
Se suele decir que la grieta es entre populistas y republicanos, tolerantes e intolerantes, entre delincuentes y «ciudadanos de bien», entre izquierda y derecha, pero la verdadera grieta es entre oligarquía versus pueblo. La segunda semana de junio dejó claro de manera meridiana que los que pregonan que la lucha de clases no existe, son justamente quienes se encuentran en la vereda de enfrente de los trabajadores.