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La población local no le da la bienvenida al equipo israelí.

Suecia: Construyen gigantesco búnker en el centro de Malmö por partido de tenis.

Fuentes: Rebelión

Unos mil policías, decenas de vehículos antidisturbios, helicópteros y un área cercada de casi 200.000 metros cuadrados protegerán a la selección israelí de tenis cuando a partir del viernes se enfrente al equipo sueco en un estadio vacío. Afuera, miles de manifestantes intentarán interrumpir el partido o al menos hacer oír su descontento ante lo […]

Unos mil policías, decenas de vehículos antidisturbios, helicópteros y un área cercada de casi 200.000 metros cuadrados protegerán a la selección israelí de tenis cuando a partir del viernes se enfrente al equipo sueco en un estadio vacío. Afuera, miles de manifestantes intentarán interrumpir el partido o al menos hacer oír su descontento ante lo que muchos habitantes de la ciudad consideran una grave provocación.

La masacre de palestinos a manos del ejército israelí iniciada el 27 de diciembre parece haber tomado por sorpresa a las autoridades locales que desde hace ya mucho tiempo planeaban este encuentro deportivo. Al final deberán cargar con el coste del operativo policial más grande de toda la historia de la ciudad por un evento que se realizará sin público y que sólo será transmitido por un canal privado de televisión.

Según las propias autoridades comunales Malmö, con 287 000 habitantes, es la tercer ciudad en importancia de Suecia y posee un alto número de inmigrantes: las 3/4 partes de sus casi 80 000 habitantes nacidos fuera de Suecia vienen de países del tercer mundo o de Europa Oriental, con una importante población de países como Irak, Iran, Afghanistan o el Líbano.

Como era de esperarse, el ataque israelí contra Gaza causó airadas reacciones, llegándose a producir manifestaciones de hasta unas 5 000 personas a medida que Israel escalaba la matanza y rápidamente surgió un movimiento local y nacional exigiendo la suspensión del partido anunciado para el 6, 7 y 8 de marzo.

Inicialmente, las autoridades locales se negaron a suspenderlo pero fueron confrontadas con la realidad de una opinión local fuertemente opuesta a la realización del evento. El mismo alcalde Ilmar Reepalu (socialdemócrata) se vió obligado a declarar ante los medios que «en su opinión personal» no era conveniente realizar el partido luego de los ataques israelíes. La decisión del comité de actividades recreativas de la comuna de realizar el partido a puertas cerradas no ha servido para calmar los ánimos.

Una red de más de 30 organizaciones anuncia una manifestación para el día sábado a la que se espera asistan unas 10 000 personas. Al mismo tiempo, grupos de activistas preparan acciones de protesta durante los tres días que transcurra el evento.

Un colegio de secundaria y una escuela que quedan dentro del área cercada por la policía cerrarán sus puertas el día viernes cuando comience el partido, informó la semana pasada el diario Skånskan. Según el rotativo, el director del colegio de secundaria John Bauer dijo haber recibido informaciones de que la policía no podría garantizar la seguridad de los alumnos.

El operativo comenzó ya a fines de la semana pasada, cuando unos 1 000 policías de distintas regiones del país fueron asignados a la seguridad del evento. Varios cientos de ellos han sido alojados en el hotel Ibis, en las inmediaciones de la Sala Báltica en la que se jugará el partido.

Como parte del operativo policial se ha cercado con vallas de más de dos metros de alto un área de casi 20 quilómetros cuadrados que abarca la Sala Báltica, el viejo estadio de fútbol y un nuevo estadio en construcción. Según el periódico Sydsvenskan, en esta área se ha levantado una decena de torres con potentes luminarias y en el techo se la sala Báltica se han colocado alambres de púas con el fin de impedir que los manifestantes puedan trepar al techo del estadio de tenis (es decir, en el caso de que antes hayan logrado romper el nutrido cerco policial).

Por el centro de la ciudad de se ven policías patrullando de a pie y en parejas, un signo de la nueva táctica de menor confrontación primero ensayada durante el Foro Social Europeo en septiembre y luego adoptada a raíz de los disturbios que sacudieron el barrio popular de Rosengård a finales de diciembre. Un mes más tarde, se conocerían los comentarios racistas de los antimotines que llamaban a los jóvenes hijos de inmigrantes «monos malditos», hecho que ha servido para caldear aún más los ánimos en una ciudad marcada por la segregación, la discriminación y la brutalidad policial.

Por lo demás, y a pesar de que los tenistas israelíes se encuentran en la ciudad desde el domingo, no se han registrado incidentes. Una manifestación contra la violencia policial el sábado en Rosengård transcurrió con toda normalidad. El día martes los guardias de seguridad encontraron una pancarta contra el genocidio israelí y una bandera en la azotea de un edificio contiguo a la sala de tenis sin haber podido dar con la persona que los puso allí.

Independientemente de lo que pueda ocurrir este fin de semana, el partido de tenis de Malmö es un indicador de la popularidad del estado de Israel entre la población urbana de Suecia y obligará a los políticos a considerar seriamente los costos de organización de eventos similares con el estado sionista en el futuro. Para la historia sueca, el partido del fin de semana se sumará al abortado partido de Copa Davis contra la selección de Rodesia en 1968 y al vergonzoso partido a puertas cerradas contra la selección del Chile pinochetista en 1975.