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Rompiendo los corralitos: hacia el constitucionalismo continental

Fuentes: Rebelión

El alcalde chileno y comunista Daniel Jadue señaló que tanto la Doctrina Monroe como el bolivarianismo surgieron durante el auge del capitalismo. La Doctrina Monroe traduce la tendencia al monopolio, que parte del Estado nacional como superestructura del capitalismo. Bolívar contrarrestó esta tendencia con un llamado a la unidad e integración entre los países del continente. 

Voy a enmarcar este tema en el concepto de constitución real, elaborado por Ferdinand Lasalle, es decir, entendida esta como las relaciones de poder entre los distintos sectores sociales, en donde la clase con poder real efectivo, es decir económico y político, impone sus intereses a los otros sectores sociales, y; además, aunque estos sean contrarios y perjudiciales a los mayoritarios. Con este concepto rompemos pues aquel contractual o del pacto social. Un proceso constituyente, hacia una nueva constitución, es pues un proceso de lucha política para modificar las relaciones de poder reales, y una vez hecho esto recién podemos constituir un nuevo orden económico y político, que básicamente es eso lo que establece una constitución.

El poder originario, el poder constituyente: no reside en el Pueblo, así en abstracto; reside en la clase con poder económico y político, así de concreto.

Esta modificación de las relaciones de poder, que es una lucha política de acumulación de fuerzas, en general; siendo un proceso, tienen una etapa culminante, de definición, de resolución del conflicto a favor de una de los sectores, realmente contendientes, siendo real y antagónica el cambio de las relaciones de poder, probablemente las grandes mayorías conquistaran primero el poder político, con la construcción de un nuevo estado, justamente fruto de aquel fragor de la lucha política, en general.

Un momento histórico, de definición de una lucha antagónica, se dio entre las corrientes libertadoras de nuestro continente, y la doctrina Monroe, siendo contundentemente derrotadas las corrientes integracionistas y finalmente quedamos en pequeños estados nación funcionales al imperialismo; y no, en aquella unión política y económica de nuestros pueblos de esta parte andina del continente. Ya van mas de 200 años de esta definición, de esta derrota histórica, y, (como aquel soldado japones, al que el terror lo llevo a esconderse tanto, que quedo alejado de la realidad, años encerrado creyendo que la guerra continuaba y seguía resistiendo) creemos que seguimos en lucha, cuando ya van 200 años de ejercicio ´pleno del derecho de conquista, del vencedor. La existencia, hoy, de los estados nacionales en los cuales está dividido nuestro pueblo (que en realidad son pequeños corrales, en donde se dispersan nuestras fuerzas y vidas, si nos posicionanos dentro de sus vallas) significan la condición ideal para que sea imposible el surgimiento de una idea y acción integracionista. Lo que necesitamos es aquella visión integracionista de los libertadores, aquella que realmente significa la verdadera y total liberación de nuestros pueblos, y se puede oponer, con posibilidad de vencer, al ahora opresor global.

Pero la integración que ahora necesitamos, no es aquella que signifique la suma de nuestros “países”, ya vamos más de 200 años en eso (lo que debe llenar de jocosa satisfacción a Monroe, y haciendo continua, hasta hoy, aquella agonía cruel de los libertadores) sino la constitución de un Estado nuevo, diferente; del cual ahora solo es necesario tener la certeza que debe ser de dimensión continental, sino mundial. 

Otro momento de definición histórica de una lucha política, fue la que se dio alrededor del año de 1990, con la resolución de la guerra fría, o bipolaridad; a favor del capitalismo, dedicándose este a partir de la fecha, a ejercer los consabidos derechos de conquista que ellos se abrogan, solo por el uso de la fuerza bruta, pero ahora, efectiva y realmente en forma global, en todos los rincones del mundo; tanto así, que ya es evidente la existencia de un poder constituyente, originario y real, de carácter global, sino solo veamos la cantidad de constituciones que se dieron entre 1990 y 1995, bajo el mismo modelo emitido según los términos del denominado consenso de Washington. https://es.wikipedia.org/wiki/

Pero, finalmente esto no es tan grave, lo fuera si seguimos dentro de nuestros corralitos, a pesar de tal evidencia. El lado, digamos bueno, es que, desde hace ya mas de 30 años, ha quedado establecido que, para afrontar una lucha política y cambiar las relaciones de poder, y establecer un nuevo poder constituyente real y originario, este, ahora, ya solo puede ser global. Y para ser constituyente, también debe ser destituyente.

El camino que la humanidad va encontrando en este proceso histórico de la lucha política, de cuya resolución, esta vez depende la sobrevivencia de la humanidad, es el de las autonomías locales, rurales y urbanas, que vayan trabajando el control territorial (real y efectivo, con todo lo que eso significa) y la soberanía alimentaria, también con todo lo que significa. Estas autonomias realmente son el eslabón más débil de las cadenas del imperio de las transnacionales; pero estas autonomías locales deben ser capaces de construir, porque lo podrán imaginar, un nuevo orden económico y político global, tarea que podremos afrontar solo si conseguimos liberar la capacidad creadora de nuestros pueblos, a partir de sus núcleos sociales mas íntimos, pero engarzados en un orden económico y político mundial. Una economía global a partir de las economías locales, y, por ahora, un estado popular continental a partir de las autonomías locales con efectivo control territorial y control económico.

Es necesario ir desarrollando las estructuras sociales, ya existentes embrionariamente, a fin de poder construir una musculatura social suficiente para destituir el imperialismo global de las transnacionales, y a partir de la conquista de la primaria tarea de liberación, constituir un nuevo, por diferente, régimen económico y político global, esta vez sí, a favor de la vida.

¿Imposible? Por ahora, puede ser; pero necesario, y además el único viable. Rompamos ya, para asumir una posición y acción política realmente ahora necesarias, esas vallas dentro de las cuales todavía estamos asumiendo la lucha política. Para eso, por ahora, para iniciar, debemos posicionarnos globalmente, para empezar a desarrollar las teorías al pleno fragor de la lucha y en confrontación con la práctica, que harán posible esto. Una nueva teoría constitucional, desarrollada a partir de la constatación objetiva de la consolidación de un poder constituyente original global; una nueva, por diferente, teoría del estado global, a partir de la misma constatación, y además que, al nacer, empiece a extinguirse, sin llegar siquiera a succionar. 

La economía y estructura político social del imperialismo de las transnacionales, evidentemente es mundial, global. Para empezar a oponerse y destituir ese poder constituyente originario, hay que posicionarse libre de las vallas, por ahora es solo necesario una actitud mental, asumir un punto de vista, ahora ya no solo desde la de los mas pobres de nuestro país, sino de los que la humanidad, todavía contempla, en todas partes del mundo. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.