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Entrevista a Benito Li Vigni, ex dirigente del ENI (Ente Nazionale Idrocarburi)

Saddam con Italia era más generoso

Fuentes: mehachip.info

Traducido por Gorka Larrabeiti y revisado por Juan Vivanco para Rebelión

Benito Li Vigni entró en la empresa petrolífera estatal, ENI, con Enrico Mattei y estuvo en el grupo hasta 1996 ocupando puestos clave. Probablemente, es el mayor experto en intereses petroleros italianos en el Golfo Pérsico. Sus investigaciones inspiraron el año pasado un reportaje de Rainews 24 dedicado a la presencia italiana en Iraq. Hablando con él hemos adoptado la óptica cínica de la geopolítica, tanto para comprender por qué la bandera tricolor italiana ondea en Nassiriya como para descubrir que los nuevos vientos de guerra que soplan desde Irán no traen nada bueno a Italia. Ni siquiera a nuestras carteras.

Pregunta: Doctor Li Vigni, ¿por qué estamos en Nassiriya?

Respuesta: Estoy convencido de que estamos allí por negocios. No lo digo yo, sino un dossier del Ministero delle Attività Produttive de febrero de 2003 encargado seis meses antes del ataque estadounidense contra Iraq al profesor Giuseppe Cassano de la Facultad de Economía de la Universidad de Teramo. En ese documento de 20 páginas, 10 hablaban de petróleo: en palabras llanas allí estaba escrito que si EE.UU atacaba Iraq, nosotros teníamos negocios que defender y se hablaba claramente del petróleo de Nassiriya. En 1996, Saddam Hussein había prometido al ENI italiano, la empresa rusa Lukoil y a la francesa Total-Fina condiciones extremadamente ventajosas para la explotación del petróleo iraquí. El dictador pedía a cambio un apoyo contra el embargo ante la ONU. Lo demuestra un documento oficial estadounidense, el número 35AS0713 del Foreign Suitors for Iraqi Oilfield Contracts [Compañías extranjeras interesadas en contratos petroleros iraquíes], con fecha de 5 de mayo de 2001, que forma parte del informe Cheney sobre energía del mismo año. El yacimiento de Nassiriya se valora en torno a 3-4 millones de barriles, lo que reportaría al ENI 3.500 millones de dólares. Saddam había prometido a Italia esa zona, y hoy nuestro contingente militar controla justo esa área.

P.: ¿Así que el ENI obtendrá de todos modos lo que le había prometido Saddam, aunque ahora quienes se lo garanticen sean los aliados de las «fuerzas de la coalición»?

R.: Según la constitución iraquí recientemente aprobada, el petróleo debe ser propiedad del pueblo. Las grandes compañías angloamericanas no piensan, por tanto, en la privatización de los yacimientos, sino en estipular con la empresa petrolera estatal de Iraq un contrato muy ventajoso: exactamente lo que Saddam había ofrecido a Italia, Rusia y Francia, pero no a ellos. Se llama PSA (Production Sharing Agreement) [Acuerdo para el reparto de la producción]. Prevé que quien recibe la gestión de un yacimiento lo utilice por un periodo que va de 20 a 40 años y, sobre todo, retenga de un 40 a un 60 por cien de los beneficios. No sólo: la compañía puede introducir en sus propios presupuestos las reservas que gestiona…

P.: … Entonces, norteamericanos e ingleses gestionarán los yacimientos en estas condiciones ventajosas, y el ENI obtendrá lo mismo para Nassiriya. Salimos bien parados: vamos a obtener lo que queríamos.

R.: No. La novedad es que la nueva clase dirigente iraquí no parece dispuesta a conceder a las compañías extranjeras contratos tan desfavorables para el pueblo iraquí como el PSA. En el resto del planeta, este contrato está estipulado sólo para el 10% aproximadamente de las reservas mundiales, para pequeños yacimientos y los países productores lo evitan porque sustancialmente se trata de un contrato asfixiante. La situación actual es tal que se va hacia un fracaso de la hipótesis PSA. La ley del petróleo que ahora se discute en el parlamento iraquí, muy probablemente, terminará por no prever este tipo de contrato.

P.: Pero esto significaría el fracaso total de la invasión de Iraq, que en la visión de los neoconservadores americanos, escrita en el documento Un proyecto para un nuevo siglo americano, tenía que garantizar a EE.UU el control del petróleo del Golfo.

R.: Por supuesto. Y lo que está en juego es mucho más que lo que nos dicen las previsiones oficiales, que hablan de 115.000 millones de barriles en el subsuelo iraquí. De hecho, según del Departamento de Energía estadounidense, hay otras reservas ricas en la zona desértica occidental, hasta ahora sin explotar. Además, en la parte oriental se está extrayendo sólo en 17 yacimientos de un total de 80. Resumiendo: debe de haber unos 260.000 millones de barriles en la parte este, más al menos otros 100.000 millones en la parte oeste, lo que suma un total que puede alcanzar hasta 400.000 millones de barriles en el conjunto de Iraq. Para hacerse una idea, juntando las reservas totales de EE.UU, Canadá, México, Europa Occidental, Australia, Nueva Zelanda, China y toda Asia excluido Oriente Próximo no se superan los 114.000 millones de barriles.

P.: ¿Es un fracaso también para Italia?

R.: Es probable que los iraquíes nunca concedan un contrato asfixiante como el PSA a nadie; entonces, tampoco nosotros lo vamos a obtener. Es una derrota en todos los frentes para las fuerzas de la coalición internacional, incluida Italia y su ENI. Estoy convencido de que en el último discurso del presidente Bush sobre el estado de la Unión, se puede apreciar una suerte de arrepentimiento, cuando se afirma que EE.UU no debe depender sólo del petróleo. Es el arrepentimiento de quien se da cuenta de que la invasión de Iraq ha aislado a EE.UU en el mundo, sin producir a cambio los beneficios esperados -recordemos que Iraq aún no ha sido pacificado-.

P.: En fin: ¿la administración Bush ha fracasado en todos los frentes?

R.: Ha valorado fatal la situación desde el principio. Baste pensar en cómo se ha tratado a la minoría suní, que en la época de Saddam detentaba el poder a través del partido Baaz. ¿Recuerda? Después de la invasión, desmantelaron rápidamente el ejército. Miles de ex soldados hambrientos y sin sueldo fueron a engrosar las filas de los «insurgentes». Por no hablar de toda la clase dirigente suní, que fue depurada. Pues bien: el territorio donde se concentran los suníes posee la mayor parte de los yacimientos petrolíferos por descubrir. Se trata precisamente de la parte desértica occidental de la que le hablaba antes. Los suníes además tienen las infraestructuras: los oleoductos principales que parten de Bassora pasan por el llamado triángulo suní (Bagdad, Ramadi, Tikrit). Los suníes tienen en sus manos el futuro iraquí, y no se puede gobernar sin ellos. Cuando lo entendieron, ya era demasiado tarde: se habían ganado su enemistad irremediablemente. Para cerrar el círculo, añadamos que la otra etnia más importante del país, además de la mayoritaria, es la chií. Y los chiíes son filo-iraníes.

P.: A propósito, el próximo frente parece que será el iraní. La cuestión de la energía nuclear de Teherán está a punto de debatirse en el Consejo de Seguridad de la ONU. En el Pentágono preparan con detalle el plan de bombardeo de Irán. ¿Italia tiene una Nassiriya en Irán? Si nuestro país llegara a participar -tal vez mediante la típica fórmula de la intervención «humanitaria»- en una guerra contra Irán, ¿qué intereses deberíamos tutelar?

R.: Italia es el principal socio comercial de Irán no sólo por el petróleo, sino también por el gas. Tenemos en concesión 4 áreas en ese país, en el que tenemos autorización para buscar yacimientos. En 1999 Irán volvió a abrir su territorio a la exploración de compañías internacionales, y nosotros fuimos los primeros en conseguir concesiones de recompra (buy-back). Este tipo de contrato prevé que la sociedad petrolera que encuentra un yacimiento, el ENI en nuestro caso, puede quedarse lo obtenido de la venta de crudo hasta que se cubran los costes que ha asumido para la investigación, y después puede quedarse sólo el 25% de las ganancias, y ha de dar el 75% restante al Estado. En Irán funcionan los convenios de recompra (buy-back) y los PSA están prohibidos. Italia hasta ahora se ha beneficiado de la vieja política filo-árabe del ENI de Enrico Mattei, pero nuestra política exterior reciente está dando al traste con esta relación privilegiada. Tenemos mucho que perder debido al aumento de la tensión con Irán y debido a cualquier nuevo conflicto en el área. Irán no puede ser invadido como ha ocurrido con Iraq; es una perspectiva geopolíticamente improbable. Si lo bombardean y lo aíslan, mantendrá su soberanía e Italia perderá con toda probabilidad sus yacimientos.

Texto original en italiano tomado de:
http://www.megachip.info/modules.php?name=Sections&op=viewarticle&artid=1518.