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Uruguay

TLC con China beneficiaría sólo al agronegocio y caerían miles de empleos

Fuentes: Rebelión / CLAE

Académicos y referentes de organizaciones sociales uruguayas coincidieron en que un eventual tratado de libre comercio (TLC) con China beneficiaría casi exclusivamente al sector agroexportador, a la vez que pondría en riesgo entre 25.000 y 35.000 puestos laborales de sectores vinculados a la industria.

En el seminario “Made in China” organizado por la Fundación Friedrich Ebert y el Programa de Estudios Internacionales de la Universidad de la República,  el asesor económico del Instituto Cuesta Duarte de la central sindical unitaria PIT-CNT, Pablo da Rocha,  señaló que hay una “única opción necesaria, que es avanzar conjuntamente con el Mercosur”.

Lo cierto es que China ya es el mayor comprador de productos uruguayos, y la capacidad productiva del país tiene sus límites, de modo que la principal consecuencia inmediata de un TLC sería un aumento de ganancias para los sectores agroexportadores. Estos venden sobre todo productos primarios, y por lo tanto no habría grandes estímulos para otros con mayor valor agregado.

Por el contrario, correría peligro la industria uruguaya, que sin TLC ya ha sufrido mucho por la competencia de productos chinos. Un acuerdo pondría en riesgo de 25.000 a 35.000 puestos de trabajo, sin contar posibles daños mayores si las relaciones con el Mercosur empeoran. Da la impresión de que el Ejecutivo se está moviendo como el proverbial elefante en un bazar, y sólo cabe desear, por el bien del país, que las apariencias engañen, señala Ladiaria.

Mientras el presidente Luis Lacalle Pou insistía en demandar una “flexibilización” del Mercosur, que le permitiera a cada socio celebrar acuerdos comerciales internacionales por su cuenta, desde el oficialismo se aseguró que contaba con respaldo del gobierno brasileño. Pero la prioridad de Brasil es una reducción del arancel externo común (AEC) del bloque, contra la voluntad de Argentina, a la que probablemente presionaba con un amague de apoyar el reclamo uruguayo.

Un mes después de que Lacalle anunciara el inicio de negociaciones bilaterales con China, Brasil y Argentina llegaron a un acuerdo para disminuir el AEC, en un pequeño porcentaje y con muchas excepciones para mantener la protección a sectores de sus economías. Ahora Lacalle dice no estar dispuesto a aceptar esa rebaja del AEC si no se le concede a cambio la flexibilización, lo que significa que pueda negociar individualmente

Ladiaria advierte que la desigualdad de las partes es enorme y ha implicado, desde el comienzo, que los dos grandes socios decidan y los demás acompañen. Si Brasil y Argentina quisieran forzar el apoyo de Uruguay a la reducción del AEC, disponen de docenas de formas para ejercer presión, que causarían perjuicios importantes a sectores económicos y sociales del Uruguay. “Pero quizá ni siquiera tengan mucho interés en presionar”, indica.

Por su parte, el presidente de la Asociación Nacional de Micro y Pequeñas Empresas (Anmype), Pablo Villar, indicó en el seminario que la gremial no ve “un camino cierto y posible dentro de un TLC con China, por fuera del Mercosur, rezagando los posibles avances hechos por una figura imperfecta como es el Mercosur, pero que permitió y va a seguir permitiendo hacer otros posibles acuerdos regionales o más globales”.

Consideró que hay una “cuasi ingenuidad” en “la postura uruguaya de pensar que Brasil nos va a acompañar en esta aventura”, y afirmo que “tenemos que negociar como bloque y como región, porque nos va la vida en el desarrollo de la región y del continente, más allá de ser una perla enclavada en una posición estratégica”.

Gustavo Bittencourt, investigador la Facultad de Ciencias Sociale, planteó que hay una “subestimación” de los “efectos negativos de los escenarios que implican la ruptura del Mercosur” si los socios del bloque rechazan la intención de Uruguay de negociar de forma individual, que alcanzarán esencialmente, a “un conjunto de ramas que dependen de la estructura de protección regional”.

Indicó que frente a la carencia de programas de reconversión a largo plazo, a lo que se enfrenta Uruguay es a la muerte de algunos de estos sectores, o a una caída importante en sectores como el automotor, papel y cartón, plásticos, químicos, “que tienen que ver con la industria que utiliza insumos importados y podrían jugar un rol muy importante en la diversificación productiva”, y que abarcan unos 25.000 puestos de trabajo.

En tanto, Da Rocha dijo que, según sus estimaciones, hay una cifra de 35.000 trabajadores “que podrían estar potencialmente en riesgo”, y dijo que la dimensión de análisis del tratado con China no puede ser meramente económica, sino que se debe incorporar una dimensión social, porque la fuerza de trabajo es una mercancía, pero el trabajo no.

Según académicos y pequeños empresarios, un acuerdo bilateral pondría en riesgo de 25.000 a 35.000 puestos de trabajo, sin contar posibles daños mayores si las relaciones con el Mercosur empeoran. Da la impresión de que el Ejecutivo se está moviendo como el proverbial elefante en un bazar, y sólo cabe desear, por el bien del país, que las apariencias engañen.

¿Ruptura?

La directora de la Cátedra de Estudios sobre China de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso Argentina), Juliana González Jauregui, resaltó que el anuncio de Uruguay de ir hacia un posible TLC con China se produce en un marco de “desacuerdo” en América Latina y, sobre todo, dentro del Mercosur, “que impulsa acciones unilaterales” en materia económica.

Bittencourt agregó que un escenario de TLC entre Uruguay y China sin la autorización de los socios del Mercosur sería “un escenario cercano a la ruptura” del bloque. En ese sentido, consideró que el discurso del presidente Luis Lacalle Pou “parece, a veces, dar esa señal; uno espera que sea más impericia diplomática que otra cosa, pero no parece conveniente decir de cuerpo suelto ‘si no nos siguen, seguimos solos”.

Advirtió que sin autorización de los socios del Mercosur se perderían “fuertemente las exportaciones a Argentina y Brasil”, lo cual pondría “en compromiso directamente a una serie de sectores, especialmente a sectores industriales que han venido sobreviviendo en función de esas exportaciones”.

No obstante, señaló que negociar un TLC con China en bloque también implicaría la competencia de exportaciones chinas con las exportaciones uruguayas a estos mercados, lo que puede implicar un deterioro también de más o menos los mismos sectores, que se verían comprometidos con un escenario rupturista. Concluyó que “el mejor escenario es negociar [bilateralmente] con la autorización de los socios, aunque consideró que esta posibilidad es “bastante improbable”.

Beneficiarios

Para Da Rocha, el principal riesgo es agudizar la matriz exportadora esencialmente de bienes de origen primario que caracteriza a la producción uruguaya. “Y lo que es peor”, alejarnos de la posibilidad de un proyecto que implicaba aprovechar las ventajas comparativas a partir de esta matriz agroexportadora para ir consolidando áreas estratégicas de mayor valor agregado, que nos permitan avanzar hacia otra nueva matriz”, añadió.

Villar preguntó qué más va a vender Uruguay a China con un rápido TLC:  Prácticamente lo mismo que está exportando, porque no tiene capacidad de multiplicar esa producción instantáneamente, ni en el mediano plazo, con la única consecuencia positiva que esos sectores exportadores van a tener mayores ganancias. Consideró que, de esa manera, no se estará “agregando valor a la sociedad” ni “desarrollo humano”, sino “simplemente, favoreciendo a los sectores que hoy están exportando a China”.

“No es un camino inclusivo. Estamos totalmente de acuerdo en que en ese sector primario también hay valor agregado, pero no puede ser la única producción. Primero, porque no todo el país y no todo el empleo está vinculado a esa producción, y segundo, porque no son sectores que derraman para la totalidad de la sociedad”, apuntó.

Bittencourt subrayó que entre las grandes dudas, uno encuentra la probable sobrevaloración de los impactos del crecimiento agroindustrial en las exportaciones a China sobre la dinámica a largo plazo de la economía uruguaya, puesto que “parece muy difícil que de verdad logre implementarse una transformación productiva como para incorporar cambios muy relevantes a futuro, para inducir una tasa de crecimiento elevada, que es lo que necesita el país”.

Luvis Hochimín Pareja. Periodista uruguayo, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.