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Nepal

Un círculo vicioso de sida y pobreza

Fuentes: IPS

La vida, ya dura en el aislado occidente de Nepal, empeora cada día debido a que los hombres que realizan trabajos zafrales en la vecina India vuelven a casa infectados con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida). Las más perjudicadas de la región son las mujeres, muchas de las cuales han tenido […]

La vida, ya dura en el aislado occidente de Nepal, empeora cada día debido a que los hombres que realizan trabajos zafrales en la vecina India vuelven a casa infectados con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida).

Las más perjudicadas de la región son las mujeres, muchas de las cuales han tenido que vender todas sus tierras y su ganado para pagar el tratamiento de sus esposos y, en muchos casos, el de ellas mismas.

Rakam Karnali es uno de los típicos caseríos pequeños dispersos por las regiones montañosas del medio y lejano oeste del país. Aquí viven la mayoría de los emigrantes zafrales que cruzan a India, a donde pueden ingresar sin pasaporte.

País de destino para millones de trabajadores nepaleses poco o nada calificados, India tiene 2,5 millones de personas viviendo con VIH/sida. Sus grandes ciudades también concentran a trabajadoras sexuales reclutadas en las regiones más pobres de Nepal.

«Actualmente, los hombres vuelven con VIH/sida y traen más sufrimiento a la familia», dijo a IPS la nepalesa Jala Majhi, quien es VIH positiva.

Las mujeres como ella antes soñaban con poner fin a sus penurias económicas enviando a sus esposos y a otros hombres a trabajar al exterior, pero son demasiados los que vuelven con el virus, señaló.

«Las esposas no solo enviudan, sino que quedan sumidas en la pobreza e infectadas con VIH/sida», agregó.

Purna Biswakarma, una mujer de 35 años cuyo esposo falleció por esa enfermedad, vive con el virus en esta aldea. «No sé cuánto más viviré. He aceptado mi destino, pero estoy muy preocupada por mis hijos», dijo.

Históricamente, el occidente de Nepal ha sido olvidado por sucesivos gobiernos centrales, lo que ha causado esta arraigada miseria.

Por lo menos la mitad de la población vive bajo la línea de pobreza, y la situación es notoriamente peor que la de otras partes de este país asiático.

Según el censo 2011 de Nepal, de sus 26,7 millones de habitantes, casi dos millones trabajan en el exterior, lo que por un lado es un problema para sus familias, pero por otro las provee de las muy necesarias remesas.

El informe 2010 relativo al avance de Nepal en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio pronostica que para 2015 este país habrá cumplido la meta de reducir la pobreza a 21 por ciento de la población.

Según ese mismo estudio, Nepal también ha logrado frenar la propagación del VIH/sida -uno de los ocho Objetivos del Milenio-, pero la realidad en la región occidental parece ser muy diferente.

En esta zona, es común que viudas por el VIH se vean obligadas a trabajar como peonas, aunque esto se dificulta por el estigma que acompaña al virus y porque los aldeanos temen contagiarse.

«Cuando mi esposo falleció, los aldeanos supusieron que fue por sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y me culparon por eso», relató Nani Devi Shahi, de 35 años, cuya comunidad la obligó a vivir aislada durante muchos años.

Majhi dijo que fue infectada por su marido, pero que los lugareños la acusaron a ella de prostituta y de contagiar a más hombres.

Los aldeanos le prohibieron caminar cerca de sus casas y usar grifos públicos. Su suegra la terminó expulsando de la casa junto con su hija menor.

La aldea Rakam Karnali refleja la cruda realidad de Nepal, donde las mujeres VIH positivas son víctimas de estereotipos, como los que asocian el virus con conductas inmorales. También son acusadas de propagar la enfermedad.

A las mujeres infectadas con VIH se les niega el acceso a recursos en sus propios hogares, según el informe «Women and HIV/AIDS – Experiences and Consequences of Stigma and Discrimination-Nepal» (Mujeres y VIH/Sida – Experiencias y consecuencias del estigma y la discriminación en Nepal), publicado por Family Health internacional en 2004. Desde entonces, esa situación prácticamente no ha cambiado.

«Todos estos años de campañas de sensibilización en todo el país tuvieron poco impacto, especialmente para las mujeres que viven en áreas aisladas, dado que la sociedad no está dispuesta a cambiar», dijo Rani Devi Bohara, una trabajadora social comunitaria.

Según Bohara, esto se debe a la apatía que el gobierno y las agencias de desarrollo profesan hacia las mujeres que viven con los múltiples traumas del VIH, el estigma social y la pobreza extrema.

Según el gubernamental Centro Nacional para el Control del Sida y las Enfermedades de Transmisión Sexual, las mujeres de entre 15 y 49 años constituyen alrededor de 28 por ciento de las 55.000 personas que viven con VIH en el país.

«Lo que se necesita no es simplemente medicinas antirretrovirales, sino orientación psicológica, tanto para la víctima como para su familia, además de programas de bienestar y de apoyo a la generación de ingresos», dijo Bohara.

A esas mujeres se puede dirigir un paquete exhaustivo de medidas a través del sistema -ya existente- de centros de Análisis y Asesoramiento Voluntario, que son baratos y requieren poco personal capacitado, agregó.

La mayoría de las aldeas ubicadas en zonas apartadas no tienen este tipo de centros, «y los pocos que existen están tan mal administrados que prácticamente no hacen ninguna diferencia en las vidas de estas mujeres tan traumatizadas», dijo Ganashyam Bhandari, de la no gubernamental Alianza VIH/Sida.

La pobreza extrema significa que las mujeres no pueden darse el lujo de viajar hasta los centros donde se realiza el recuento de células CD4, es decir, los análisis de fortaleza inmunológica. En todo el país hay 13 de ellos, la mayoría en áreas urbanas.

«Venimos presionando para que las personas VIH positivas reciban subsidios para viajar, especialmente las que viven en áreas aisladas, pero no hemos tenido éxito», dijo Hemant Chandra Ojha, un alto funcionario del Centro Nacional para el Control del Sida y las Enfermedades de Transmisión Sexual, a IPS.

«En esta situación, no tenemos más opción que intentar sobrevivir de algún modo», señaló Nani Devi Shahi, quien lidera un grupo de viudas que viven con VIH. «El gobierno no nos ayudará».

Por lo menos «ahora tenemos una sola voz», destacó al referirse a su organización, que lucha contra la discriminación social y que ha aprendido el valor de la unidad.

Fuente original: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=100552