Guatemala, «país chiquito de inmensos volcanes donde todo queda lejos», nuevamente es noticia mundial porque una mujer indígena maya empobrecida, sin «cualificación» académica, hace una disrupción política sin precedentes. «Yo soy Thelma Cabrera, soy mujer maya mam, defensora de derechos humanos y derechos de la Madre Tierra. Las comunidades en resistencia, en asamblea, me eligieron […]
Guatemala, «país chiquito de inmensos volcanes donde todo queda lejos», nuevamente es noticia mundial porque una mujer indígena maya empobrecida, sin «cualificación» académica, hace una disrupción política sin precedentes.
«Yo soy Thelma Cabrera, soy mujer maya mam, defensora de derechos humanos y derechos de la Madre Tierra. Las comunidades en resistencia, en asamblea, me eligieron para ser candidata a la presidencia de la República por el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP). Aquí nadie buscó un hueso… Fue decisión asamblearia para recuperar todo lo que se ha privatizado… para impulsar un proceso constituyente… para crear el Estado Plurinacional, porque los pueblos no tenemos Estado», así se presenta Thelma Cabrera, sin soltar su bandera (hecha a mano) donde resalta un volcán con sol naciente.
Ella, de 49 años de edad, con su sencillez, belleza natural, claridad de ideas, y dignidad que irradia, en las últimas semanas ha inyectado «entusiasmo» en la apática coyuntura electoral en la que Guatemala elegirá a su próximo gobernante nacional, legisladores y autoridades municipales, el 16 de junio.
No se autodefine como «lidereza» (individuo liberal), se asume como defensora de derechos. No sólo de los derechos humanos, sino también derechos de la Madre Tierra. Es decir, Ella supera el antropocentrismo occidental y nos revela la identidad cosmocéntrica de lo humano. Esta autoidentificación está relacionada con la propuesta del Buen Vivir que platea el MLP.
Thelma asume su ser de mujer indígena (en una sociedad racista y machista), como sujeta con dignidad. No como víctima. Por ello proclama las históricas agenda irresueltas de los pueblos con dignidad y gallardía, mas nunca clamando conmiseración.
Thelma es esencialmente comunitaria. «Fueron las comunidades en asamblea que me encomendaron esta responsabilidad», es una autoconciencia que restriega la falsa conciencia de todos sus oponentes circunstanciales (¿quién y cómo fueron electos candidatos Uds.?, parece decirles). Imposible analizar/comprender la autonarrativa de Thelma dentro de las categorías del individualismo metodológico.
Thelma no protesta, ni se queja, ni promete. Ella propone soluciones estructurales a los males estructurales que padece Guatemala como Estado y sociedad. «Nosotros sabemos de las enfermedades de Guatemala. Tenemos la medicina», indicó, con convicción, en más de una ocasión mostrando el documento del proceso constituyente plurinacional hecho por las comunidades.
Thelma no se identifica con la vieja izquierda (neoliberal), ni con la social democracia. Mucho menos con los patrones que saquean el país. Ella, ante el «asombro de los y las revolucionarias e indigenistas ilustradas» desafía al sistema neoliberal, al debilitado Estado criollo, y al imperialismo norteamericano. «No vamos a quitar nada a nadie. Sólo vamos a hacer cumplir las Leyes que Uds. aprobaron», les dice a cuantos infructuosamente buscan tildarla de «comunista».
Thelma no representa al pueblo maya. Ella representa a las comunidades organizadas de los cuatro pueblos de Guatemala (Mestizo, Maya, Xinca y Garífuna) articulados, ahora, en MLP. La plurinacionalidad no es un discurso para Thelma, es una vivencia de 26 años de ejercicio y defensa de derechos en los territorios.
Por esto y mucho más, Thelma Cabrera no es lidereza, no es representante del pueblo maya, Ella no está en campaña electoral. Thelma es comunidades en resistencia, pueblos dispuestos a cambiar su destino adverso. Thelma Cabrera expresa la dignidad y la gallardía mancillada de los cerca de 9 millones de guatemaltecos empobrecidos, y de los millones de los nuevos pobres que ya nacieron (y están en la clase media aún) o están por nacer.
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