Recomiendo:
0

Panamá

Reflexiones canaleras

Fuentes: Rebelión

Al conmemorar el primer centenario del Canal recordé la indignación que me causó la opinión de un respetable conciudadano, cuando se refería «al Canal que ningún panameño construyó», opinión que muchos repiten como autoflagelación y negación de la propia historia y valía. Intentaré deconstruir esta narrativa negativa, como mi homenaje al Canal de los panameños. […]

Al conmemorar el primer centenario del Canal recordé la indignación que me causó la opinión de un respetable conciudadano, cuando se refería «al Canal que ningún panameño construyó», opinión que muchos repiten como autoflagelación y negación de la propia historia y valía. Intentaré deconstruir esta narrativa negativa, como mi homenaje al Canal de los panameños. Es urgente, hoy más que nunca, rescatar a este país y a sus ciudadanos de la categoría de fantasmas por la invisibilidad en la que habitamos la historia del Canal.

En los programas televisados y textos publicados en los medios, predominan las narrativas de siempre sobre la historia del Canal, y nuestra identidad permanece a la sombra en la memoria histórica de la vía, para apenas hacerse notoria a partir del 9 de enero de 1964. Es cierto que ya nacionalizamos la administración, pero la memoria de esta empresa panameña sigue colonizada, replicando historias de supremacía tecnológica, científica y militar de Estados Unidos (EU) e invisibilizando la participación de panameños en la construcción, porque no se reconoce a la República, su inversión ni sus sacrificios históricos. Aspiro a que, por un ejercicio historiográfico descolonizado, se reconozca que los panameños también construimos el Canal. Superemos, de una vez por todas, esas historias oficiales que replican este vacío tremendo.

La narrativa historiográfica tradicional del Canal, casi siempre dominada por la mirada de autores estadounidenses, que reproducimos una y otra vez, se enmarca en la filosofía del progreso entendido como ciencia, tecnología e ingeniería; como el triunfo de la civilización sobre la naturaleza. Esta sigue siendo, 100 años más tarde, la narrativa oficial que repite el culto a los ingenieros y médicos de EU, con una cuota obligada de reconocimiento a los ingenieros franceses que los antecedieron. Sin negar el valor que ellos tuvieron, es tiempo de reconocer y explicar el aporte de la República de Panamá y de la nación panameña en la construcción de este Canal. Porque la perspectiva de esta tradición historiográfica, no obstante sus logros, es etnocentrista y «desde afuera».

Es necesario, además, un estudio histórico con una perspectiva económica y política, «desde adentro». Así observaremos que el Canal nació también gracias a la República de Panamá y no solo la «República del Canal» (como dicen titulares en los periódicos locales), con sus recursos económicos más importantes (principalmente políticos, económicos, territoriales e hídricos) asignados a este megaproyecto. No olvidemos las toneladas de agua dulce del Chagres que se asignan al funcionamiento diario de las esclusas, desde hace 100 años, compitiendo con el consumo y crecimiento de la ciudad capital; el secuestro de los puertos terminales más importantes para la economía comercial del país en la zona de tránsito, bajo el argumento de la seguridad del Canal; la imposición de un enclave colonial en la Zona del Canal, que no solo sustrajo ingresos al Estado nacional, por no pagar impuestos, sino por competir deslealmente con el comercio local y forcejear con asimetría de poder contra la soberanía del nuevo Estado panameño. En efecto, la intervención en los asuntos internos del Estado de Panamá (desarme de la policía, ocupación de tierras para la defensa, intervenciones militares en el territorio nacional, etc.) fueron una fuerza asfixiante e inhibidora para la consolidación y modernización del Estado nacional de Panamá, luego al pacto de 1903, cuando el Tratado Hay-Bunau Varilla debía servir de garante del Canal y de la nueva República. Estos aportes de Panamá y los panameños, cuyos costos económicos son enormes, y los políticos son inconmensurables, merecen ser reconocidos, explicados, medidos y puestos en valor, desde la mirada del siglo XXI, a la hora de contar la historia del Canal en su primer centenario. Porque recopilar y repetir los estudios tradicionales de esta historia, si bien nos permite recordarlos y conocerlos mejor, también equivale a difundir, sin crítica ni autonomía intelectual, la misma vieja historia contada por otros, y repetida por nosotros, ad infinitum, manteniendo viva la colonización de nuestra memoria histórica, cuando ya el Canal y el país se ufanan por su descolonización.

Desde esta perspectiva, habría que rescatar también el Canal que soñaron los panameños a fines del siglo XIX, cuando recibieron con júbilo a Ferdinand de Lesseps y, en 1903, cuando crearon la República a la medida del Canal. Caracterizar y dar valor a la cultura de la interoceanidad que la sociedad panameña de la zona de tránsito construyó, desde la historia colonial de este país, con sus valores hacia el cosmopolitismo, modernidad, tolerancia, diversidad y la negociación frente a las enormes migraciones de trabajadores y el enclave colonial. Si entendemos todos estos procesos históricos y culturales de Panamá y los panameños, en relación con la historia del Canal, concluiremos que este también lo construimos nosotros -desde antes-, con nuestros sueños y pesadillas, recursos económicos y políticos, con nuestra República, pueblos y cultura de la interoceanidad, que le dieron viabilidad geográfica, económica, política y cultural, y para garantizar su sostenibilidad en el tiempo.

Descolonicemos nuestra memoria histórica y ejerzamos autonomía intelectual en la historia del Canal, reconociendo que soñamos, invertimos, padecimos y, al final, conquistamos el Canal de Panamá.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.