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Alianza por la Solidaridad y ActionAid presentan el informe “Separados”

Refugiados en Grecia, frente a los números y la burocracia

Fuentes: Rebelión

Tres mujeres de los campamentos de refugiados de Skaramagas y Schisto, en Atenas, resumen con su experiencia las heridas que causa la política europea de «reunificación» familiar. La primera de las mujeres, de nacionalidad siria, lleva siete meses en Grecia, con dos hijas de 21 y 11 años. Su marido se halla, con otros dos […]

Tres mujeres de los campamentos de refugiados de Skaramagas y Schisto, en Atenas, resumen con su experiencia las heridas que causa la política europea de «reunificación» familiar. La primera de las mujeres, de nacionalidad siria, lleva siete meses en Grecia, con dos hijas de 21 y 11 años. Su marido se halla, con otros dos hijos, en Alemania. Lograron salir de Alepo, cuentan con la tarjeta de demandantes de asilo y piden poder reunirse con el resto de la familia.

La segunda mujer, siria de 36 años, se encuentra en Skaramagas con su marido y tres hijos, pero tiene a otra hija de diez años, sola, en un campamento en Berlín. Sólo la menor pudo franquear la frontera, después de llegar juntos a Turquía. Las autoridades griegas no le hicieron caso al mencionar a su hija en Alemania, no tiene cita para la entrevista previa y ni siquiera le dejaron entrar sola en la oficina de asilo. El tercer ejemplo es el de una mujer afgana, de 31 años, que permanece en Schisto mientras la mitad de su familia se halla en Finlandia. No ha vuelto a saber nada desde que pidió la reunificación familiar, hace dos meses. La única respuesta de las autoridades griegas fue que en Finlandia se tarda un trimestre en examinar la documentación, y otros dos para la respuesta. Embargadas por el cansancio y la tensión, las tres permanecen en el limbo heleno.

Son tres de las 50 personas entrevistadas en los campamentos de Lesbos, Schisto y Skaramagas por la ONG ActionAid, que han pedido (o pretenden hacerlo) la reagrupación familiar o la «reubicación» de acuerdo con los programas de la UE. Los testimonios -una parte de los cuales figuran en el informe «Separados», presentado en Valencia por ActionAid y Alianza por la Solidaridad- fundamentan la siguiente conclusión: «El proceso de reunificación es lento e ineficaz, y está dejando a su suerte a miles de personas en Grecia». Las cifras aportadas por el documento avalan la misma idea, ya que de las 1.082 solicitudes de reunificación familiar de 2015, se aceptaron 744; pero entre enero y septiembre de 2016 el porcentaje de aceptaciones fue raquítico: de las 2.446 solicitudes presentadas se aceptaron 283, apenas un 11%. El informe llama la atención sobre el contraste entre estos números escuálidos y el peso que la reagrupación familiar ha tenido en la UE. Según Eurostat, cerca del 30% de los permisos de residencia otorgados entre 2008 y 2014 en la UE a ciudadanos no comunitarios, lo fueron para la reunificación familiar.

Por debajo de la estadística clama un hombre afgano de 85 años, desde el campamento de refugiados de Schisto: «Tengo dos piernas, pero me arrastraría sobre las manos y las rodillas para volver a ver a mis hijos». La coordinadora de campañas de ActionAid-Grecia, Matta Samiou, recuerda que el Reglamento de la UE de 2013 conocido como «Dublín III» establece, entre otros puntos, que en interés del menor si éste tiene un familiar que vive en otro estado miembro de la Unión Europea, debe reunirse con el familiar en el país donde éste resida; y que cuando un solicitante de asilo dependa de un niño o un hermano menor en un estado de la UE, existe la obligación de tratar de reunirlos. Pero de manera habitual, resalta Matta Samiou, «los derechos a la reunificación y a la vida familiar no se respetan en la UE».

Las entrevistas de la ONG constatan casos de ocho meses de espera para reagrupar a las familias, debido a la lentitud de la burocracia griega y del resto de estados miembros. «Estos periodos prolongados son sumamente dolorosos», subraya el informe, especialmente para las familias con hijos menores que viven en el extranjero sin un familiar adulto o que tienen hijos con problemas de salud. Y no se trata de una mera abstracción: más de un tercio de los recién llegados durante el último año eran niños que, en muchas ocasiones, llegaban solos.

Otro grave problema para los refugiados en Grecia es la dificultad para presentar recursos cuando se les deniega la reagrupación familiar, lo que puede llevar a que ésta se aplace durante años o al final no se produzca. Además, la Unión Europea maneja una definición estrecha de familia, según ActionAid, por lo que la ONG ha pedido una ampliación del concepto, «para que los solicitantes de asilo adultos se reúnan con sus padres, hermanos, hijos adultos y abuelos en otros estados de la UE». Y a ello se agrega la falta de información, denunciada por las organizaciones de derechos humanos. Una mujer siria de 20 años, que se encuentra en Lesbos con una hermana, quiere reunirse con otros dos hermanos emplazados en Frankfurt y otra ciudad alemana. ¿Solicitaron el programa de reunificación familiar o la reubicación? «No estoy segura, no nos lo dejaron claro».

Las cifras globales de la tragedia. Desde los inicios de 2015, más de un millón de personas huidas de la guerra y otros desastres atravesaron Turquía y recalaron en Grecia. A principios de 2016 se procedió al cierre de la frontera entre la Antigua República Yugoslava de Macedonia y Grecia y el 20 de marzo de marzo de 2016 entró en vigor el acuerdo entre la UE y Turquía, lo que implicó que 60.000 personas quedaran «atrapadas» en el país heleno. Denunciada con fuerza por las organizaciones de derechos humanos, la Declaración UE-Turquía endurecía en extremo las condiciones. Los inmigrantes considerados «irregulares» o peticionarios de asilo que hubieran llegado a las islas griegas antes del 18 de marzo, tendrían dos vías para salir «legalmente»: la reubicación en otro país de la UE o la reagrupación familiar (Reglamento de Dublín III). Los que hubieran arribado a Grecia tras los acuerdos UE-Turquía «están confinados en instalaciones cerradas en las islas, en condiciones de vida muy pobres», subraya el informe de ActionAid-Grecia.

El documento de la ONG arroja un punto de luz al embrollo jurídico y administrativo: «Los refugiados se encuentran en Grecia en una situación de limbo físico y legal». Quienes llegaron a Grecia tras el acuerdo entre la UE y Turquía, serían «devueltos» al país otomano si sus solicitudes de asilo se consideraban inadmisibles. En la práctica, estos refugiados llegados tras los acuerdos sólo tienen derecho a solicitar la reagrupación familiar, no la reubicación en otro país de la UE, recuerda el informe de ActionAid-Grecia. En medio de la maraña de plazos y condiciones, del interminable jeroglífico burocrático, de las múltiples tipologías y cuotas, la Oficina de Asilo griega estableció un procedimiento de preinscripción para pedir protección internacional entre mayo y julio de 2016. Podrían preinscribirse los llegados a Grecia (y que se encontraran en el territorio continental, no en las islas) antes del 20 de marzo. De ese modo podrían residir «legalmente» en Grecia y tener acceso a servicios mientras esperaban que se resolviera su petición de asilo, explica el documento de ActionAid. Al procedimiento administrativo se acogieron 28.000 personas.

Una mujer siria, de 33 años, que llegó a Moria (Lesbos) en abril de 2016 con su marido y cuatro hijos, pone rostro y alma a los programas europeos de «reubicación». «Nos inscribimos y tuvimos dos citas en Atenas para pedir la ‘reubicación'», afirma, pero «nos han rechazado dos veces la solicitud y ahora hemos buscado la ayuda de un abogado». El objetivo es llegar a Alemania, donde vive su hermana. «Todos los días esperamos ocho horas fuera de la Oficina Europea de Apoyo al Asilo, casi parece que trabajemos allí», afirma. Esta familia de refugiados sirios se encuentra entre los 60.000 «atrapados» en Grecia. Alianza por la Solidaridad y ActionAid informan en un comunicado que de las 14.667 solicitudes realizadas entre enero y septiembre de 2016, sólo 4.637 personas (menos de un tercio) fueron trasladadas a otro país de la UE. Además, la Unión Europea y los estados miembros acordaron en septiembre de 2015 un plan de «reubicación» para 160.000 solicitantes de asilo en dos años. Pero con el ritmo actual, señalan las ONG, los plazos se alargarían hasta los 15 años.

El informe de ActionAid dedica un capítulo a «fallos» del programa de reubicación de la UE. Por ejemplo, la iniciativa se aplica sólo a los solicitantes de asilo que entraron en Grecia entre septiembre de 2015 y los acuerdos de la UE y Turquía (marzo de 2016), pero no a quienes llegaron después. Otra cuestión es la discriminación por nacionalidades. Se establecieron unos umbrales que en principio cumplían sirios, iraquíes y eritreos, pero los iraquíes quedaron excluidos en junio de 2016, aunque actualmente puedan solicitar el asilo en Grecia o la reagrupación familiar en otro estado de la UE. Los afganos nunca tuvieron acceso al programa de reubicación, pese a que la mayoría de los refugiados abandonaran el país debido a la guerra. Además, señala el informe, «los solicitantes no pueden elegir el estado que va a examinar su petición de asilo». Se les presenta una lista con ocho países, pero pueden ser aceptados en otro que no hayan elegido. A quienes no son parientes inmediatos, «raramente se les respeta el deseo de viajar juntos al mismo país». La Oficina Europea de Apoyo al Asilo (EASO) establece la consideración de lazos familiares, cultura e idioma para elegir el país de reubicación, pero «esto no suele tenerse en cuenta», señala el informe de ActionAid. De las entrevistas realizadas se desprende que los estados no dan explicaciones cuando rechazan la «reubicación», tan sólo alguna apelación a motivos de «orden público» o «seguridad nacional».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.