“La filosofía no es solo conocimiento, sino un modo riguroso y complejo, abierto y creativo de responder a las preguntas más urgentes de su época, replanteándolas con nuevos conceptos, llevándolas a un terreno donde sean composibles a través de múltiples procedimientos: políticos, científicos, artísticos y amorosos. La filosofía se prepara y es preparación para dar lucha en múltiples ámbitos, niveles y terrenos; sus técnicas, estrategias y operaciones son múltiples y efectivas cuando se aplican con conocimiento de causa, con el coraje de la verdad expuesta y la implicación del sí mismo”
La filosofía, un arte de lucha. Roque Farrán.
Según nuestra interpretación sobre la filosofía cooperativa, ésta requiere de una actualización en su concepción a la luz del comportamiento del capitalismo financiero o neoliberalismo-fascista, diferente de la visión filosófica del Siglo XIX en que surgió el cooperativismo, enfrentando al capitalismo en su etapa industrial y, sentamos, en consecuencia, como base el método de análisis del enfoque cooperativo inspirado por León Schujman.(ttps://www.idelcoop.org.ar/sites/www.idelcoop.org.ar/files/revista/articulos/pdf/85030202.pdf)
Las reflexiones críticas que realizaron los Probos Pioneros de Rochdale acerca de la organización de la sociedad capitalista industrial, concluyen que ésta se asienta en un esquema que estable una desigualdad social, económica y política y por tanto, debe plantearse una alternativa favorable para la clase obrera. Criticaron-al igual que hoy- al capitalismo desde una posición ético-moral.
Al respecto nos ilustra convenientemente Paul Lambert en su libro “La Doctrina Cooperativa” al señalar que “…la cooperación sea un tipo de organización valedera para toda la sociedad es la gran corriente del pensamiento cooperativo, que debuta con Robert Owen y con los Pioneros de Rochdale”. Es decir, modificar las estructuras capitalistas por sus propios medios.
“Owen apelaba a la transformación gradual de la sociedad mediante el convencimiento de los hombres de las virtudes y beneficios para la humanidad de la nueva sociedad propuesta por él: “Este es el plan, éstos son los datos, sobre los que la sociedad dentro de poco podrá ser reestructurada por la simple razón que resultará evidente que repercutirá en el interés inmediato y futuro de todo el que preste gradualmente su ayuda a reformar la sociedad sobre esta base. Digo gradualmente porque en esta palabra se incluyen las más importantes consideraciones. Cualquier intento repentino y coercitivo que se haga por remover la miseria de la humanidad resultará perjudicial más que beneficioso. Los espíritus deben prepararse gradualmente mediante una alteración esencial de las circunstancias que lo rodean, para conseguir algún cambio importante en la mejora de su condición”. “La Cooperación, entre la Burocracia y el Mercado”.- Gabriela Roffinelli.- Revista Idelcoop – Año 2001 – Volumen 28 – N° 134.
*Owen, R. Alocución a los habitantes de New Lamarck. 1816. Citado por Pablo Constantini en Mutuales y Cooperativas. Historia del Movimiento obrero. Edit. Centro Editor de América Latina. Bs. As. 1990. Pag 414.
Por tanto, la filosofía inicial cooperativa del Siglo XIX y su continuación en el Siglo XX en su declinación, hoy en el Siglo XXI exige relanzar algunos aspectos vigorosos de la filosofía cooperativa, todo ello sobre los cambios de la vida en desmejora para el pueblo.
Estamos de acuerdo en estudiar las transformaciones esenciales que requiere la filosofía cooperativa, una adecuación necesaria para responder filosóficamente a la realidad dominada por la filosofía neoliberal y malthusiana, cuya teoría es claramente discriminatoria y reaccionaria a la existencia de las clases laboriosas.
La redefinición de la filosofía cooperativa que preconizamos parte sobre el hecho de que la mirada filosófica de antaño es ya insuficiente para entender el contexto capitalista y juzgarlo con otras categorías filosóficas adecuadas al hoy histórico.
Aquella filosofía cooperativa inicial no podía nutrirse de métodos científicos y escapar del pensamiento idealista, ensueño, utópico, por la simple razón que las ciencias sociales y políticas, así como la ciencia económica, aún no se desarrollaban en su magnitud, lo que los llevó tempranamente a dejar de lado la lucha política.
La influencia naciente del cooperativismo desde el socialismo es potente, veamos que dice sobre este punto Santiago Merino Hernández en su artículo “Los orígenes del cooperativismo moderno y el socialismo premarxista”:
“El socialismo utópico basó toda su teoría en el hombre y en el simple deseo de progreso y renovación del mismo, olvidando quizá que el hombre no solamente está movido por sentimientos altruistas sino por intereses materiales profundamente egoístas con los que es necesario contar. Creer, de principio, que ese hombre pudiera ser persuadido de renunciar sin lucha a lo que considera suyo y ama como suyo para formar en cambio un mundo perfecto en beneficio de los demás es lo que imprime el sello de la utopía en el socialismo utópico. Sin embargo, estos primeros socialistas mantenían que bastaba con apelar a aquella naturaleza fundamentalmente propicia del hombre para anular las influencias corruptoras del medio y producir la gran reforma social”.
Esa definición que preconizamos sobre la filosofía cooperativa se acerca al método científico que estudia y reflexiona estableciendo caminos que conduzcan a conclusiones certeras de acción transformadoras sobre la realidad que se reputa negativa para la vida misma.
En definitiva, ya no es prudente mirar desde una filosofía cooperativa sobrepasada y desactualizada sobre el mundo capitalista actual para auscultar y entrever sus límites reales en cuanto a resetearse o reiniciar un nuevo modelo capitalista que supere su crisis de agotamiento.
La filosofía cooperativa Latinoamericana.
Como sabemos, nosotros los latinoamericanos, somos hijos de la conquista y colonización europea y además con esas acciones nos inocularon sus filosofías. Ese hecho, no es un mero hecho, constituye el dato indiciario del por qué de mentes colonizadas no puede surgir filosofías contestarias y situadas. Y con tales mentes jamás desarrollaremos “nuestra filosofía” como quería el pensador argentino Juan Bautista Alberdi, quien remató que “… ella ha de salir de nuestras necesidades”
Reiteramos con entusiasmo y coraje el interrogante que nos lanzó Alberdi: “¿Cuáles son los problemas que la América está llamada a establecer y resolver en estos momentos? Son los de la libertad, de los derechos, de los goces sociales de que el hombre puede disfrutar en el más alto grado en el orden social y político; son los de la organización pública más adecuada a las exigencias de la naturaleza perfectible del hombre en el suelo americano”
Alberdi hunde profundamente su llamamiento cuando nos finiquita que:
“De aquí que nuestra filosofía americana deba ser esencialmente política y social en su objeto, ardiente y profética en sus instintos, sintética y orgánica en su método, positiva y realista en sus procederes, republicana en su espíritu y destino”.
Por su parte nos advierte el filósofo mexicano Leopoldo Zea que “No un saber abstracto, sino práctico, de participación para afianzar lo que deba ser afianzado y cambiar lo que deba ser cambiado.”
La resuelta comprensión que hagamos del párrafo anterior nos llevará a admitir que los problemas fundamentales de la filosofía cooperativa latinoamericana son las mismas.
Y entonces concluimos con Alberdi y sobre todo asumamos a plenitud que “Es un deber de todo hombre de bien que por su posición o capacidad pueda influir sobre los asuntos de su país, de mezclarse en ellos”.
La corriente doctrinaria cooperativa latinoamericana del siglo XXI, cuya construcción compete a quienes se sientan convocados, no comienza de cero, por el contrario, tiene en estas contribuciones expuestas, y en particular en las significativas experiencias y teorizaciones de cooperativistas latinoamericanos, valiosas orientaciones. Trabajemos pues.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
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