El partido separatista y conservador la Nueva Alianza Flamenca, vencedor en las elecciones de junio de 2010, exige la reforma del Estado para formar Gobierno.
El 23 de enero se manifestaron en Bruselas más de 45.000 personas para pedir a los políticos que formen Gobierno. Siete meses después de las elecciones celebradas en junio de 2010, aún no se ha constituido el nuevo Ejecutivo.
La marcha, organizada por cinco jóvenes universitarios que se declaran políticamente neutrales, aglutinó el descontento social de lo que se denominó en la manifestación una «república bananera». Las miles de personas que desfilaron ese día por las calles de la capital denunciaron que viven en un país políticamente inestable. Bajo el lema de «Shame» (vergüenza), los manifestantes pidieron la formación urgente del Gobierno frente a la presión de los mercados internacionales y frente a lo grotesco de la situación.
Unas elecciones fallidas
Las elecciones parlamentarias anticipadas celebradas el 13 de junio de 2010 dieron la victoria federal y en Flandes, en el norte, al partido de la derecha nacionalista más radical, la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) y a su líder Bart De Wever, con un 30% de los votos. En el sur, francófono, ganó Elio Di Rupo, del Partido Socialista (PS) con menor porcentaje de votos.
El N-VA puso como condición previa para formar Gobierno un compromiso de reforma del Estado. Sin embargo, pasados ya casi ocho meses tras los comicios, los siete partidos políticos que forman la mayoría siguen sin reunirse desde septiembre del año pasado. Ante la incapacidad de llegar a un acuerdo entre los partidos francófonos (socialistas, verdes y humanistas) y flamencos (derechas, nacionalistas, verdes y socialistas), el rey encargó al socialista flamenco Johan Vande Lanotte actuar como mediador entre los partidos y redactar un documento que sirviera de base para retomar las negociaciones. Sin embargo, tras más de dos meses de reuniones con los presidentes de estos partidos mayoritarios, el flamenco N-VA y su socio, el partido Cristiano-Demócrata Flamenco (CD&V), se niegan a firmar el documento que sí han aceptado otras formaciones para empezar las negociaciones.
La situación política vuelve a ser en un callejón sin salida. Este panorama pone en peligro el enfoque de la Administración belga por un modelo de convivencia multicultural presente hasta ahora. El líder separatista De Wever, define al país como «el enfermo de Europa».
Tres regiones en conflicto
Bélgica surgió en un contexto belicoso de la unión cultural germánica, al norte, y latina, al sur. A lo largo del tiempo el Estado federal belga se ha ido dividiendo hasta crear tres regiones: Flandes al norte, Valonia al sur y Bruselas en el interior de la región flamenca, configurando así tres comunidades lingüísticas, la flamenca, la francófona y la germánica, confinada en una pequeña región al este del país.
Estas demarcaciones cuentan con sus respectivos consejos y presupuestos, que provienen del Gobierno central, y que ellas administran en los transportes, obras públicas, educación, cultura, salud y seguridad social, entre otros. Además, votan según su circunscripción lingüística, dentro de Flandes o Valonia sólo se permite votar por los partidos flamencos o francófonos, respectivamente.
En la actualidad, los partidos flamencos, secesionistas, demandan reformar el Estado para atribuir aún más poder autonómico a sus regiones del norte y no repartir beneficios. Las propuestas no han sido bien recibidas por sus vecinos del sur, francófonos. Éstos ven en esos planteamientos un aumento de las diferencias socioeconómicas, ya de por sí importantes. En 2009, la tasa de desempleo del sur fue del 14,9%, mientras que en el norte el paro afectó al 6,8% de la población.
El documento de Vande Lanotte en el que se tendrían que basar las negociaciones prevé regionalizar la salud, la seguridad social, las subvenciones familiares, así como las normas de tráfico y la promoción económica de las regiones en el extranjero, concediendo el 26% de las recaudaciones tributarias de cada región a sus respectivos consejos. En otras palabras, no sólo Flandes y Valonia se convertirían en competidores en el mercado internacional, también supondría que la población a uno y otro lado de la frontera no recibiría las mismas ayudas económicas. Al contrario que en los años ’60, Flandes es hoy en día un territorio mucho más próspero económicamente que Valonia y cuenta con una posición muy ventajosa en el debate independentista. En diciembre, De Wever se refería a Valonia como una «cultura de prebendas» y revindicaba la autonomía económica de Flandes como «un país en vías de negociación con otro país, Valonia».
Las críticas contra la Nueva Alianza Flamenca de políticos y prensa se endurecen. Mientras, el líder separatista De Wever, no da alternativas. Ha declarado que hay dos opciones para formar el Ejecutivo: «Un Gobierno sin la presencia del N-VA o un Gobierno que acepte todas las reformas que proponemos». Según varios analistas, dejar fuera al primer partido de Flandes, que reúne el 30% de los votos flamencos, convertiría a De Wever en un mártir. A pesar de la postura del partido N-VA, la mayoría de los flamencos no quiere una división del país, piden una reforma del Estado federal, según las encuestas.
Los flamencos quieren la anexión de varios municipios de la región de Bruselas
El principal desacuerdo entre francófonos y flamencos sigue siendo la conflictiva región de Bruselas. Por un lado, quieren ampliarla, por otro, reducirla. Cuando se establecieron las fronteras lingüísticas de las regiones a principios de los ’60, se dio un estatus diferente (con facilidades) a los municipios con más de un 30% de población de habla diferente a la mayoritaria de la región. Seis municipios de la periferia de Bruselas obtuvieron ese estatus. Con el tiempo, cada vez más francófonos se han instalado en esas zonas con facilidades (llegando al 85% de la población en algunos municipios), debido al acceso a la documentación legal en francés y otras mejoras, al contrario de lo que sucede en la periferia de la capital. Ya en 2007 Yves Leterme, del partido flamenco de derechas, Open VDL, fracasó en el intento de anexión de los seis municipios. Los francófonos propusieron unir estos municipios y darles un régimen bilingüe, pero los flamencos, asustados por la posibilidad de perder territorio pidieron incorporarlos a su zona. Escisión o integración tiene implicaciones electorales. Hoy la integración a Flandes es una de las exigencias.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Siete-meses-de-desgobierno-en.html