Quiero comenzar este texto con esta especie de introducción: en infinidad de ocasiones me han dicho que yo odio Guatemala, que lo único que escribo referente al país es para criticar y que mi opinión no aporta en nada, que además estoy fuera del país y que eso me quita toda autoridad moral para hacerlo. […]
Quiero comenzar este texto con esta especie de introducción: en infinidad de ocasiones me han dicho que yo odio Guatemala, que lo único que escribo referente al país es para criticar y que mi opinión no aporta en nada, que además estoy fuera del país y que eso me quita toda autoridad moral para hacerlo. Lastimosamente no escribo para quedar bien con nadie, ni para complacer caprichos de lectores que quieren que piense como ellos. Tengo mi propia visión de vida, inexacta o no, es la mía. Y la expongo porque es mi derecho y es mi obligación humana hacer uso de la libre emisión del pensamiento aunque esto discrepe con la intelectualidad y doble moral de muchos. Lo lamento, no soy escritora de escaparate. Mis letras no son cerebrales ni de pasarela, son de corazón y en esencia, y el «ser» ofende a muchos que viven de apariencias. Usted dirá que esto no viene al caso, pero sí, por ser migrante y atreverme a analizar (con los elementos a mi alcance) la situación de mi país desde fuera, soy señalada y discriminada. ¿Por estar fuera no debo involucrarme? ¿Por estar fuera debo olvidar? ¿Por estar fuera no tengo el derecho de cuestionar? ¿Por estar fuera no tengo derecho a indignarme? ¿Por estar fuera debo callar y no decir las cosas claras, que muchos confunden con odio, complejo de inferioridad y resentimiento? ¿Estar fuera entonces me hace menos humana?
Bueno, pues desde el extranjero escribo estas letras como lo he hecho habitualmente. Las manifestaciones ciudadanas de las últimas semanas han colocado a Guatemala inevitablemente en los ojos del mundo, yo que estoy fuera lo puedo afirmar con contundencia, y eso es bueno porque así sea por corrupción, Guatemala sale del olvido de los medios de comunicación internacionales que solo utilizan a los Pueblos Indígenas para el folclore como referencia. Eso lo sabemos todos.
No estoy en desacuerdo con las manifestaciones, porque es bueno que esa clase urbana a la que le ha sido más cómodo vivir dentro de su burbuja de tranquilidad, salga del letargo y se manifieste, aunque se debe ser bien claro que lo hizo porque se sintió tocada en los bolsillos, no así en el alma. Por esa razón estoy en desacuerdo en que urbanos apáticos con la realidad de la raíz del país, se agencien el concepto «Pueblo» porque han pasado décadas discriminando al pueblo real, al pueblo raso, y no es que no tengan el derecho a llamarse pueblo, pero las cosas se ganan a pulso, esta clase urbana clasemediera tendrá el derecho a ser pueblo cuando acepte que sí hubo Genocidio en el país y busque que paguen los culpables, por ejemplo el hoy ex presidente de la República. Que le pierda el miedo a la palabra Revolución que repite con amor el pueblo raso.
Porque el Genocidio fue precisamente contra el pueblo real, el marginado, el indígena, el campesino. Aquí no es que la gimnasia y la magnesia, aquí todo va de la mano. Ese mismo pueblo al que la semana pasada marginaron nuevamente, y que muchos acusaron de haragán cuando vieron a los campesinos haciendo bloqueos en todo el país, campesinos que exigían lo mismo por lo que pelean los urbanos en la capital guatemalteca y que son más consecuentes como lo han sido desde siempre. Esas manifestaciones campesinas que no salen en los medios de comunicación internacionales por eso mismo, por ser consecuentes. Los urbanos, esos miles que se ven en las manifestaciones de los sábados (de parranda) los dejaron solos a sus hermanos campesinos, a los sobrevivientes del Genocidio, a los mancillados de la historia que ellos mismos niegan. Con ese actuar estoy en desacuerdo porque, si son pueblo, pues que se unan al pueblo y que pongan el pecho como lo hacen los campesinos, no solo de batucadas y de carteles de colores y activismo en redes sociales y carentes de acción.
Al presidente de Guatemala no lo sacó el pueblo, ya sé que sueno a amargada pero es mi opinión, lo sacó la CICIG que presentó pruebas contundentes que confirmaban que Otto Pérez Molina está involucrado en la red criminal y de saqueo económico denominada «La Línea.» A Otto Pérez Molina lo entregó el CACIF con el respectivo aval del Embajador de Estados Unidos.
¿Por qué? Porque ya estaba quemado, porque ya no les servía para nada, porque en su lugar ya estaba ahí otro títere lambiscón que recibiría las órdenes puntuales, hablo del vicepresidente que tomó el lugar de la encalada Roxana Baldetti que hoy amaneció en la cárcel para mujeres Santa Teresa. Porque las elecciones presidenciales están a la vuelta de la esquina y lo que necesitan es calmar la fiesta ciudadana en la que anda Guatemala.
Necesitan que ese pueblo urbano (porque pregúntenle al campesino organizado y sabrán lo que siente el pueblo herido) se sienta protagonista, que celebre, que se sienta digno, poderoso, honesto, que sienta que cumplió con su deber moral y que vaya feliz a votar. Que se olvide que con su voto escogerá a igual o peor escoria corrupta que Otto Pérez Molina. Y es triste pero ese pueblo que llamó la atención del mundo irá a votar, ya escogió a sus presidenciables de los cuales no hay uno solo que tenga la capacidad moral, política ni humana para tomar las riendas del país. Ni uno solo, es que hoy no existe la opción de votar por el menos peor.
¿Se puede ser más inconsecuente en esta vida? ¿Manifestar por corrupción pero ir a votaciones a votar por el mismo clan de corruptos? Entonces ni un solo esfuerzo sirvió para nada si van a votar el 6 de septiembre. Adulan que es el despertar de la primavera guatemalteca, no apenas van por la deshierbada, preparando la tierra. Dicen que hicieron historia, tienen el descaro de comparar las manifestaciones de hoy en día con las de 1944, no ni a los zapatos. Es que así son los urbanos fanfarrones a morir.
Que el mundo sepa que Otto Pérez no renuncia por Genocida, lo hicieron renunciar por ladrón y corrupto, otros ladrones y corruptos que tienen el sartén por el mango y son quienes ponen y quitan presidentes en el país: hablo del sector empresarial que ya está listo para poner otro títere de presidente con el voto del «pueblo.» Que el mundo sepa que esa masa amorfa que se cree digna aún sigue negando el Genocidio. Que esos campesinos maltratados siguen peleando por sus Derechos Humanos en soledad, sin acompañamiento más que de ellos mismos. Al final solo el pueblo defiende al pueblo.
¿Qué sigue después de la renuncia de Otto Pérez Molina? Ir como los coches al matadero a dar el voto. Guatemala tiene en sus manos la opción de hacer que se cancelen esas votaciones, así como alardean los urbanos de ser ellos los que hicieron que renunciara el Genocida, pues que se vea que también tienen el poder para cancelar las elecciones, de hecho lo tienen si se arman de arrestos y van un paso más allá, si quieren cambiar realmente la historia del país. Por algo será que quienes sostenían carteles en las manifestaciones, donde se leía que pedían una Asamblea Nacional Constituyente eran campesinos no urbanos.
Yo le creeré la dignidad a ese movimiento urbano de la clase media y las universidades (incluida la universidad de mis amores, la Universidad de San Carlos de Guatemala) si se niega a votar, si se atreve a abrir la herida supurante de la Memoria Histórica y lleva frente al juez a Otto Pérez Molina, pero no por corrupto, sino por Genocida y también a todos los perpetradores de Derechos Humanos que están pululando en el sistema, y que lo sabemos por que se pasean campantes frente a nuestras narices. Yo le creeré a ese movimiento urbano cuando demuestre que ha dignificado la educación superior acuerpando la lucha campesina, obrera y proletaria.
Por el momento, aunque celebre, sigue siendo racista, discriminador, oportunista y tan pero tan inconsecuente que irá a votar por la misma escoria que hoy rechaza.
Disculpen flores si les lastimé un pétalo pero el pueblo, que es pueblo real, merece respeto y ante todo justicia.
Si me piden una opinión adulterada pues es muy cómodo para mí ganar adeptos diciendo que alabo al movimiento urbano, que es la dignidad andante, que son el orgullo de la patria, que ninguna generación ha tenido la valentía de los de hoy, y que esos «indios patas rajadas» que salen a hacer bloqueos solo ensucian la lucha de los educados y bien perfumados clase media urbanos. Diría que no hubo Genodicio en el país. Que no hay que revolver las cosas. Que hay que ir a votar. Le tendría pavor a la palabra Revolución. Pero soy real, lo siento por los que son de escaparate. Que si se tienen dignos y que han hecho historia por salir a manifestar los fines de semana, que se imaginen lo que sienten los campesinos que han puesto el pellejo y la sangre durante siglos, y ellos no alardean de nada. Pues por ellos, por los marginados, busquemos el cambio real, no terminemos votando con patadas de ahogados.
Nota: sobra decir que no generalizo porque en este movimiento clasemediero urbano hay gente muy comprometida y consciente, que no alardea, que acuerpa.
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