Pese a los esfuerzos emprendidos por el presidente Porfirio Lobo para presentar al mundo un país en vía de normalización y reconciliación, los resultados de cinco meses de gobierno muestran un país que sigue hundiéndose en una grave crisis política, económica y social, y que no logra sacudirse de encima los efectos del golpe de […]
Pese a los esfuerzos emprendidos por el presidente Porfirio Lobo para presentar al mundo un país en vía de normalización y reconciliación, los resultados de cinco meses de gobierno muestran un país que sigue hundiéndose en una grave crisis política, económica y social, y que no logra sacudirse de encima los efectos del golpe de Estado de junio 2009.
De acuerdo con un análisis realizado en mayo de 2010 por más de cien organizaciones de la sociedad civil hondureña, el presidente Porfirio Lobo tomó posesión de su cargo en medio del aislamiento internacional y de la falta de legitimidad, «producto de un proceso electoral no transparente» y de una ruptura institucional no sanada.
A lo largo de cinco meses, el gobierno de Porfirio Lobo no ha mostrado «una voluntad política para hacer cambios y transformaciones hacia la construcción de un estado de derecho».
No obstante cuente con una mayoría absoluta en el Congreso Nacional, Lobo ha mantenido intactos los poderes del Estado que han participado activamente al golpe y «ha reafirmado el poder real de las fuerzas armadas», entregándoles instituciones claves como «las telecomunicaciones, aeronáutica, marina mercante y la dirección de migración y extranjería», explica el informe.
Recientemente, el gobierno aprobó un nuevo paquete de impuestos que afecta principalmente a los sectores más necesitados y «para recuperar los gastos del golpe, está impulsando la tercerización laboral, la subrogación del trabajo, congeló el aumento del salario mínimo e implementó medidas antisindicales», denunció Carlos H. Reyes, dirigente del FNRP (Frente Nacional de Resistencia Popular).
Ambigüedades
Su gobierno también se caracterizó por un discurso ambiguo acerca del proceso de reconciliación en el país.
Si por un lado ha buscado el reconocimiento internacional y la reactivación de los flujos de dinero provenientes de la cooperación externa, presentando un país reconciliado y pacificado, por el otro «se ha negado a reconocer el papel político y social de la Resistencia».
Lobo aprobó un «Plan de Nación y de Visión de País» que privilegia una economía de enclave basada en la regionalización, «sin ninguna consulta con la población y con sus aspiraciones de cambio».
De esa manera, ha priorizado las inversiones nacionales y transnacionales en los territorios, «profundizando las asimetrías y desigualdades territoriales ya existentes», sin atender de manera seria «problemas centrales como la pobreza, la inseguridad y el desempleo», denuncian las organizaciones de la sociedad civil.
Derechos humanos violados
Según el canciller hondureño Mario Canahuati, el gobierno hondureño ya fue reconocido por más de 80 países de los 192 que conforman Naciones Unidas. Sin embargo, la inmensa mayoría de los países latinoamericanos se rehúsan a hacerlo, obstaculizando su reinserción en las instancias regionales como la OEA y el SICA (Sistema de Integración Centroamericana).
La persistente violación a los derechos humanos y la condición de exilado del ex presidente Manuel Zelaya contribuyeron de manera decidida a esta situación. De acuerdo con el COFADEH (Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras), serían más de 700 las violaciones a los derechos humanos -incluyendo 12 asesinatos- ocurridas durante el gobierno de Porfirio Lobo.
Esta grave situación «sigue pesando como espada de Dámocle» sobre el actual gobierno. Es por eso que el presidente Lobo «luce sólo, vaciado de poder y en la encrucijada de sectores populares en movilización, que le exigen cambios, transformaciones y un nuevo pacto social», asevera el documento.
«El país necesita urgentemente de una solución política, de una refundación de Honduras. Sólo con un nuevo pacto económico, político, social, con una nueva Constitución, vamos a tener las armas para la transformación económica y social del país», concluyó Reyes.
Un país en quiebra
A un año del golpe que derrocó al presidente Manuel Zelaya, Honduras sigue debatiéndose en medio de una crisis económica y política sin precedentes. Hasta el momento, el presidente Porfirio Lobo no ha logrado convencer al mundo que Honduras volvió a la normalidad.
A finales de 2009, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) consideró en su informe anual que la crisis política de Honduras «amplificó los efectos de la recesión global en ese país», y que el golpe generó un grave impacto en su economía, «ya altamente dependiente de la ayuda exterior».
Los datos de la CEPAL arrojan una grave disminución del PIB (Producto Interno Bruto) del 3 por ciento, mientras que el BCH (Banco Central de Honduras) reveló que la suspensión del flujo de financiamiento por parte del G16 (Grupo de Países y Organismos Cooperantes), provocó una contracción de las entradas de capital del 40 por ciento.
Ante la caída de los ingresos y la imposibilidad de conseguir financiamiento externo, «el déficit fiscal alcanzó el 4.5 del PIB y fue cubierto con un aumento del 80 por ciento del endeudamiento público», señaló la CEPAL.
Además, el gobierno de facto de Roberto Micheletti aumentó drásticamente el gasto militar, lo cual provocó un ulterior decrecimiento del PIB.
De acuerdo con el estudio «Consecuencias económicas del golpe de Estado», realizado por el docente del Postgrado Centroamericano de Economía, Wilfredo Girón Castillo, el golpe provocó el cierre del 60 por ciento de los negocios y empresas productivas por más de dos semanas, lo cual provocó una pérdida de 52.6 millones de dólares.
Las manifestaciones de la población en las calles, el cierre de fronteras, la suspensión de los desembolsos de organismos internacionales, habrían provocado pérdidas calculadas en más de 3,450 millones de dólares.
«El IMAE (Indice Mensual de Actividad Económica) observó una caída drástica de más del 3 por ciento durante todos los meses sucesivos al golpe. Los sectores más afectados fueron la construcción y el comercio, con un decrecimiento del 13 y 8.9 por ciento respectivamente», señala Girón.
«Podemos afirmar – continúa el docente universitario – que la victoria obtenida por los grupos de poder fue pírrica y con ese zarpazo perdimos todos», incluyendo a los grupos de poderes que estuvieron detrás del golpe.
Los cinco meses de Porfirio Lobo
A cinco meses de la toma de posesión de Porfirio Lobo la situación no ha mejorado mucho y todavía no hay señales de una verdadera reactivación de la cooperación internacional.
«Las elecciones y el reconocimiento del nuevo gobierno por parte de algunos países trajo más tranquilidad al país» y esto facilitó una lenta reactivación económica. «Sin embargo, el aumento que hubo del IMAE hay que saberlo interpretar», dijo Girón a Opera Mundi.
Según el economista, los sectores que más crecieron fueron banca, seguro y telecomunicación, es decir «los sectores de acumulación de capital especulativo en manos de los grupos de poderes».
Por el contrario, los rubros que generan empleo, como la construcción, el comercio y el agro, «se mantienen hundidos en la crisis y de esta recuperación económica a la gente queda muy poco», aseveró Girón.
Para el docente universitario la única forma de salir de esta crisis es un cambio de modelo económico y político. «Hay que regular la banca y orientar el capital hacia la producción, en el marco de una economía más solidaria y más redistributiva», concluyó.
http://operamundi.uol.com.br/
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