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La Francia de Sarkozy

Te veo en las barricadas, nena…

Fuentes: www.atimes.com

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

No fue un remix de mayo del 68. Pero finalmente el micronapoleónico, ex populista casual, el presidente francés Nicolas Sarkozy tuvo su mayo del 68 -justamente él, quien siempre ridiculizó la «herencia venenosa» de esa época-

Podrá verse destinado al tacho de basura de la historia por ser un fiasco de un solo período, ahora que es el presidente francés más impopular (un 71% de desaprobación) desde Charles de Gaulle en 1968. De Gaulle renunció en 1969. «Sarko» logrará que terminen por aprobar su reforma de las pensiones el miércoles de esta semana. Y su plan básico de apostar al conflicto y la confrontación -contra los trabajadores, contra los jóvenes- para asustar a la derecha y a la extrema derecha para que vuelvan a su redil, fracasará.

¿Dónde está el difunto, gran Herbert Marcuse cuando lo necesitáis?

Marcuse definió el 68 como una protesta total contra males específicos, y al mismo tiempo una protesta contra todo un sistema de valores, una protesta contra la sociedad del hombre unidimensional.

Francia no ha pasado en vano por cuatro revoluciones en 100 años.

Cuando Sarko se perfiló como neoemperador de la regresión social, presidente de los ricos y del «Estado social» para los ricos, millones de franceses y francesas tuvieron que expresar su cólera en las calles -con los estudiantes que marchaban en defensa de los derechos de sus mayores-

Marcuse nos diría hoy que -igual que en mayo del 68- el octubre francés de 2010, en su rechazo de la miseria, la normalidad, la violencia y la falta de democracia del capitalismo «turbocargado», fue un «diagnóstico del futuro». Tal como mayo del 68 fue una crítica -esperanzada- del capitalismo «sólido», octubre de 2010 es una crítica de lo peor de la modernidad líquida definida por Zygmunt Bauman. Ninguna perspectiva. Ninguna esperanza. En lugar de «queremos el mundo, lo queremos ahora», es «¡por favor, mundo, déjanos en paz!»

Jóvenes iracundos

La reforma de las pensiones fue sólo una excusa para el derrame de la cólera reprimida. Habría sido fácil financiar el futuro coste de las pensiones en Francia mediante la imposición de impuestos a las transacciones financieras. Pero no para mini-Bush Sarko -miembro declarado de una pandilla neoliberal global que alegremente recorta y quema las prestaciones del Estado moderno de bienestar-. La «reforma» de Sarko -a pesar de toda la retórica- significa en la práctica el recorte de las pensiones. Y punto.

Los trabajadores franceses -cuya productividad, a propósito, es mayor que la de sus homólogos alemanes- lo comprendieron de inmediato. Lo mismo sucedió con esos estudiantes que marchan por las calles; saben que serán como Sísifo tratando de encontrar, y luego de conservar, un puesto de trabajo pagado a tiempo completo durante más de 40 años. Con una suerte extraordinaria, sólo podrán jubilarse a partir de los 70 años.

El modus operandi del capitalismo financiero turbocargado es el mismo en Europa y en EE.UU. Quiere imponer «austeridad» para que la clase trabajadora tenga que pagar por todos los «excesos» de las elites del poder. Y la austeridad siempre se vende como un imperativo, nunca como una simple alternativa.

Michael Hudson, de la Universidad de Missouri, no podía haberlo dicho mejor: «Es un intento puramente despiadado de revertir las reformas socialdemocráticas de la Era Progresista de Europa logradas durante el siglo pasado. Europa debe ser convertida en una república bananera gravando el trabajo -no las finanzas, los seguros, o los bienes raíces-» A propósito, la reforma de Sarko fue ordenada esencialmente por la Unión Europea en un informe de 2003 en el que subraya que la gente debería trabajar mucho más tiempo para reducir los costes de las pensiones.

De modo que éste es en pocas palabras el lamentable, reality show europeo actual; se permite que cualquiera se convierta en un islamófobo, siempre que espere muchos años más para jubilarse.

¿Cuál sería una solución? Ciertamente una verdadera revolución democrática que ponga cabeza abajo la política económica del capitalismo financiero. No ocurrirá. No hay líderes. La izquierda radical es demasiado sectaria. No existe consenso respecto a un programa claro para el futuro. Y lo peor de todo: este monstruo burocrático, la Unión Europea -configurada sólo como un mecanismo de múltiples tentáculos de represión económica y social por cuenta del capital financiero, y para colmo vinculado a la OTAN, un mecanismo de represión militar- no lo permitiría.

Francia estaría dispuesta a aceptar la reforma -mientras sea justa.- Pero el arrogante Sarko marginó a todos los interlocutores; por lo tanto todo el problema se transfirió a la calle. Y la calle no negocia. La manif -el derecho a manifestarse- es una manera esencialmente francesa de implementar la propia ciudadanía, tanto como comer un croissant perfecto o beber una botella perfecta de Chateau Margaux. Esas manifestaciones tuvieron que ver sobre todo con la indignación moral -como tener que aguantar una medicina neoliberal para curar una enfermedad causada por el neoliberalismo.

Una salida posible para este octubre de 2010 francés es persistir en una especie de movilización semipermanente -de hecho como el histórico Mayo italiano de los años 68 y 69, que continuó durante meses. Eso implica una excelente -y creativa- coordinación entre los sindicatos y los jóvenes. Es difícil pero factible -y sería un fanal para los movimientos progresistas por doquier-.

De sus embriagadores sueños de gloria como el Kennedy francés, Sarko ha sido reducido a un clon de Luis XVI en camino a la guillotina [política]. Te veo en las barricadas, nena. Habrá muchas más.

 

Pepe Escobar es autor de «Globalistan: How the Globalizad World is Dissolving into Liquid War» (Nimble Books, 2007) y «Red Zone Blues: a shapshot of Baghdad during the surge«. Su último libro es: «Obama does Globalistan» (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: [email protected]

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Global_Economy/LJ27Dj03.html

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