria simultánea en toda la Unión de elecciones a una Asamblea Constituyente y referendo consiguiente de la Constitución que esta elabore. Naturalmente esta es, – ¿como no habría de serlo? – inviable por cuanto para nada considera «el derecho de los estados» (tampoco, en principio, de los lobbyes empresariales omnipresentes y sobrerepresentados en Bruselas) y sin embargo, como otras, impecablemente europeísta y democrática.

Entre las iniciativas de las fuerzas del NO sindical y de izquierdas en Francia, cabe mencionar la de ATTAC Francia (acerca de cuyo papel en la victoria del NO caben pocas dudas) trabajando por la coordinación de todas estas fuerzas con el objeto de ser recibido por el Consejo Europeo que se reunirá en Bruselas los dias 16 y 17 para hacerles llegar a los jefes de estado y gobierno un catalogo de exigencias minimas de inmediato aplicación, – esto es, ¡gestionando el NO victorioso! – entre las que cabría mencionar la retirada de todas las directivas europeas de liberalización en trámite, principalmente las directivas Bolkestein, la que asimismo preparan sobre la jornada laboral, otra sobre las ayuda públicas a las empresas, sobre los transportes ferroviarios, así como el compromiso de proceder a una nueva flexibilización del Pacto de Estabilidad, o la moratoria sobre las negociaciones del Acuerdo General Sobre el Comercio de los Servicios (AGCS). Al tiempo, se exige un aumento
sustancial del presupuesto europeo y de los fondos estructurales con destino a los países de nueva incorporación, único medio de ayudarlos en su desarrollo en vez de animarlos a ejercer el dumping social y fiscal y las deslocalizaciones. Tampoco hay que olvidar la puesta a cero de la » agenda » de Lisboa (Consejo europeo de 23 y 24 de Marzo 2000) y de la agenda social 2005-2010. Todas estas exigencias de mínimos, entre las cuales no se olvida pedir el aumento de la ayuda pública al desarrollo del Sur del 0.7 % del PIB de los estados miembros de la Unión, implicación más fuerte en los Objetivos del Milenio y anulación de la deuda de los países pobres, como la retirada de Iraq de todas las tropas europeas, todas ellas merecen la máxima atención, seguimiento y apoyo de todos los europeos en especial de los ciudadanos de izquierdas.

¿Y qué decir de España? por ahora único país donde uno de cada tres ciudadanos con derecho a voto ratificó la Constitución. Cabría aducir, dándole la vuelta al ingenioso dicho del taimado predemocrata F. González que se aplicó a identificar y desacreditar a los que habrían de «gestionar el NO» y que aspirabamos a ganar el referéndum sobre la entrada en la OTAN: «¿Quien gestiona la Ignorancia?» ¿quien la Vergüenza de no haber sabido resistir la propaganda maniquea que convertía en comunistas o fachas enemigos de Europa a los que votaran NO?, ¿quien la fé del carbonero?

Sin duda, en España, no es sólo la democracia de los partidos concretos realmente existentes, la partitocracia o sistema de partidos emanados de la Constitución del 78 y la ley electoral, la que está en evidencia, lo está también la modalidad hispánica de europeismo acrítico, incondicional y un tanto papanata, cantera de eurócratas, tan simplista por fuertemente ideologizado como dudosamente sabia.

De largo aliento, liberales como Ortega y regeneracionistas como Joaquin Costa veían a Europa como solución a todo el atraso, incuria y barbarie cainita que nos afligía y que no éramos capaces de resolver los españoles mismos. Reeditado por la oposición al franquismo, de todo signo, sirvió para pasar el trago difícil de la Transición en sustitución de mas vigorosos vínculos ciudadanos que hicieran justicia a la Historia, a la República legal y destruida por el fascismo.

Complejo asunto este de nuestro peculiar europeísmo, mas parecido al de los nuevos estados del Este recién incorporados que al de Francia o Italia, que se beneficia de la ambigüedad de los mitos, y que bien merece tratamiento prolijo en otro lugar, verdadera ideología de la socialdemocracia y de los sindicatos españoles. Bajo su gruesa capa, mutatis mutandis, el admirado Estado Providencia de los 60-70 lleva 20 años desarbolandose al calor de los programas de ajuste neoliberales, con cada Tratado de Maastricht a Niza, desde el Pacto de Establidad (versión europea del Consenso de Washington) a la Agenda de Lisboa. Nos gustaría creer que el referendo del 20-F fue su canto del cisne en España, que el nuevo europeísmo social y democrático que desde los Foros Sociales Europeos hasta el apoyo intereuropeo que ha arropado el rechazo al Tratado en Francia y Holanda, y que vamos construyendo, acabará por imponerse frente al europeismo mítico de la Europa Fortaleza en exceso comprensiv
os con los intereses empresariales y financieros, con las multinacionales europeas. Nos gustaría y habrá que trabajar por él desde el mundialismo, el altermundialismo ciudadanista, universal republicano. Al ínterin, los think tank domésticos ya han descubierto su filón en ese europeismo cutrehispánico que denostamos, una nueva versión de blairismo continentalizado, menos arrogante y sospechoso de euroescepticismo va a aplicarse a quebrantar las resistencias populares de los europeos, territorio de encuentro entre las dos vertientes del neoliberalismo.

En ese sentido, en nuestro sentido, los franceses se hallan anticuados: todavía hablan de Trabajo y Desempleo, aún no han descubierto el Reino de la Precariedad, aquello que no es ni lo uno ni lo otro, una suerte de limbo en el que solo existe el Presente y el teléfono móvil presto para ser localizado sin mediar urgencia yatrológica.

Obra de Thatcher y su discípulo Blair, la desregulación laboral y los Tratados, es sabido que el hijo de la Gran Bretaña de la mano de sir Anthony Giddens madrugó por los pelos a quien había contraído superiores méritos para liderar terceras vías, esta supuesta modernidad – tan decimonónica – de la que aún hablan los sindicatos que no parecen reconocer el neoliberalismo actuando ni en las administraciones públicas ni en las empresas: no podía ser otro que nuestro ínclito ex-presidente González, aquél que dijo «¿Quien gestionará el NO?» A todos sus hijos, de Borrell a Almunia, de ZP-Presidente a Méndez presidiendo la CES, todos los MEDEF, los bancos, los lobbyes europeos le reservan brillante futuro.