En la actualidad, los ucranianos se desentienden de grupos políticos que nunca han respondido a sus expectativas. Como sentenció Zbigniew Brezezinski en la obra El gran tablero de ajedrez: «Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio en Eurasia». Los hilos de las llamadas revoluciones de color fueron movidos por Estados Unidos, maniobras vertebradas según […]
En la actualidad, los ucranianos se desentienden de grupos políticos que nunca han respondido a sus expectativas. Como sentenció Zbigniew Brezezinski en la obra El gran tablero de ajedrez: «Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio en Eurasia». Los hilos de las llamadas revoluciones de color fueron movidos por Estados Unidos, maniobras vertebradas según la obra del politólogo estadounidense Gene Sharp -bautizado como el «Maquiavelo de la no violencia» – De la Dictadura a la Democracia.
La arremetida de alrededor de dos mil manifestantes contra el parlamento ucraniano -soportada a duras penas por las fuerzas antimotines allí emplazadas – es la respuesta a las políticas de ajuste exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para enfrentar el déficit fiscal de un país donde el Producto Interno Bruto (PIB) sufrió estrepitosas caídas desde un 30 hasta un 15,1 % en el período 2008 – 2009. El pasado mes de julio miles de personas también se lanzaron a las calles, exigiendo el cese de una reforma fiscal que afectó las pensiones de los veteranos de Afganistán y de los voluntarios de Chernóbil, además de elevar la edad de jubilación -de 55 a 60 años en las mujeres -, en medio de un descenso de la esperanza de vida -68 años en la actualidad -, y un decrecimiento promedio anual de su población de 400 mil personas. Según datos de la coordinadora de Naciones Unidas en la ex república soviética, Ruken Tekes Calikusu, más del 40% de los ucranianos son indigentes -una de cada tres familias – y un 14,7% de ellos vive en una situación de extrema pobreza. Las pensiones y los salarios son los más bajos de Europa, mientras los precios experimentan un constante aumento.
En Europa, después de un evidente agotamiento, el paradigma neoliberal pretende ser revivido, como garante para la salida de una crisis que se expande de forma epidémica. Durante la recién finalizada Cumbre del G – 20 en Cannes, la presidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner aseguró: «Vivimos en medio de un anarco capitalismo financiero total, donde nadie controla a nadie», y donde el FMI es propugnado por los centros de poder como la gran esperanza a corto plazo. El viejo continente constituye el nuevo escenario para sus incursiones depredadoras, arremetiendo contra Hungría, Letonia, Rumania, Moldavia, Italia, Grecia, Islandia o la propia Ucrania, carcomidas por las mismas recetas neoliberales impuestas a los países del sur después de la crisis de 1982 y que llevaron al abismo a la economía mundial.
Las llamadas «revoluciones de colores» fueron diseñadas y apoyadas por Estados Unidos para desencadenar un viraje hacia la Unión Europa y debilitar la influencia rusa en la región. La obra «De la Dictadura a la Democracia» del politólogo estadounidense Gene Sharp – el «Maquiavelo de la no violencia» – les sirvió de plataforma. La «Revolución Naranja» – Ucrania 2004 – depuso al Gobierno constitucional de Víctor Yanukóvich, golpe rechazado cinco años después por el pueblo ucraniano. Viktor Yushchenko se convirtió en el hombre de occidente (1). Si analizamos sus fondos de campaña, el 60 % – 16 millones -, provenían del Banco Mundial, La Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), El Departamento de Estado, The National Endowment for Democracy y La Fundación Vidrodzhenia (Renacimiento), patrocinada por el multimillonario Georges Soros. El show electoral llegó a extremos de acusar a la oposición de intentar envenenar a Yúschenko, algo cuya falsedad fue demostrada. El diario ruso Izvestya apuntó: «La imagen de mártir de Yúschenko se impone a la sociedad con fines exclusivamente electorales […] Lo indicativo es que la investigación terminó vísperas de la promulgación de un programa electoral de su autoría» (2)
Durante su mandato Yuschenko se trazó dos objetivos claves: el ingreso a la OTAN -aunque sólo contaba con el apoyo del 20 % de los ucranianos – y desarrollar una furibunda escalada contra Rusia. Para contribuir a ello ofreció a Ucrania para crear un escudo antimisiles, suministró – a instancias del Pentágono – armamento a Georgia para su enfrentamiento a Rusia en agosto de 2008, provocó interminables «guerras del gas» interrumpiendo su paso desde Ucrania hasta Europa, intentó expulsar a la flota rusa ubicada en la base de Sebastopol – Crimea – del Mar Negro, aún cuando ambos países tenían rubricado un contrato hasta el 2017. Una de las estrategias de occidente fue la conformación de un bloque entre Georgia – Revolución de las rosas 2003-, Ucrania -Revolución naranja 2004 -, Azerbaiyán y Moldova – Revolución Twitter 2009 (fracasó) – que posibilitara articular un corredor para la transportación del gas, desde el Mar Caspio hasta Europa excluyendo a Rusia. Durante el gobierno de Víctor Yuschenko y Yulia Timoshenko -catalizadores en la implantación de las recetas neoliberales – se acentuó la corrupción, el descontento, la lucha por el poder entre los grupos oligárquicos y la apatía política. Las opiniones positivas sobre la transición del unipartidismo al multipartidismo – según Pew Research International – han disminuido desde un 72% en 1991 hasta un 30 % en la actualidad.
La llegada del actual presidente Víctor Yanukóvich al poder significó para muchos analistas el colapso de la geopolítica de la postguerra fría en la región, al derrotar al «cerebro de la revolución naranja» — Yushchenko – y a su entonces aliada – en este momento enemiga – la primera ministra Yulia Tymoshenko. En pleno mandato de Yushchenko las presiones de Estados Unidos sobre la Unión Europea habían sido insatisfactorias. La UE se opuso en la reunión Cumbre de Budapest -3 de abril del 2008 – a la entrada de Ucrania y Georgia en la OTAN. La propuesta fue rechazada por Alemania, Francia, España, Italia, Bélgica, Los Países Bajos y Luxemburgo. La relación bilateral UE-Ucrania y la conclusión del acuerdo de asociación – a aprobarse en diciembre – fueron cuestionadas, objetando la sentencia impuesta a la primera ministra Yulia Tymoshenko – juzgada y condenada a siete años de prisión por los contratos gasíferos con Rusia – quien es la principal carta de occidente en el escenario ucraniano actual.
El Fondo Monetario Internacional aprobó una ayuda para Ucrania en el 2008 de 16400 millones de dólares. La organización financiera internacional suspendió las entregas en 2009, siendo la última en julio de ese año. El entonces Director General del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss – Kahn vetó la entrega de la «ayuda» al aprobarse un aumento salarial del 20 % por el entonces presidente Viktor Yushchenko. Para Strauss – Kahn, fueron violados los objetivos fijados por el FMI, que exigían presupuestos austeros y la privatización de los servicios públicos, medidas que constituyeron catalizadores de la debacle financiera en los países del este.
La situación económica de Ucrania se torna grave, con un déficit del fondo de pensiones de 65.000 millones de grivnas – alrededor de 8105 millones de dólares. Las bajas tarifas de los servicios comunales – orgullo para las autoridades del país – llevaron al colapso, y en la actualidad, el gobierno enfrenta la necesidad de un aumento significativo de ellas. El precio de la electricidad en los hogares ucranianos subió un 139% – un 100% en enero y un 39% adicional en agosto de 2011-, mientras el FMI presiona para que se eleve el precio del gas -ya fue aumentado en un 20 % el 1 de septiembre del 2009 – hasta un 50 %. Realiza además grandes presiones sobre el gobierno para que la fábrica química de fertilizantes de Odessa sea privatizada, aún cuando tiene una importancia estratégica para ese país, al igual que el sector bancario.
En medio de la actual crisis económica, las promesas de la vieja Europa siguen siendo incumplidas y las recetas del FMI sólo acentúan la dependencia a esa organización financiera internacional. El primer ministro de Ucrania Serguei Tiguipko, en entrevista concedida el pasado 18 de octubre al diario Día señaló, que si Ucrania sigue recibiendo de la Unión Europea señales inequívocas y negativas, aumentaría la posibilidad de que se reoriente junto con Rusia, Kazajstán y Bielorrusia hacia la Unión Aduanera, base de una futura Unión Euroasiática. Muchos se preguntan: ¿Se unirá Kiev a Moscú, o Bruselas le abrirá las puertas a la Unión Europea?
Los actuales modelos económicos – de evidente tendencia asimétrica – vuelven a centrarse en las políticas neoliberales que transitan desde posiciones reformistas a un contrarreformismo sustentado en las mismas recetas de endeudamiento, recortes sociales, privatizaciones – ahora con mayor énfasis en el sector bancario – diseñadas por el 1% pero que descansarán sobre los hombros del 99 %. Como legó Thomas Hobbes, la libertad sólo es admisible en el capitalismo mientras no se oponga a la consecución de los intereses del capital cuyos hilos manejan el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, las tristemente célebres instituciones de Bretton Woods, cuyas políticas de «armonización monetaria y cambiaria» mantienen entre la espada y la pared a naciones como Ucrania.
Notas:
1. Su esposa Khaterine Chumachenko – estadouniense de origen ucraniana – trabajó en el Departamento de Estado y en la Casa Blanca.
2. Ver artículo completo en «Yushchenko no fue envenenado» http://actualidad.rt.com
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Fuente: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2011/11/11/ucrania-entre-aquellos-polvos-y-estos-lodos/