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Supongamos, sólo supongamos, que el asesinato de Londres se debió a una decisión política

Fuentes: Rebelión

Es una hipótesis de trabajo, no una afirmación. Sin embargo, partiendo del escenario que propongo, los sucesos de Londres se machihembran con precisión de ebanista. Porque, supongamos, sólo supongamos, que a alguien de las alturas político-militares del Reino Unido se le pasó por la cabeza, tras los atentados fallidos del 21-J, escarmentar con una advertencia […]

Es una hipótesis de trabajo, no una afirmación. Sin embargo, partiendo del escenario que propongo, los sucesos de Londres se machihembran con precisión de ebanista. Porque, supongamos, sólo supongamos, que a alguien de las alturas político-militares del Reino Unido se le pasó por la cabeza, tras los atentados fallidos del 21-J, escarmentar con una advertencia urbi et orbi a presentes y futuros dinamiteros. Supongamos también, sólo supongamos, que el pensamiento se expresó en voz alta y llegó a oídos de algún esotérico sumo sanedrín de esos que nadie conoce pero que rigen los destinos, las vidas y las haciendas de los rebaños ciudadanos, circulen estos por la derecha o por la izquierda de la cañada real. Supongamos, por fin, que la perversa idea fue valorada, aceptada y practicada.

Porque no es creíble que a alguien verdaderamente sospechoso de haber participado en la comisión de una masacre como la del 7-J (o en el posterior intento del 21-J), se le abata de un disparo que no le produce heridas de gravedad -pudiendo, por lo tanto, haber sido capturado vivo- y que se le ejecute in situ sin someterle a uno de esos hábiles interrogatorios que tan bien se les dan a los servicios de información, cualesquiera que sean los colores de la bandera con la que se embocen.

Sin embargo, lo sucedido en Londres adquiere pleno sentido si se considera la posibilidad de que la orden de «tirar a matar» recorriese todo el escalafón, desde la cúpula de la jerarquía policial hasta la mano de los verdugos asalariados que, en última instancia, asesinaron al obrero Jean Charles de Meneses. Nada personal, of course. Se trataba -sigamos suponiendo- de liquidar a cualquiera que respondiera al tipo humano descrito en la orden del día, hombre o mujer, con más melanina de la recomendable. Un juego de rol.

Si las cosas hubiesen sido así -Manitú me libre de afirmar tal extremo, pero si hubiesen sido así-, los resultados ocuparían hoy los titulares de Falsimedia. «Tony Blair se reúne con la oposición para negociar la nueva legislación antiterrorista, que comenzará su tramitación en otoño». «Un sospechoso de terrorismo podrá ser detenido, sin pruebas, durante tres meses». «Según una encuesta de The Times, la popularidad de Tony Blair se ha disparado tras la acción policial que acabó con la vida de un electricista brasileño». «Según un sondeo de The Guardian, dos tercios de los musulmanes afincados en el Reino Unido han sopesado abandonarlo ante el temor a ser agredidos o discriminados». ¿Les suena?  

 

Iñaki Errazkin es periodista y presidente de la Asociación Pensamiento Libre, editora del diario digital inSurGente.
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