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Las amenazas contra Irán están acrecentando la preocupación de buena parte de la población mundial

Si Vis pacem… Diplomacia

Fuentes: GAIN/Rebelión

La reciente escalada de tensión en torno al programa nuclear iraní y las amenazas que desde Estados Unidos y la Unión Europea se lanzan contra Irán están acrecentando la preocupación de buena parte de la población mundial, ya que nadie pone en duda que en esta ocasión esta coyuntura y su desarrollo tendrán consecuencias mundiales. […]

La reciente escalada de tensión en torno al programa nuclear iraní y las amenazas que desde Estados Unidos y la Unión Europea se lanzan contra Irán están acrecentando la preocupación de buena parte de la población mundial, ya que nadie pone en duda que en esta ocasión esta coyuntura y su desarrollo tendrán consecuencias mundiales.

En este complicado puzzle que se nos pone sobre la mesa, los repre4sentantes de la Unión Europea, el llamado grupo UE-3 (Alemania, Francia y Gran Bretaña), se han vuelto a alinear con las tesis de Washington, perdiendo una preciosa oportunidad para desmarcarse de la tutela norteamericana y reivindicar un protagonismo de peso en la escena internacional. Rusia y China, a pesar del apoyo inicial a la reciente propuesta de EEUU, albergan muchas dudas de cara a adoptar la postura definitiva que desea Bush. Parece evidente que estos dos estados no estarían dispuestos a impulsar desde Naciones Unidas una política de sanciones o embargos, ya que ambos mantienen importantes lazos económicos, militares y energéticos con Teherán.

El resto de la comunidad internacional asiste en silencio, salvo honrosas voces que rechazan de plano esa apropiación indebida del término «comunidad internacional» por parte de los mandamases del planeta. Y por su parte, Israel sigue jugando a todos los palos, incitando a cortar de cuajo el programa nuclear iraní, haciendo gala de su cínica postura en materia de seguridad.

Doble rasero

Un parte de los países más influyentes de esa comunidad internacional está haciendo gala de un cínico e hipócrita doble rasero a la hora de afrontar esta crisis. Mientras que se muestran dispuestos a impedir por todos los medios el programa nuclear iraní, Francia anuncia por boca de su presidente que pone en marcha una nueva «doctrina nuclear», Gran Bretaña moderniza sus armas nucleares, Rusia y Estados Unidos siguen manteniendo y perfeccionando su enorme capacidad nuclear, e incluso China moderniza su arsenal.

Y qué decir de la postura que mantienen EEUU y la Unión Europea ante la política nuclear de Israel. El estado sionista inició su programa nuclear en los años cincuenta, y en la actualidad tendría unas doscientas armas nucleares y cientos de misiles de alcance medio. No ha firmado el Tratado de No proliferación Nuclear y por tanto no ha permitido ninguna inspección de sus actividades nucleares. Las declaraciones públicas de mandos militares israelíes amenazando con atacar Irán no encuentran eco en los medios occidentales, que prefieren mirar hacia otro lado a la hora de denunciar las agresiones, invasiones y atentados que el régimen sionistas ha practicado en los países vecinos.

Resultan significativas las palabras que recientemente pronunciaba el presidente iraní en torno a la actitud que mantiene Occidente hacia su país, se preguntaba Mahmoud Ahmadinejad «por qué tan sólo los poderes occidentales podéis enviar inspectores sobre derechos humanos o cuestiones de energía nuclear a Irán? Nosotros también queremos que se os inspeccione y que se informe públicamente de vuestras actividades».

Hoja de ruta

La administración norteamericana está empleando un plan basado en el uso estratégico de la desinformación para intentar aislar y marginar al régimen de Teherán en el escenario mundial. Una primera fase de esta «hoja de ruta» neoconservadora iría encaminada a presionar a Irán más que a lanzar un ataque inmediato, aunque con el círculo neoconservador en torno a Bush nunca se sabe el desenlace final. En este punto hay que rescatar de la memoria que en el pasado se siguió un prólogo similar para invadir Iraq. Tras doce años de sanciones, inspecciones, embargos, zonas de exclusión, mentiras y amenazas, EEUU ocupó Iraq.

A pesar de todo, no sirven en su conjunto las comparaciones con Iraq, y de utilizarse serían para presentar un panorama más oscuro de cara a los intereses norteamericanos. Irán tiene fronteras con Iraq, Afganistán, Pakistán, Turquía, Armenia, Turkmenistán y Azerbaiyán; su demografía supera los setenta millones; su ejército está preparado para responder un ataque; además posee importantes reservas de gas y petróleo, y el terreno es mucho más abrupto y complejo que el iraquí. Por todo ello una invasión terrestre seguida de una ocupación podría estar descartada de momento.

Un ataque selectivo de Israel o EEUU contra instalaciones nucleares en Irán tendría una rápida respuesta de Teherán y la escalada bélica traería consecuencias impredecibles. Para incrementar la preocupación en torno al carácter nuclear que probablemente adquiriría esta enfrentamiento, en enero del 2003 el presidente norteamericano firmó un documento «clasificado», llamado Conplan 8022-02, donde revestido del manto ideológico neoconservador se ponían las bases para desarrollar y planificar ataques que incluirían el uso de armamento nuclear.

La respuesta iraní abriría también todo un abanico de posibilidades. No conviene olvidar que el régimen iraní tras verse atacado pondría en marcha diferentes resortes de respuesta por todo el mundo. Los movimientos que simpatizan con la revolución islámica en Líbano, Siria, Iraq, Arabia Saudí, Palestina, Pakistán o Afganistán, por citar algunos, no dudarían en lanzar ataques contra los agresores, y a primera vista podemos observar que tan sólo en estos lugares cualquier incremento de la inestabilidad tendría consecuencias colaterales muy peligrosas. Y sin olvidar que otras organizaciones o grupos que no simpatizan con Irán, aprovecharían la coyuntura para atacar intereses norteamericanos, europeos o judíos en cualquier parte del planeta.

Además Irán también adoptaría medidas económicas, como la retirada de su inversiones y fondos de Europa, o la reducción de su producción de gas y petróleo. En la actualidad, con la OPEP produciendo a pleno rendimiento, sería imposible reemplazar los barriles diarios que produce Irán, y en consecuencia el precio del crudo se dispararía.

Diplomacia

El próximo mes de marzo puede ser clave por varias razones. El día 6 se celebra una reunión de la IAEA, de donde saldrá un informe sobre Irán, además el 28 de ese mes son las elecciones israelíes, y sin duda también tendrán su peso en la configuración del escenario. Un poco antes, Rusia e Irán mantendrán una reunión el 16 de febrero, que puede ser un intento para que prime la diplomacia sobre la agresión.

El pasado 30 de enero Teherán presentó una propuesta de seis puntos al grupo UE-3 donde mostraba su disposición a seguir negociando y buscar una salida diplomática a la crisis. El seguidismo europeo hacia EEUU desbarató este paso. En caso de que la diplomacia se imponga a corto plazo podría darse una combinación de dos medidas que satisficiesen a ambas partes y permitiría continuar explorando otros pasos. Por un lado Irán aceptaría la oferta rusa para enriquecer el uranio , lo que no impediría el desarrollo del programa iraní; y por otra parte, la comunidad internacional deberá garantizar a Irán que no pondrá en marcha sanciones económicas ni amenazas militares.

Las posturas de EEUU, mirando de reojo a las elecciones legislativas de noviembre y con una delicada situación para el frente neoconservador, y de Israel, manteniendo la prepotencia para ocultar sus carencias internas y sus dificultades tras las elecciones, pueden condicionar el resultado final de todos esos esfuerzo diplomáticos. Pero desde Irán ya se ha señalado que «estamos preparados para cualquier cosa», y que si quieren guerra pues la tendrán. Al resto de la comunidad internacional le corresponde activar su protagonismo y su peso, y defender la vías negociadoras para resolver los conflictos. Si vis pacem, diplomacia y si no…