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Entrevista a Fausto Bertinotti

«Un nuevo sujeto político debe comprender los movimientos, la subjetividad que está fuera de los partidos»

Fuentes: La Jornada

El sábado 12 y el domingo 13 marcaron un viraje en la política italiana. En las elecciones europeas y municipales que se realizaron en esos días, Forza Italia, el partido del primer ministro Silvio Berlusconi, perdió cuatro millones de votos y pasó a ser el segundo partido, en número de electores, después de los Demócratas […]

El sábado 12 y el domingo 13 marcaron un viraje en la política italiana. En las elecciones europeas y municipales que se realizaron en esos días, Forza Italia, el partido del primer ministro Silvio Berlusconi, perdió cuatro millones de votos y pasó a ser el segundo partido, en número de electores, después de los Demócratas de Izquierda o DS (ex comunistas hoy liberalsocialistas) que integraban la coalición del Olivo, la cual superó al llamado Polo de la Libertad conformado por Forza Italia y sus aliados de extrema derecha, derecha y centro derecha (el partido neofascista Alianza Nacional, la Liga Norte, racista y separatista y grupos de socialistas y democristianos de derecha).

Detrás de los pequeños Luxemburgo, Chipre y Malta, Italia fue el país con mayor afluencia de votantes (casi el 80 por ciento) lo cual da especial importancia a los resultados y se votó utilizando el método proporcional, que permite a los electores expresar su preferencia por un partido, sin verse obligado, como en con el mayoritario simple, a ejercer un ¨voto útil¨, votando por el mal menor. El gran derrotado en ambas elecciones -europeas y municipales- fue Berlusconi y el ganador neto, Refundación Comunista, cuyo secretario general es Fausto Bertinotti, también secretario del recién creado (en mayo último) partido Izquierda Unida Europea (GUE-NGL por sus siglas en francés y en inglés).

Refundación Comunista obtuvo el 6,2 por ciento de los votos, con puntas del 17 por ciento. Ellos corresponden a dos millones de sufragios, sobre todo entre los jóvenes y donde había luchas y movimientos e incorporó a sus listas muchos representantes de éstos, católicos, inmigrantes árabes o desobedientes, como independientes. Este resultado es el mayor hasta ahora obtenido por ese partido en elecciones europeas y coloca a RC como el cuarto partido y como eje de los partidos a la izquierda del Olivo que representan un 13 por ciento del electorado y que critican la línea neoliberal y de apoyo a la guerra de Irak que mantiene el Olivo de Romano Prodi, los democristianos de centro y los líderes DS, como Pietro Fassino y Máximo D´Alema.

Con su influencia decisiva en ese 13 por ciento izquierdista y su apoyo en los movimientos, Refundación atrae así una importante izquierda de los DS y del mundo cristiano, que participa en los movimientos, y presiona a Prodi. El Olivo, que había votado en envío de tropas a Irak y antes a Kosovo, tuvo por consiguiente que sumarse a la moción de RC sobre la retirada inmediata de las tropas italianas de Irak, donde respaldan la invasión y han sufrido graves desastres militares. Con el triunfo de Refundación es también más difícil que los DS construyan un nuevo partido centrista, liberalsocialista y Prodi propone ahora un pacto programático de gobierno entre el Olivo y RC, porque esa alianza permitió a la oposición de izquierda y centroizquierda ganar la inmensa mayoría de las ciudades y provincias cuyas autoridades se renovaban y reconquistar Bolonia o vencer en Bari, un tradicional bastión derechista.

En el resto de Europa RC es el eje de una izquierda anticapitalista , con los comunistas bohemios y los chipriotas (que lograron un 30 por ciento de los votos en sus respectivos países) y los comunistas alemanes del PSD (Partido Socialista Democrático, con el 6,1 por ciento) más otros partidos, como Izquierda Unida, de España, el Partido Comunista francés o los de la izquierda verde escandinava. La entrevista exclusiva que Bertinotti concedió inmediatamente después de los comicios a Guillermo Almeyra para La Jornada, entre reuniones de balance con dirigentes de su partido y con líderes de sindicatos y movimientos tiene dos partes fundamentales. En la primera que hoy publicamos analiza los resultados electorales y las perspectivas políticas en Italia y traza brevemente una línea para preparar las luchas que, en la Unión Europea, permitan rechazar la reaccionaria Constitución que, sin discusión alguna, se intenta imponer a los pueblos europeos. En la segunda, en cambio, de próxima publicación, habla de las relaciones entre un partido revolucionario y los movimientos, de la acción directa y las elecciones, del apoyo de RC al EZLN, de la no violencia, de la discusión sobre la historia del movimiento socialista italiano y mundial. Esta parte de la entrevista presenta por lo tanto, un fuerte interés teórico para la izquierda y los movimientos sociales de todo el mundo.

Los padres del Tratado que da las bases para el proyecto de Constitución europea elaborado sin Constituyente ni discusión alguna y que se pretende imponer a los pueblos de Europa dicen que es democrática y progresista. Por otra parte, el resultado de las elecciones europeas que reforzó en el Parlamento Europeo a los derechistas y ¨euroescépticos¨ reaccionarios hace muy difícil que el Parlamento se declare Asamblea Constituyente y haga otra Constitución o reforme el proyecto actual. ¿Qué ejes crees debería tener la batalla por la democratización de Europa y por derrotar el plan de unirla bajo la dirección del gran capital y de los bancos?


FAUSTO BERTINOTTI: Como lo demostraron los diversos Foros Sociales Europeos es posible oponer al plan de los gobiernos y a su intento de Constitución reaccionaria un proceso constituyente desde abajo. La Constitución que pretenden imponernos es muy grave para Europa y el mundo porque de ella resultaría la separación de una parte importante de la población europea de un proceso de construcción democrática continental. Además, este proyecto de Constitución es un importante retroceso político. La derrota del nazifascismo había dado base para las constituciones democráticas, como la italiana o la portuguesa. Ahora se trata de volver a las Constituciones liberales, basadas en la idea de la prioridad del mercado y que refuerzan la acción del capital. Incluso algunos de los simpatizantes más ardientes de una Europa del capital, como Jacques Delors, autor del Tratado de Maastricht, se arrepienten y dicen que hoy harían otra cosa. Delors encabeza la lista de personalidades que piden un Tratado social europeo que garantice el desarrollo, combata la desocupación, defienda el ambiente. La Izquierda Unida Europea podría llamar a otras fuerzas democráticas a organizar una campaña en torno a la exigencia de incorporar a la Constitución el rechazo absoluto de la participación europea en guerras como la de Irak o la de Kosovo, la plena libertad de trabajo, los derechos de los inmigrantes, la defensa de las conquistas laborales y sociales.

LJ: Contra lo que creen muchos en Italia, obsesionados por la arrogancia delincuencial y las payasadas de Berlusconi, la derrota personal, de imagen y política de éste y de Fuerza Italia ha dejado intactas las fuerzas de la derecha. Si se suman el cinco por ciento de votos racistas de la Liga, más los votos de los neofascistas de Alianza Nacional, los de la lista Mussolini, los ultrafascistas de Fiamma Tricolore y parte importante del electorado de Forza Italia, hay un núcleo duro de un 20% fascistizante, a pesar de los grandes cambios que se están produciendo con los movimientos. ¿No habría el peligro de que el desgaste de Berlusconi aproveche a partidos de una derecha más seria y dura además de populista y no a una oposición de centroizquierda confusa y cuya mayoría no aparece como alternativa?

FB: Lo que dices no carece de base y es una posibilidad. Pero el movimiento de la sociedad va en otra dirección. No estamos ante una crisis gubernamental sino que hemos entrado en una crisis del sistema político. Berlusconi había construido la organización del consenso del bloque social que representa, cosa que fue minimizada por quienes rechazan principalmente su figura. Combinando elementos populistas y libelistas desarrolló una campaña contra la política, para liberar al sistema de empresas italianas en el mercado mundial. Trató de extender a toda Italia el sistema del Nordeste italiano, de pequeñas empresas familiares para reducir el costo del trabajo, disminuir los costos sociales, flexibilizar el mercado laboral. Organizó su partido y su política como si fuesen una empresa y dijo que Italia debía ser ¨una gran Fininvest¨ (su imperio industrial-financiero). Pero fracasó. Renació la contradicción externa, o sea el conflicto social, como resultado inevitable de los movimientos. Y se desarrolló la contradicción interna porque no hubo el crecimiento económico proclamado como objetivo. Esta suma del conflicto más la crisis económica y política causa la crisis de su bloque político-social. Surgen elementos centrífugos: las finanzas y fuerzas católicas toman sus distancias, el Banco de Italia lo critica, al igual que la Confederación patronal).Las elecciones han afectado el pilar de esa alianza. Berlusconi era el condottiere y su partido el órgano de propagación de los ganglios de poder y del consenso. Su actual derrota es frenada porque en el seno del gobierno hay una componente ambigua que está en el sistema pero mira hacia afuera del mismo (la UDC de los democristianos de Casini-Follini, buena parte de Alianza Nazionale, una parte de Forza Italia, la misma Lega, que es populista. Esta gente es centrista y los electores vieron su diferencia con Berlusconi. Por ahora no tienen fuerza pero esperan para aparecer. En un sector de la clase dirigente existe ya la idea de que deben salir de un sistema político ineficaz para la burguesía, pero no ven cómo hacerlo, sobre todo porque impera el sistema electoral mayoritario. Por eso se adensan sectores de crisis, pero la vía de salida no es hacia la derecha sino hacia el centro (con ayuda departe de la jerarquía católica) entre otras cosas porque en la oposición hay una componente similar, de centro.

LJ: ¿Tendría algún éxito el intento de buena parte del Olivo de reconstruir la Democracia Cristiana como partido de centro, conservador, pero con alguna acción social?

FB: Es difícil imaginar un éxito de la hipótesis neocentrista en el gobierno pero también en la oposición. Ambas chocan contra el sistema electoral. Ambas saben lo que no quieren (ni Berlusconi ni la izquierda) pero no qué quieren, como en cambio sabía la vieja Democracia Cristiana. Además, el Olivo no puede escapar a la influencia de los movimientos, que pesan demasiado. El problema es cómo hacer que esta influencia imponga un programa alternativo y cómo evitar que si la oposición va al gobierno esos movimientos no sean frenados y cooptados. Cuando las derechas gobiernan, pierden consenso. Entonces hay una esperanza popular en las izquierdas, cualesquiera sean éstas, como Zapatero o los socialistas franceses y una gran presión hacia la unidad contra la derecha. Pero cuando las izquierdas llegan al gobierno y abandonan las causas populares que allí las llevaron, cunde el desaliento en sus bases y vuelven a perder. Para la izquierda anticapitalista el problema consiste en romper esta evolución pendular sin refugiarse en un aislacionismo que le haría perder contacto con la voluntad unitaria popular, pero sin ser tragada por las tendencias neocentristas que quieren reformar el capitalismo.

LJ: Ese 13% que está a la izquierda del Olivo ¿puede llegar a acciones comunes, a una especie de federación con geometría variable? Esa izquierda política más abierta a los movimientos ¿puede ayudar a organizar una izquierda social más vasta?

FB: El objetivo es construir un sujeto político unitario y plural de la izquierda alternativa. Pero eso será resultado de un proceso, no de una suma de siglas o partidos. Sería un grave error creer que la izquierda alternativa puede salir simplemente del No al ¨Listone¨ (el centroizquierda del Olivo). Un nuevo sujeto debe comprender los movimientos, la subjetividad que está fuera de los partidos. La izquierda alternativa debe crear nuevas formas de agregación política que puedan dar base para el proceso constituyente de ese nuevo sujeto.