Traducido del catalán para Rebelión por Lucas Marco
Bernard Squarcini no está contento. El jefe de la Dirección Central de Información Interior (DCRI) está harto de que cada vez que un periodista comienza a investigar cualquier cosa relacionada con Nicolas Sarkozy, con Carla Bruni o con su familia, el presidente francés le pida que «olisquee« los movimientos del temerario informador. Es decir que lo haga seguir, que controle sus relaciones y especialmente que desentrañe quiénes son sus informadores.
La DCRI -una especie de FBI francés- es el resultado de la fusión, en 2008, de la ex policía política o Renseignements Généraux (RG) y la Direction de la Surveillance du Térritoire (DST), el servicio de contraespionaje, con sede actualmente en Levallois-Perret, en la cercanía de París. La tarea principal, según la ministra del Interior, es la lucha contra cualquier terrorismo, la vigilancia de los grandes movimientos de protesta y la inteligencia económica. Nada que ver con seguir la huella de los reporteros que el presidente de la República encuentra fastidiosos.
«Hacer estas cosas no agrada nada a Squarcini», dicen algunos policías que trabajan cerca de él. Todos piensan que investigar a periodistas no es su trabajo, pero la insistencia del primer mandatario del país ha forzado a montar, en el interior de la DCRI, un grupo de ex policías de los RG expertos en investigaciones discretas. Se dedican a obtener las facturas detalladas de los teléfonos fijos y de los móviles de los periodistas -las operadoras de telefonía no son ningún problema para estas cosas-, a acceder a su correo electrónico y a ver con quién hablan y qué reciben. Si el asunto es complicado o importante, se hacen servir medios y técnicas más sofisticadas… tanto como haga falta. Tiempo atrás, cuando circularon rumores sobre las infidelidades de la pareja presidencial, Henri Guaino, consejero especial de Sarkozy dijo, sin ningún complejo, que «los periodistas, los tenemos controlados…». Ya me diréis.
La cosa empezó a destaparse cuando en abril de 2009 el ministro de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, interpuso una demanda judicial para descubrir quién filtraba informaciones confidenciales al semanario Canard Enchaîné, y el juez encargado se tomó la tarea con ganas. Después se supo que los periodistas del diario Le Monde y de la web Mediapart -especializada en temas de investigación- que se habían interesado un poco demasiado por el asunto Woerth-Bettencourt habían sido víctimas de operaciones de espionaje ilegal. Un día a Gérard Davet (Le Monde) le robaron un ordenador y un GPS en su casa; a otro, Herve Gattegno le desapareció un portátil de la redacción de Le Point… Y dos ordenadores más se fundieron en Mediapart. Cuando alguien le pidió su opinión, Sarkozy puso cara de chico bueno y, sin condenar la acción, dijo: «No sé qué tipo de relación tiene eso conmigo». Squarcini y los suyos aún se ríen.
Fuente: Publicado en la revista El Temps (nº 1390) del 1 de febrero del 2011.
* Xavier Vinader (Sabadell, 1947), veterano periodista de investigación, recibió en 2007 la Creu de Sant Jordi. En 2009 el Centre d’Estudis Històrics Internacionals de la Universitat de Barcelona editó el libro Xavier Vinader i Sánchez. Periodisme i compromís (Editorial Afers).
rCR