En un carro con la enseña nacional como llamativo elemento de decoración, Danilo Medina partió este 27 de febrero desde su casa al Palacio del Congreso a pronunciar un discurso contentivo de datos aviesamente manipulados y de verdades a medias que, a fin de cuentas, se convierten en mentiras. Hace varias décadas lo dijo el […]
En un carro con la enseña nacional como llamativo elemento de decoración, Danilo Medina partió este 27 de febrero desde su casa al Palacio del Congreso a pronunciar un discurso contentivo de datos aviesamente manipulados y de verdades a medias que, a fin de cuentas, se convierten en mentiras.
Hace varias décadas lo dijo el cantautor Daniel Viglietti: «Un señor abanderado también puede ser traidor».
Abanderado y listo para decir lo que sus asesores de imagen entienden conveniente para su proyecto politiquero, dedicó la primera parte de la protocolar rendición anual de cuentas a expresar un amor que no manifiesta en su accionar como funcionario y mucho menos en su práctica política.
«El amor a la patria que late en todos nuestros corazones, lo transformaremos en el amor de los Hechos», dijo citando uno de sus primeros discursos como gobernante. Y señaló que ha trabajado sin descanso para cumplir esa promesa.
¿Acaso figura en la definición de amor el hablar plañidero ligado con los golpes a traición?
Dado que en su proyecto reeleccionista (dirigido a lograr la repostulación o a negociar la colocación de uno de sus títeres) necesita el concurso de los grupos que han tomado la bandera de la xenofobia y el racismo, habla de soberanía exhibiendo el aumento en las repatriaciones de personas indocumentadas (de nacionalidad haitiana en su mayoría, como todo el mundo sabe) y la militarización de la frontera.
No menciona el acercamiento al régimen criminal de Israel y los posibles pactos con ese país para la vigilancia en la frontera, y menos la acción de sumarse, en la Organización de Estados Americanos, OEA, a la lista de mandatarios que no ha manifestado preocupación alguna por la amenaza de invasión contra Venezuela y que desconocen al gobierno constitucional de ese país.
¿Habrá más retorcida visión de ejercicio de soberanía?
Pero además, en momento alguno se ocupó de negar la denuncia de que en el territorio nacional hay centros desde donde se prepara la agresión militar contra Venezuela. No incluyó este tema en su discurso, porque le interesa satisfacer a los estrategas que se benefician de los pactos (no todos dados a conocer a la población) mediante los cuales Estados Unidos utiliza los puertos del país e instala y moviliza personal y equipos en nuestro suelo.
Tomando en cuenta todo esto, hay que decir que si su cursi declaración de amor es arrojada a un zafacón, lo ensuciaría.
Aunque dice que no habla falacias y que se refiere a un país real, Danilo Medina describe un país inexistente.
Destacó que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha reconocido avances en el país en esa materia, pero no hizo mención de la existencia de un cuerpo policial en cuyo interior operan equipos que se dedican a asesinar a jóvenes que deciden dejar de ser delincuentes y, en consecuencia, dejan de suministrarles dinero como soborno o como pago por su protección y por su apoyo logístico.
¿Cómo es eso de que avanza la lucha contra el delito si hace apenas dos meses un coronel de la Policía fue asesinado en Baní y el jefe de la dotación dijo que realizaba una supervisión rutinaria por los puntos de drogas?
En cuanto a cifras de salud, no mencionó el deterioro progresivo de los más importantes hospitales y menos el hecho de que, en la asignación de recursos, el gobierno que preside privilegia a los patronatos como los que dirigen la Plaza de la Salud y CEDIMAT, sobre hospitales como el Salvador Gautier y otros.
Según cifras oficiales, República Dominicana es el segundo país del continente en número de muertes maternas y neonatales. En el año 2018 hubo 197 muertes de mujeres por razones ligadas a la maternidad, y 3,494 muertes infantiles neonatales.
En cuanto a la educación, promete un recorte en los planes de estudios. Aunque esto luzca simpático, es un proyecto de clase, dirigido a formar trabajadores y a manipular la mal llamada movilidad social.
Lo mismo que el proyecto del primer empleo, que se dirige a favorecer a los empresarios subsidiando la utilización de mano de obra joven.
Danilo Medina, el de siempre…
Entre frases cursis y plañideras muestras de falso amor a la gente, Danilo Medina no puede evitar dejar ver su verdadero ser, el del secretario de la Presidencia que en 1996 dijo que no había dinero para un aumento general de salarios y procedía multiplicar primero varias veces los sueldos de los altos funcionarios.
Es el mismo funcionario que en 1998 dijo que no podía permitirse la formación de sindicatos en las empresas públicas porque eso alejaría a los posibles compradores privados.
Ahora, con los recursos del Estado a la mano, puede anunciar algunos planes simpáticos, pero es el mismo Danilo Medina enemigo de las mayorías.
No puede explicar por qué protege a los corruptos, los nombra, los mantiene en el Gobierno y los promueve… Nadie asumiría, con las manos limpias, tan alto compromiso con la corrupción y la impunidad. Y lo evidente no es ocultable.
La oposición electoral le critica su pretensión reeleccionista, pero no puede hacer lo mismo con la acción de favorecer a grupos empresariales abiertamente saqueadores… No puede hacerlo, porque está sucia del mismo lodo y comparte el compromiso de clase. Jamás firmaría un documento contra ese contubernio de clase Hipólito Mejía, Luis Abinader o Quique Antún, para solo citar algunos casos.
Es en este marco que Danilo Medina pretende maquillar su historial y disfrazar la esencia de su accionar.
Pero las frases demagógicas y el discurso alabardero del presidente del Senado (Reynaldo Pared Pérez, uno de sus títeres), no son suficientes para impedir que se le perciba como lo que es… Da asco…
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.